CONTRIBUCIÓN A LA FARMACIA DEL SIGLO XVIII: RECLAMACIÓN DE UN BOTICARIO ANTE EL IMPAGO DE RECETAS, SEGÚN MANUSCRITO CONSERVADO EN EL MONASTERIO DE OSEIRA.
En la recreación de la antigua botica del monasterio de Oseira (Ourense) se conserva un conjunto de manuscritos del siglo XVIII que muestran extractos del pleito mantenido entre el boticario madrileño Plácido Briega y Regidor y uno de sus pacientes, el presbítero Antonio Portichuelo por el impago de una serie de recetas elaboradas por el primero en el transcurso del año 1775; un documento que aporta nuevos datos para la historia de la farmacia española.
In the ancient pharmacy of the monastery of Oseira (Ourense) a set of XVIII th century manuscripts is preserved showing excerpts of the lawsuit mainteined by Madrid´s apothecary Plácido Briega y Regidor and one of his patients, the presbyter Antonio Portichuelo, for the default elaborate prescriptions developed by the first in the year 1775. A document that provides new information for the history of spanish pharmacy.
1. INTRODUCCIÓN
En 2009 se llevó a cabo la inauguración de la recreación de la antigua botica del monasterio de Oseira en colaboración con la Academia de Farmacia de Galicia y el autor de este artículo, recibiendo desde entonces interesantes donaciones de particulares, como el manuscrito motivo de este estudio, compuesto por una docena de hojas fechadas a finales del siglo XVIII. Se trata, básicamente, de parte de la documentación generada durante el pleito que mantuvieron en Madrid, el año 1776, el boticario Plácido de Briega y Regidor con el presbítero Antonio Portichuelo por impago de unas recetas dispensadas desde la botica del primero a lo largo del año 1775. Del contenido del manuscrito entendemos que a lo largo de aquel año la botica de Briega elaboró y dispensó varias recetas al señor Portichuelo y, a pesar de que fueron abonadas en su momento por este último, el denunciante afirmaba lo contrario, a pesar de que las recetas llevaban estampadas la firma del propio paciente, que ejercía entonces el cargo de Capellán del Ejercito en la villa de Madrid.
2. PERFIL BIOGRÁFICO DE AMBOS IMPLICADOS
Apenas disponemos de datos acerca del presbítero jerezano Antonio Portichuelo, salvo que, en algún momento, fue acusado de defender unas ideas poco ortodoxas1al afirmar que “fornicar no es pecado (…), pues hasta el Rey, a quien había besado la mano dos veces, tenía un palacio aparte con siete doncellas y siempre que le daba la gana de fornicar se iba con ellas”. Un “Antonio Portichuelo” figura entre los papeles de la Inquisición sevillana debido a la denuncia interpuesta por su propia ama de casa por intentar mantener relaciones sexuales con ella desde el primer día que, ésta, se incorporó a su servicio2.
Por su parte, Plácido de Briega y Regidor fue un boticario madrileño con botica abierta en la plazuela de San Yldefonso, entre la Corredera Baja y la Corredera Alta de San Pablo. Buen profesional, mantuvo ideas políticas próximas al absolutismo y fue miembro del Real Colegio de Boticarios desde 1777, corporación que a lo largo del siglo XVIII agrupaba a los boticarios madrileños, ocupando varios cargos en la Junta Directiva de este Real Colegio entre los años 1783 y 1816. Alguno de los manuscritos conservados en los fondos de la biblioteca de la RANF, (Real Academia Nacional de Farmacia), podrían corresponderse con su discurso de entrada a la Corporación, bajo el título de Disertación sobre el galvano, manuscrito con signatura B-18-64 y que se conserva en la biblioteca de la RANF o Disertación sobre el arcano duplicado, con signatura B-18-65 y conservado en la misma biblioteca.
En 1812, tras el fallecimiento de su esposa, Briega cedió la botica a su hija, Josefa de Briega y Montenegro. En cuanto a su actividad profesional podemos destacar su labor como catedrático del Real Colegio de Farmacia de San Fernando, así como su colaboración con científicos de renombre como Hipólito Ruiz y Casimiro Gómez Ortega, con quienes trabajó a principios del siglo XIX en la elaboración de una “Memoria sobre las disposiciones tomadas por el Gobierno para introducir en España el método de fumigar y purificar la atmósfera de Guiton de Morveau”; estudio publicado en Madrid en 1805.
El local de su botica en la plazuela de San Yldefonso lo había sido ya anteriormente de la botica del farmacéutico Lucas López Moya y lo sería años más tarde de los farmacéuticos Diego García-Herreros y Carlos Ferrari Scardini entre los años 1820 y 1890. A pesar de que la ubicación de la farmacia es la misma que en el siglo XVIII, en aquella época ocupaba los bajos de otro edificio, demolido al ser construido el actual. A principios del siglo XX aparece al frente de la misma el boticario burgalés Antígono Puerto García, pasando a su hijo José A. Puerto desde 1941, siendo actualmente propiedad del farmacéutico Felipe Gómez.
3. PLACIDO DE BRIEGA VERSUS ANTONIO PORTICHUELO
El manuscrito conservado en el monasterio de Oseira describe el enfrentamiento entre ambos personajes durante varios meses, señalando el boticario que, a lo largo de cinco meses de aquel año 1775, asistió al demandado elaborando medicamentos bajo prescripción médica, recetas que en su conjunto fueron firmadas por el demandado al momento de su recepción, a pesar de lo cual, varias de ellas permanecían sin ser abonadas, con un importe total de 146 reales. Ante la indiferencia mostrada por el sr. Portichuelo a las llamadas de atención del boticario, éste se vio obligado a demandarle ante el Vicario eclesiástico de Madrid, lo que tampoco surtió efecto debido a una cuestión de competencias entre ambos religiosos, por lo que Briega decidió elevar su demanda ante el Juez Ordinario correspondiente, reclamando se le abonasen los 146 reales adeudados por el capellán, quien en el auto del proceso afirmaba no recordar que existiera la deuda señalada. Meses más tarde, ya en 1776, Briega prestó declaración ante notario acompañada del correspondiente requerimiento así como de las veintidós recetas motivo de la demanda. Todas ellas fueron emitidas en el transcurso de la enfermedad del capellán, a lo largo de cinco meses, asegurando éste que al menos dieciocho de ellas habían sido abonadas en su momento, no habiendo recibido nunca las otras cuatro, concluyendo que, en ese caso, las habría abonado sin demora. Otro de los documentos conservados en Oseira refiere cómo el boticario recurrió a los servicios de un escribano y dos procuradores a quienes otorgó plenos poderes para que le asistieran y representaran en los juicios en que le fuese necesario acudir. Entendemos, a la vista de la documentación conservada, que el denunciante acudió al juicio con las veintidós recetas firmadas por el denunciado, quien alegó no estar en deuda con este, afirmando, Briega, que el capellán había confesado anteriormente su deuda ante el vicario de la Villa. Del conjunto de recetas motivo de la polémica sólo se conservan dos en la documentación conservada, con la siguiente composición:
1) Decot antivener. comp. Carol Musitan …Lij
Debe 16 rr de 8 tomas de etíope mineral, cuatro con purgante y cuatro sin él.
Para D.A.P. 8 de octubre de 1775.
El médico italiano Carlos Musitano (1635 - 1714) al tratar las ulceras venéreas del cutis propone eliminar los ”humores crasos para entrar en la curación” y, para ello, aparte de administrar las píldoras del “maná de Mercurio” recomienda el “agua antivenérea”, como remedio experimentado que permite desecar aquellas úlceras, pero el remedio ya venía de antiguo, pues en 1728 el médico salmantino Francisco Suárez de Ribera (1686 - 1738), recurría al uso del “agua antivenérea purgante” como tratamiento para diversos cólicos. En cuanto a la segunda parte de la receta, se cita el etíope mineral, una sustancia negra que adopta este color como resultado de la combinación del azogue con un segundo elemento que le aporte oxígeno, constituyendo lo que entonces se denominaba “azogue apagado”. Una definición similar a ésta la aporta el médico francés Jean Astruc, (1684 - 1766), al señalar que el azogue triturado puede apagarse combinándolo con cualquier cuerpo resinoso para obtener un polvo negro que, por ello, recibe el calificativo de etíope; en función de la naturaleza de la sustancia combinada se obtienen diferentes tipos de etíope: antitísico, antireumático, antiescorbútico o purgante, este último, citado en la propia receta se obtiene por combinación de azogue con maná o resina de Jalapa.
2) Sirup papaver alb. Zij
Mel rosar.
Mass pillul mercur duab dosis
Posiblemente se trata de una prescripción de “jarabe de adormideras”, también conocido como “jarabe de Diacodión”, que algunas farmacopeas formulaban con la siguiente composición:
. Extracto alcohólico de adormideras…4 dracmas
. Agua pura…4 onzas
. Jarabe simple…26 onzas
Se disuelve el extracto de adormideras en el agua, se filtra y se añade posteriormente el jarabe, hirviendo todo hasta la consistencia adecuada.
Por otro lado, en la misma receta se refieren unas píldoras mercuriales, pillul. mercur., que la “Farmacología chirurgica” de Plenck (1798) recomienda elaborar a partir de una parte de mercurio disgregada en dos partes de miel, añadiendo también una parte de extracto de cicuta y dos de polvo de malvavisco, haciendo píldoras de dos granos que contenían un tercio de mercurio, y se recomendaban contra los “linfartos del bazo e hígado”. Plenck recomienda, por otro lado, las píldoras mercuriales edimburguenses o de la Pharmacopea Hispana, en cuya composición se emplea una onza de “miel fina” y “mercurio purificado”, formando una masa con polvo de regaliz; se recomendaban estas píldoras en el tratamiento de enfermedades venéreas, acompañándolas de “cocimiento de zarzaparrilla”. Por su parte, el profsor de Farmacia, Fors y Cornet recomienda su elaboración con dos partes de mercurio en tres de conserva de rosas, añadiendo una parte de polvo de regaliz para hacer píldoras de tres granos, con actividad vermífuga y antisifilítica.
En una tercera cuartilla del manuscrito se indica la cantidad de 146 reales de vellón como importe de las 22 recetas dispensadas al Sr. Portichuelo, lo cual pone de manifiesto una contradicción entre la reclamación del boticario y la exposición del presbítero:
Importan estas veinte y dos recetas, con sus repeticiones, despachadas para Dn Antonio Portichuelo en su justo precio (salvo error), ciento cuarenta y seis rr vn. Madrid, y octubre, 19 de 1775.
Plácido de Briega y Regidor. Son 146 rr. Vn.
5. CONCLUSIONES
Hemos visto que el impago de recetas en las boticas es un hecho que viene de lejos, como probablemente lo es el impago por parte de un sector de la población, de cualquier producto adquirido en cualquier establecimiento comercial. Fuera de este detalle económico, el documento nos deja ver un aspecto muy representativo del quehacer diario de nuestras boticas a lo largo del siglo XVIII, como es la elaboración de un medicamento a partir de la correspondiente prescripción médica y su posterior dispensación al paciente. Desconocemos el resultado de la demanda interpuesta por el boticario, a pesar de lo cual el documento aporta una serie de datos de interés para la historia de la farmacia española. De la misma forma que sucedería en una oficina de farmacia actual el farmacéutico elaborador del siglo XVIII conservaba en su poder una copia de la receta que debía estar firmada por el paciente al momento de su dispensación, lo cual sirvió al boticario Briega para presentar como prueba del impago de varias recetas. Por último, entendemos que no deja de ser curiosa la afección venérea del presbítero, pero, en base a la información ofrecida por Alejandre y Torquemada1 acerca de la moral de Portichuelo en materia sexual podemos suponer que su estilo de vida le llevaría sin problemas a padecer este y cualquier otro tipo de dolencias.
Dr. Miguel Álvarez Soaje
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