APORTACIÓN A LA HISTORIA DEL MONASTERIO DE SAMOS: LA BOTICA DEL HOSPITAL MILITAR INSTALADO DURANTE LA GUERRA CONTRA LOS FRANCESES

A pesar de que la invasión y ocupación francesa en Galicia se llevó a cabo entre los meses de enero y junio del año 1809, en el resto de España se prolongó con extremada violencia durante varios años más. Ello llevó a la instalación de varios hospitales militares en diferentes puntos de nuestra geografía, como en el caso que nos ocupa, del hospital instalado en las dependencias del monasterio de Samos en 1811. Hemos localizado un documento manuscrito que refiere la queja planteada por uno de los farmacéuticos de aquel hospital ante las deficientes instalaciones del mismo, responsabilidad de la comunidad monástica, (documento conservado en el Archivo del Reino de Galicia en A Coruña). Although the French invasion and occupation of Galicia took place between January and June 1809, it continued with extreme violence in the rest of Spain for several more years. This led to the establishment of several military hospitals in different parts of Spain, such as the hospital established in the monastery of Samos in 1811. We have located a handwritten document that refers to the complaint made by one of the pharmacists at that hospital regarding the poor facilities, which were the responsibility of the monastic community (document preserved in the Archives of the Kingdom of Galicia in A Coruña).
Por suerte para Samos, en la ocupación de 1809 el monasterio no sufrió las atrocidades que las tropas francesas llevaron a cabo en otras poblaciones gallegas y, quizá por ello, la Junta Superior de Galicia entendiese que las instalaciones monásticas eran las adecuadas para cubrir la necesidad de instalar allí un hospital militar. Para la atención de este elemento sanitario se designaron once monjes del propio monasterio pero, al parecer, se mostraron “poco entusiastas de su tarea” como se desprende de la protesta formulada por la Junta el año 1811 ante “el espíritu de partido, intriga y desunión que reina entre algunos religiosos empleados en el hospital”, según refiere el historiador benedictino Maximino Arias Cuenllas en su estudio sobre el monasterio de Samos en la época de la exclaustración. Como vemos en el documento adjunto, la reclamación de la Junta de Galicia está justificada debido, en este caso, a la desatención que vive el hospital militar ante la pasividad de los monjes encargados del mismo.
El documento manuscrito, fechado en 1811 describe la queja de uno de los farmacéuticos encargados de la botica del hospital en el sentido de que, la misma, carece de ventanales de vidrio o vidrieras, que se conservan en las instalaciones de la antigua botica monástica y que los monjes evitan trasladar al hospital, a pesar de la insistencia de los farmacéuticos; ello se traduce en una difícil gestión de la sala de la botica que, probablemente, tendría los ventanales tapiados con maderas o algún elemento que mantendría el interior de la misma en una penumbra que dificultaba la elaboración y dispensación de los medicamentos a los soldados enfermos o heridos. A pesar de la reclamación de los farmacéuticos los monjes no cedieron las vidrieras para el hospital y, por ello, se llevó a cabo la reclamación que presentamos en este artículo, sin que conozcamos la resolución de la misma, ni la localización exacta de este hospital militar en el conjunto de dependencias del monasterio de Samos. La transcripción del manuscrito es la siguiente: Sin embargo de que, a presencia de V.S. en la sala donde se celebran las sesiones de la Junta Provincial de Lugo, manifestó el Sr. Administrador de este Hospital Militar que, para precaver los daños que ocasiona la falta de vidrieras o encerados de la pieza donde se ha colocado esta Rl. Botica, se había escrito al R.P. Iglesias se sirviese franquear las que antes tenía aquella pieza y que, en el caso que este R.P. no condescendiese con tan justas ideas, se mandaran haber unos marcos para encerados a efecto de impedir los males, que son obvios. He visto con dolor que, habiendo transcurrido tanto tiempo aun no se ha verificado ninguno de los medios y, como esta oficina no puede continuar, absolutamente, en este estado sin exponer a los infelices enfermos a consecuencias funestísimas, a pesar del celo de los Farmacéuticos que la sirven, por hallarse en los dos extremos, de estar despachando a oscuras y sujetos, por esta razón, a equivocaciones lamentables o, de abrir las puertas-ventanas y que el aire mezcle entre sí al tiempo del mismo despacho algunos medicamentos contra las intenciones y salud de los enfermos, sobre la gran pérdida que padecen las materias pulverizadas no puedo menos que noticiar a V.S. esta necesidad, que estoy seguro la remediará y con las mismas vidrieras que ha habido en la referida pieza, pues me consta paran en poder del R.P.M. Medrano, tanto porque de las faltas que noté en algunos medicamentos no puedo hacer responder al encargado cuanto por lo que interesa la vida de estos dignos defensores. Dios guarde a V.S. muchos años. Hospital militar de Samos, 16 de Julio de 1811. Antonio Martínez

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