¿UNA BOTICA EN EL MONASTERIO DE SANTO ESTEVO DE RIBAS DE SIL? APORTACIÓN A LA HISTORIA DE LAS BOTICAS MONÁSTICAS EN GALICIA.

Ante la falta de material, utensilios de botica, libros de farmacia o albarelos procedentes del monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil entendemos que no es plausible la existencia de una botica monástica para atender las necesidades de aquella comunidad en el transcurso de los siglos. A lo largo de este artículo se aportan datos acerca de este monasterio benedictino, así como de otros conventos de su entorno, como el de los Jesuitas de la ciudad de Ourense o los Trinitarios descalzos de Correxáis, en Vilamartín de Valdeorras. Con ello aportamos, también, nuevos datos para la historia del monacato en Galicia.
1. El monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil (Ourense): unos orígenes inciertos. Los orígenes del monasterio benedictino de Santo Estevo están ligados a la figura del eremita Frankila que, en el siglo X, pudo vivir retirado del mundo en aquellas empinadas y solitarias laderas del Sil, aguas abajo de donde se ubica actualmente el impresionante monasterio-parador. En lo más profundo del bosque todavía se localizan los restos de una pequeña construcción de piedra, la antigua ermita de San Xoán de Cachón, apenas unos muros, sobre cuya puerta se localiza un dintel en el que se lee un texto que hace referencia a la figura de Frankila como abad de una pequeña comunidad de monjes reunidos bajo su dirección y siguiendo la regla de San Benito. La pared en la que se abre la puerta con su dintel parece ser más antigua que el resto del conjunto, pero, en cualquier caso, lo interesante es el texto del dintel, de casi dos metros de longitud cuya interpretación sería(Freire Camaniel, J. - El monacato gallego en la alta edad media, Tomo I, Fundación Pedro Barrié de la Maza, Coruña, 1998): “CUM DEI ADMINICLO FRANKILA ABBA CONDIDIT OPUS ERA DCCCCZVI”, cuya traducción sería algo así como: “Con la ayuda de Dios, el abad Frankila fundó esta obra”, y ello podría hacer referencia a la construcción allí de un eremitorio o, quizá, a la reconstrucción, ladera arriba, del monasterio de San Benito, dependiendo del lugar de procedencia de este dintel, cuyo origen parece no estar del todo aclarado. En cualquier caso, parece ser que bajo el reinado de Ordoño II se autorizó al abad Frankila la reconstrucción de Santo Estevo en un lugar de más fácil acceso, aunque con dificultades para garantizarse un suministro constante y abundante de agua, lo cual obligó siglos después a realizar una importante y curiosa obra de ingeniería hidráulica de la cual hablaremos a continuación. 2. Su incorporación a la Congregación de San Benito de Valladolid en el siglo XVI. Ya en el siglo XVI, una vez incorporado Santo Estevo a la Congregación de Valladolid, fue establecido en el monasterio un Colegio de Artes y Filosofía por el cual pasaban aquellos monjes de la orden que aspiraban al sacerdocio. La propia comunidad monástica, más el alumnado del colegio y sus profesores, así como el personal lego requerían la existencia de una atención sanitaria con cierta capacidad técnica y material; por tanto, cabe pensar, ante la falta de documentación escrita, en la necesaria existencia de un servicio de médico, cirujano y boticario tal y como sucedió en otros monasterios de similares características, tanto en Galicia como en el resto de la Corona de Castilla. 3. Servicios sanitarios para la comunidad y Colegio. Hay constancia escrita de la existencia en el monasterio de un médico asalariado en diferentes etapas a lo largo de los siglos XVII y XVIII prestando sus servicios a la comunidad monástica con sus prioratos (Santa Cristina de Ribas de Sil y Pombeiro) y sus granjas. La plaza de médico conllevaba la disposición de una vivienda y dependencias necesarias desarrollar su actividad profesional, así como una caballería para realizar las visitas profesionales a lo largo y ancho de todo el coto monástico. Varios nombres figuran en la relación de médicos adscritos a Santo Estevo en el transcurso de los años y, por ello, entendemos que la labor del médico necesariamente debía plasmarse en una solución terapéutica a cargo de un boticario y, como ocurría en otros monasterios, este cargo lo debía desempeñar un miembro de la comunidad de monjes correctamente formado en la ciencia farmacéutica en otros monasterios de la orden que contasen con botica. Así ocurría en otros monasterios de Galicia, como Celanova, San Martín Pinario o Samos dentro de la orden benedictina y Oseira, Sobrado, Oia o Meira, dentro de la orden cisterciense. Hay, sin embargo, algunas e importantes excepciones a esta norma en monasterios de cierta entidad en ambas órdenes. De entre los benedictinos, no tenemos constancia de la existencia de botica (lo cual no quiere decir que carecieran de ella) en los monasterios de San Vicente del Pino (Lugo), quizá por estar en el centro de una población importante que debía disponer de varias boticas seglares, San Salvador de Lourenzá (Lugo), quizá por su proximidad a la ciudad de Mondoñedo, San Juan de Poio (Pontevedra), quizá por su proximidad a la ciudad de Pontevedra y otros monasterios menores en tamaño y número de monjes, como San Martín de Xubia, San Lorenzo de Carboeiro y otros. Dentro de la orden cisterciense nos resulta llamativa la ausencia de datos relacionados con la existencia de botica en el monasterio de Santa María de Monfero (A Coruña), quizá por su proximidad a la ciudad de Betanzos y otros menores como Santa María de Aciveiro (Pontevedra) o Santa María de Armenteira, entre otros.
Cada monasterio contaba con su enfermería o infirmatorium a cargo de un monje enfermero. A pesar de que en las ciudades de Monforte y Ourense habría médicos al servicio del Conde y Cabildo catedralicio, el monasterio de Santo Estevo contó con la presencia de médico a lo largo del siglo XVIII; quizá, el primer médico contratado para el servicio sanitario del monasterio de Santo Estevo lo fue el año 1701, por espacio de 4 años y, posteriormente, se sucedieron varios médicos contratados por espacios de 3 o 4 años, a los cuales se les proporcionaba una vivienda, con obligación de prestar atención a los monjes de la comunidad, huéspedes y criados del monasterio, así como a los curas de los diferentes prioratos dependientes de Santo Estevo, facilitándole, para ello, la correspondiente caballería para sus desplazamientos, así como el disfrute del paso gratuito en la barca que cruzaba el río Sil, ya que el monasterio tenía también su propia botica. Un informe de 1872 la sitúa entrando en el claustro grande, hacia el oeste, a la izquierda, bajo la arcada (Duro Peña, Emilio; El monasterio de San Esteban de Ribas de Sil, año 1977, pág. 147). Se trataría de una sala que dispone de dos tragaluces abiertos al exterior de la fachada principal del monasterio. Pero se desconocen otros datos relativos a esta oficina, sin nombres de boticarios, sin inventarios de productos ni material de trabajo. 4. ¿Una botica en el monasterio? En cualquier caso, la tradición oral viene señalando la existencia de una botica en el monasterio de Santo Estevo e, incluso, se indica su ubicación dentro del claustro grande o de la portería, entrando en el mismo hacia la mano izquierda, bajo las primeras arcadas y con vistas a la fachada principal del monasterio. Pocos datos más se conservan en cuanto al utillaje de la misma o la identificación de sus boticarios en el transcurso de los años, lo cual nos lleva a pensar en que, quizá, la denominada botica pudo ser apenas una sala donde recibir unas atenciones sanitarias básicas. En los gastos que se refieren en el Capítulo General (Hipólito de Sá, “Botica de San Esteban de Ribas de Sil”, en Boticas monacales y medicina naturista en Galicia, Everest, León, 1983, págs. 53 – 62) celebrado el año de 1705 se incluyen entre los gastos del monasterio los referentes a médico, enfermería y botica, lo cual nos hace pensar que el aspecto sanitario de la comunidad se gestionaba en el exterior del monasterio. Los médicos ejercientes más próximos a Santo Estevo (podemos pensar que también los boticarios) se encontraban en las ciudades de Ourense y Monforte de Lemos. Señala Hipólito de Sá que, más adelante, en el período de 1761 a 1765 la partida de gastos de la comunidad en médico, enfermería y botica alcanza una cifra similar a la anterior, lo cual puede hacer pensar que, efectivamente, la comunidad disponía de una botica instalada en el monasterio. Sin embargo y a falta de otra documentación que confirme la existencia de botica con utensilios y boticarios, entendemos que el gasto en botica podía hacer referencia al gasto ocasionado por las medicinas adquiridas por el monasterio en boticas seglares, situadas probablemente en la ciudad de Ourense. Describe Hipólito de Sa que en una de sus visitas a Santo Estevo localizó, entre un conjunto de libros religiosos que se conservaban en el archivo parroquial un ejemplar del Dioscórides muy deteriorado pero lo más interesante es que tenía cosido un manuscrito que contenía un formulario de plantas, extraído de la Palestra pharmacéutica galénico-chymica, de Félix Palacios (El “formulario” incluía la descripción de diferentes flores, hojas, raíces y rizomas con actividad terapéutica pero el autor no describe el aspecto del documento, del cual desconocemos su localización actual). En la parte alta de la aldea de Santo Estevo se conserva actualmente una casa con interesante escudo e inscripción, conocida como la “casa del médico o la casa del cirujano”, situada frente a la imponente casa de las audiencias.
5. ¿Qué nos dice la documentación existente? En el A.H.P.Ou,(Archivo Histórico Provincial de Ourense), se conserva un documento manuscrito en folio, escrito por ambas caras, que refiere la “Razón de las deudas que se están debiendo a esta botica de Orense por recetas despachadas en ella y tasadas por mí, el hermano Juan Dávila, boticario” correspondiente a la botica del Colegio de los Jesuitas en aquella ciudad en abril del año 1767. Entre otros, son varios los monasterios y conventos que adeudan pagos por dispensación de medicamentos; entre ellos, los conventos de Santa Clara de Allariz, Santo Domingo y Nuestra Señora de las Mercedes de Ourense y el monasterio de San Esteban de Ribas de Sil. La botica del Colegio de los Jesuitas de la ciudad de Ourense fue incautada por el Estado y tasada, por un importe de 20.300 reales (AHPOu, “Legajo con la orden para la venta de la botica y entrega que de ésta hice a Don Domingo Villaamil y al diputado de la Junta, Don Joseph Méndez, apoderados para la venta que hizo la Junta en veintemil trescientos y tantos reales. Año de 1771), como paso previo para su venta pública en el año 1771. “Comunicado a la Junta el día 24 de junio de 1770: El Consejo ha visto lo que, en representación de 14 y 15 de mayo anterior expusieron esa Junta Municipal y V.M. al Illmo. Sr. D. Pedro Rodríguez Campomanes, primer Fiscal del Consejo de la Cámara, en punto al destino de la botica que en esta ciudad tuvieron los Regulares de la Compañía y respecto de que el Hospital que ahí existe no merece este nombre, por sus cortas rentas y que la aplicación de la botica no puede proporcionarle fondo de consideración, ha acordado, en el extraordinario celebrado el 9 de este mes, proceda V.M. con esa Junta a la venta de los efectos della sacándolos a pública subasta y rematándolo en el mejor postor con las formalidades prevenidas, poniendo su importe en Arcas Reales y remitiendo recibo al Consejo, según está mandado. Y por lo que mira en la pieza que se halla la botica, y parece está independiente del edificio del Colegio, quiere el Consejo la arriende V.M. al comprador de los efectos della, procurando en todo el beneficio posible a favor de las temporalidades. Lo que participo a V.M. de orden del Consejo para su inteligencia y cumplimiento. Dios gde. a V.M. ms as. Madrid, 16 de Junio de 1770.” 6. La botica de los Trinitarios descalzos del convento de Correxáis /Correjanes. En este punto, y ante la duda o la falta de confirmación de la existencia de una botica en Santo Estevo, podemos preguntarnos si un modesto convento, como lo fue el de los trinitarios descalzos de Correxáis (Correjanes en la grafía del siglo XIX y cuyos restos todavía se conservan en el concello ourensano de Vilamartín de Valdeorras), dispuso de una botica correctamente atendida, a pesar de lo reducido de su comunidad y la escasa población circundante, cómo no iba a disponer de una botica un monasterio de las proporciones de Santo Estevo, que contaba, además, con un nutrido grupo de alumnos y profesores, aparte de la propia comunidad monástica. Correxáis, al igual que Santo Estevo tenía escuela de latín, filosofía, teología y moral para miembros de la orden Trinitaria, contando, a mediados del siglo XVIII, con 22 religiosos, uno de ellos el propio boticario (AHPOu, “Legajo con la orden para la venta de la botica y entrega que de ésta hice a Don Domingo Villaamil y al diputado de la Junta, Don Joseph Méndez, apoderados para la venta que hizo la Junta en veintemil trescientos y tantos reales. Año de 1771).
7. Ausencia de evidencias materiales y documentales acerca de una botica. En cualquier caso, la falta de datos acerca de una botica en Santo Estevo es un hecho evidente. Ni siquiera el Inventario realizado por los funcionarios del Estado tras la desamortización (A.H.P.Ou, Caja 10261, -Inventario del suprimido monasterio de San Esteban de Ribas de Sil. Año 1836-), el año de 1836 arroja más luz a esta cuestión. La visita al monasterio se llevó a cabo por los funcionarios el 16 de marzo de 1836 y fue dirigida por el último abad de la casa, el monje fr. Benito Feijoo, que ejerció de guía a lo largo de aquel amargo recorrido a través de las dependencias interiores y exteriores del monasterio. Comenzó el recorrido por la cámara abacial y en ella se describen apenas cuatro muebles pero resulta más interesante la visita a la mayordomía, constituida por cuatro habitaciones en la cual se describen los siguientes elementos: “otro escritorio viejo, sin mesa, con su tapa y cerradura; contiene doce cajoncitos o navetas con efectos de botica, del cirujano existente. Una mesa vieja, de madera, (…), un caballete de sillas de montar, un almirez de madera de cerca de una vara de alto, con sus argollas de hierro, con una buena aldaba de lo mismo, para moler canela, con su tapa y pisón de hierro, de más de 3 cuartas de largo, igual a lo lato del almirez por afuera, bueno. Una romana grande con su pilón, que hace doce arrobas y media. Una tartera, una sartén, dos asadores, una espumadera, dos piedras de moler chocolate (…) un sello con su mango, todo de palmo y medio de largo, que dice San Esteban”. En la cocina monástica se localiza un almirez de bronce con su mano, también de bronce, “con un peso de 16 libras gallegas” una docena de platos de Talavera y un par de sartenes, un cazo y poco más. Se recorren otras dependencias como el refectorio, la cilla, el granero, la bodega y las caballerizas, sin aparecer citada una visita a la botica.
8. Conclusiones. A la espera de que, en algún momento, salgan a la luz nuevos documentos como utensilios de la botica, libros de farmacia o albarelos que respalden la existencia de una botica entendemos que no podemos hablar de la presencia de una botica en el monasterio de Santo Estevo. Miguel Álvarez Soaje, septiembre de 2025.

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