ATISBOS DE MODERNIDAD CIENTÍFICA EN LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA: 3ª PARTE - RICARDO MONTEQUI DÍAZ DE PLAZA
RICARDO
MONTEQUI Y DIAZ DE PLAZA (1893-1976)
Nacido en la
localidad de Barco de Ávila en Octubre de 1893, llevó a cabo el bachillerato en
el Instituto de Ávila, finalizando sus estudios en 1909. Doctor en Químicas y
Farmacia, fue Catedrático de Química
Inorgánica aplicada a la Farmacia y Rector de la Universidad de Santiago.
Su actividad
académica y profesional es extensa; se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad
de Salamanca en 1914, en la que fue Becario por oposición de los Colegios
Mayores [1] y se
doctoró en la misma dos años después con premio extraordinario. Fue Becado,
también, durante tres años por la Junta
para Ampliación de Estudios en el Laboratorio de Análisis Químico que dirigía
el profesor José Casares. En 1914 recibió el premio “Gómez Arias” de la
Universidad de Salamanca y en 1917 participó, junto al Profesor Fourneau del
Instituto Pasteur de París, en un cursillo teórico-práctico sobre Síntesis de Medicamentos Orgánicos, en
el Laboratorio del Profesor Carracido. Aquel año accedió al doctorado en
Ciencias Químicas con un trabajo de investigación denominado Estudio de los
Isobutilxantogenatos metálicos, publicado en el Boletín de la Academia de
las Ciencias.
En el curso
1922-23 fue pensionado por la Universidad de Santiago y por la Junta para
Ampliación de Estudios para ampliar su formación en la Universidad de Burdeos
donde llevó a cabo un curso de “Farmacia Química” con el profesor André Labat y
otro de “Química Biológica” con el profesor Georges Deniges, autores de la
obra Précis de Chimie Analytique,
publicada en dos tomos.
Montequi había llegado a Santiago como Catedrático
por oposición de la asignatura de Física y Química en el Instituto de
Bachillerato de la ciudad, tomando posesión del cargo en Junio de 1918, a los
25 años de edad. Un año más tarde, en 1919 daba ya clases en la Facultad de
Ciencias [2] pero
permaneció ejerciendo la docencia en el Instituto por espacio de diez años,
accediendo entonces, por oposición, al puesto de Catedrático numerario de
Química Inorgánica en Mayo de 1928, docencia que no abandonaría hasta su
jubilación. Ese mismo año de 1928 se había puesto en marcha un nuevo Plan de
Estudios que incluía nuevas disciplinas así como la promoción de estudios de
carácter profesional o de investigación científica, de cara a promover la
enseñanza de postgrado y gracias a ello se crearon varias “escuelas” como el
Laboratorio de Química Inorgánica, que Montequi pudo instalar en la Facultad de
Farmacia y donde se formaron posteriormente los futuros profesores Aniceto
Charro y González Carreró.
Como hemos
apuntado anteriormente, en 1922 la Junta para la Ampliación de Estudios le
concedió una Beca para trabajar en los laboratorios de la Universidad de La
Sorbona durante 12 meses y aprovechó su estancia en París para llevar a cabo un
estudio comparativo entre la enseñanza de las ciencias experimentales en España
y Francia. Fruto de aquella investigación fue la elaboración de un informe
titulado Organización de Enseñanzas de la
Química y la Física en los Liceos franceses.
En 1922 ya era
conocida su capacidad de trabajo y sus conocimientos científicos y por ello se
le reclamó desde Vigo para impartir una conferencia en el Ateneo de la ciudad
y, al año siguiente, un curso teórico-práctico sobre Análisis volumétrico y sus principales aplicaciones. Por aquella
época inició los estudios de Farmacia, licenciándose en 1926 y obteniendo el
doctorado en 1927, para el cual elaboró una memoria sobre las Nuevas reacciones del Zinc, Cobre y Cadmio:
su estudio práctico y teórico.
La parte
científica de este trabajo había sido publicada en 1917 en los Anales de la
S.E.F.Q.( Sociedad Española de Física y Química), otra parte de la
investigación se llevó a cabo en los laboratorios de la Facultad de Farmacia de
Burdeos el año 1923 y, tras abandonarlo unos años, fue concluido por Montequi
en 1926. El trabajo se centraba en las reacciones de los mercurisulfocianatos
en la caracterización microquímica de cobalto y cobre y como reactivos de la
precipitación del zinc. Al inicio del estudio señala Montequi la escasa
bibliografía disponible sobre este tema, así como los errores que han podido
detectar en las publicaciones existentes, una vez concluidas las investigaciones.
Por otro lado, confirman una serie de hipótesis y resultados obtenidos años
antes por otros investigadores franceses. A lo largo del trabajo se muestran
los métodos y reacciones empleadas a lo largo de su investigación, métodos de
obtención de las disoluciones cúpricas y análisis de las disoluciones acuosas y
el agua de cristalización. En otros capítulos se interesa por las reacción
microquímica del cadmio (la velocidad de formación de cristales de
mercurisulfocianato cádmico) y del cobre así como sus aplicaciones
farmacéuticas, al conseguir con estas reacciones la obtención de estos
elementos químicos en forma de cristales estables. Entre otras, la Farmacopea
Española de 1905 (reimpresa en 1915), que es la que maneja el autor, refiere
las utilidades del zinc como astringente, su óxido como antiespasmódico y su
fosfuro como tónico y estimulante. Respecto al cobre, cita Montequi su
actividad como emético, irritante y astringente a diferentes dosis. Finalmente,
echa en falta referencias a las aplicaciones del cadmio, utilizado, sin
embargo, en reumatismos y sífilis. Resalta Montequi el interés de las
reacciones que presenta en su estudio para el trabajo del farmacéutico en
Oficina de farmacia a la hora de elaborar fórmulas magistrales y en casos de intoxicaciones
ya que con estos métodos las reacciones de identificación de zinc, cadmio y
cobre serán más sencillas y prácticas que con los métodos existentes en la
época. Tras la
lectura de la Memoria ante el Tribunal el 22 de Enero de 1927, el autor obtuvo
una calificación de Sobresaliente.
Para la
apertura del curso 1932-33 la Universidad le encargó, en calidad de
Vicerrector, el discurso inaugural, que leyó bajo el título de El sueño dorado de la Alquimia.
Comenzaba el
acto reconociendo el escaso interés que este tipo de discurso despertaba entre
los oyentes, limitados a escuchar en silencio las complicadas explicaciones de
los ponentes. Pensaba Montequi que la Universidad debía servir para ampliar y
difundir el conocimiento que unos pocos alcanzan tras concienzudas y profundas
investigaciones y propone como ejemplo de esta idea el caso de la Alquimia, la
cual, a pesar de los continuos y conocidos fracasos siempre ha sido un tema de
gran expectación. Pasó, entonces, a relatar la historia de la Alquimia desde
sus posibles orígenes en el antiguo Egipto, la aportación de la filosofía
helenística, hebrea, cristiana y árabe y su rebrote en la Edad Media, previo a
su decaimiento durante el siglo XVIII ante el desarrollo de la química. Sin
embargo, la idea básica de la Alquimia no desapareció totalmente y, por ello,
se ve resurgir constantemente a la primera ocasión propicia. Afirma Montequi
que el origen de los razonamientos transmutatorios pueden parecer lógicos al
observar ciertos experimentos con mercurio, cobre o hierro y, de ahí, debió
surgir la idea de extrapolarlos a la consecución del oro o de aquella sustancia
que añadida al plomo o cualquier sustancia inferior podía transformarla en oro,
(piedra filosofal).
Cita, a continuación a personajes que influyeron en
la Alquimia de la Edad Media, entre otros Arnaldo Vilanova, Roger Bacon, van
Helmont, Alberto Magno o Paracelso, a los que se puede añadir otra interminable
lista de alquimistas de los siglos XV y XVI, entre los que debió haber una
pléyade de charlatanes y estafadores. Todos los razonamientos con que la
Alquimia trató de perdurar durante siglos cayeron finalmente en el siglo XVIII
con los postulados y razonamientos de personajes de la talla de Lavoissier, que
sentó las bases de la química moderna. La Alquimia
está rodeada de mitos desde sus orígenes y pone como ejemplo de esos mitos la
figura de Hermes Trimegisto, personaje al que se atribuyen miles de obras sobre
magia, astrología y química. En su discurso, Montequi llevó a cabo un resumen
de la historia de la química desde el punto de vista de la investigación,
poniendo como ejemplo lo que se podría entender como una química sin
razonamiento, que viene a ser una química filosófica a la que podríamos
comparar con Alquimia que, a pesar de puntuales intentos de resurgimiento en el
Japón y la Alemania de la época, no tenía
cabida en el siglo XX., según afirmaba al finalizar su discurso.
Entre las numerosas publicaciones Montequi podemos citar las siguientes:
- Estudio de un nuevo compuesto del Molibdeno, publicado en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química (A.S.E.F.Q.) el año 1916.
- Sobre los Isobutilxantogenatos cuprosos; A.S.E.F.Q. 1916.
- Química Moderna, primera edición en 1921; esta obra fue declarada de mérito por la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Por Real Orden de Diciembre de 1917 fue declarada texto único para la enseñanza de la Química en el sexto curso de Bachillerato.
- Relación entre la constitución de los cuerpos y su acidez; Revista de Farmacia. Santiago. 1919
- Nuevas reacciones del Cobre, Zinc y Cadmio. Su estudio teórico y práctico. 1927.
- Química. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Libro de texto para los Institutos nacionales de segunda enseñanza, 1928.
En los meses
de Junio y Julio de 1933 residió en París y Burdeos, comisionado por la
Universidad de Santiago para llevar a cabo un estudio sobre la organización de
la carrera de Farmacia en Francia, a raíz de las consultas formuladas por la
Junta Organizadora de la Asamblea Farmacéutica, lo que pone de manifiesto que
las sugerencias que el profesor Eleizegui formulase en 1906 seguían sin
llevarse a la práctica. A su regreso, solicitaba la creación de nuevas
disciplinas, más prácticas y que se fomentase la investigación científica.
En Mayo de
1931, bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso, accedió al cargo de Vicerrector
de la Universidad, cargo que dejaba Cotarelo Valledor por su traslado a Madrid
y, tras el fallecimiento del primero en 1933, ocupó el puesto de Rector desde
Enero de 1934 hasta 1936, en que se le concedió traslado a Madrid. Su rectorado
fue un periodo conflictivo dada su postura poco comprometida con la causa
galleguista, dedicándose más a las gestiones científicas (consiguió un aporte
económico de 13000 pesetas para los laboratorios de la sección de Químicas) y
profesionales de su alumnado (sufragó un viaje científico a Asturias a los
alumnos de Química Técnica con 500 pesetas de las dedicadas a sus propios
gastos de representación como Rector), así como a los asuntos que, tras el
fallecimiento repentino de Cadarso, habían quedado inconclusos [3].
Desde la
segunda década del siglo se habían hecho evidentes las reivindicaciones de
ciertos sectores galleguistas con la intención de que se crease en Santiago una
Cátedra de Lengua y Literatura gallega que ya existía en la Universidad Central
de Madrid desde 1910. [4]
También se
debe a su gestión que la Facultad de Medicina concretase los plazos para
presentar las memorias de las bolsas recibidas, plazo que hasta entonces no
existía pero, por otro lado, el hecho de asumir el rectorado supuso un cierto
retroceso en su labor científica en la Facultad de Farmacia. Entre sus
gestiones al frente de la Universidad intentó que se suprimiese la excedencia
de que disfrutaban los profesores recién llegados, solicitando que no se
disfrutara antes de ejercer la labor profesional, al menos, durante dos años.
En un número de Junio de 1935 del diario “El Compostelano” se hacía referencia
al interés de Montequi por habilitar el cuartel de San Caetano para Colegio de
sordomudos y ciegos.
En un balance
que él mismo efectuó sobre su gestión al frente de la Universidad se volvió a
mostrar crítico con el sistema educativo imperante, basado en la memorística, a
la vez que se mostraba partidario de la investigación científica. De su
gestión, destacó grandes logros obtenidos a pesar de la falta de medios
materiales y económicos, logros concretados en la propia formación de los
estudiantes que salían al extranjero, que en varias ocasiones recibieron
merecidas felicitaciones. Reclamaba, por otra parte, mayor autonomía para la
Universidad en un artículo aparecido en diario “El Pueblo Gallego” en 1935 y,
en ese sentido, celebraba que se pudieran celebrar ya las tesis doctorales en
la Universidad de Santiago.
Durante su
mandato eligió como Vicerrector a Luis Iglesias, Presidente del Seminario de
Estudios Gallegos, más próximo que él a los ideales galleguistas para, de esa
manera, atender la otra gran demanda que se vivía en la Universidad y que él no
compartía. Con la elección de Iglesias trataba de paliar los disturbios en un
sector del estudiantado y tras su renuncia al cargo por traslado a Madrid,
sería nombrado Decano honorario de la Facultad de Farmacia.
La FUE
(Federación Universitaria Escolar) fundada en Madrid en Enero de 1927 como
organización estudiantil, fue protagonista de las reivindicaciones en contra de
la Dictadura de Primo de Rivera y en esa dirección actuó hasta el estallido de
la Guerra Civil en 1936. En Santiago se creó en 1929 en el “Bar Lea” de la rúa
del Villar y, aquí, adoptó una posición de marcado carácter galleguista y republicano,
desvinculándose del espíritu universitario con que había sido creada. En los
primeros años de la II República se vio involucrada en varios conflictos
universitarios pero bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso vivió una época de
cierta calma, dado el carácter abierto y conciliador mostrado por este Rector.
Cuando Montequi accede al rectorado, su relación con la FUE se puede calificar
como correcta, llegando a publicar un artículo en su revista, pero al poco
tiempo la situación cambia y pasó a acusar a la Federación de los graves
desórdenes estudiantiles y, a partir de entonces, esta organización perdió
parte de su influencia en el entorno universitario.
En su artículo
publicado en el Nº 2 de la revista de la FUE [5],
Montequi expresaba su opinión sobre las nuevas relaciones existentes en el
entorno universitario. Inicialmente se muestra crítico con el nuevo espíritu
universitario en el que los alumnos forman parte del gobierno de la
Universidad, discuten las decisiones de los profesores a la vez que éstos los
tratan como amigos más que como a alumnos y todos juntos comparten los mismos
ambientes de café y tertulias. Formulada esta presentación, da un giro radical
en su exposición y se muestra favorable a estas nuevas relaciones frente a la
antigua Universidad, con catedráticos “pertrechados tras su imagen de terror y
distanciamiento.” Frente a aquellos, destaca la actitud de los nuevos
profesores, preocupados en no descolgarse del ritmo científico que marcan otros
países de nuestro entorno, que “descuidan su indumentaria pero cultivan más su
cerebro”. Indudablemente Montequi acepta
la nueva situación, más acorde con los tiempos que vive y, finalmente, hace un
llamamiento a la convivencia entre todos y al esfuerzo de la juventud, para que
se muestre más ligada a la ciencia, la naturaleza y el deporte.
Su acceso al cargo de Vicerrector estuvo, también,
envuelto en polémica; tras el discurso de apertura del curso 1933-34 a cargo de
Fernández del Riego, la Junta de Gobierno se reunió en un acto en el que el
Presidente Viñas, abandonó su cargo por discrepancias sobre lo ocurrido e,
inmediatamente, la Presidencia de la Junta pasó a ser ocupada por Montequi,
quien reclama que en adelante y en ese tipo de actos no se buscase la
ambigüedad dialéctica, se tratasen los temas con claridad evitando el
confusionismo y dando a conocer la autenticidad de las demandas del
conferenciante. En aquel acto se puso en duda la adecuada representatividad de
la FUE en la Universidad, de la que Montequi no se mostró partidario en
absoluto. En la Junta de Gobierno de Octubre de 1933, que presidió él mismo, se
volvía a reprobar la actitud intransigente de la FUE que, desde entonces,
perdió su representatividad en los organismos de la Universidad. Ese año,
Montequi presidía el Comité Regional del XIV Congreso de la Asociación para el
Progreso de las Ciencias, que tuvo lugar en Santiago el mes de Agosto. Fueron
aquellos unos años de conflictos en la Universidad y en 1934 presidió en
Santiago el Comité Regional del XIV Congreso de la Asociación española para el
progreso de las Ciencias y el mismo año, en Madrid, actuó como Secretario de la
mesa de Química Inorgánica en el Congreso Internacional de Química Pura y
Aplicada.
En 1936
consigue una cátedra en la Universidad Central de Madrid a la que se traslada
al finalizar la Guerra Civil, sucediéndole Jaime González Carreró en la Cátedra
de Química Inorgánica. Fue éste un periodo oscuro y de gran tensión en la vida
de Montequi, al verse involucrado en dos ocasiones en una serie de acusaciones
políticas que pusieron en duda públicamente su adhesión al Régimen de Franco.
Fue sometido, por ello, a duras investigaciones para las que formuló audaces
pliegos de descarga desvinculándose de las acusaciones y dudas que lo
vinculaban con los movimientos galleguistas y republicanos. En su defensa
renegó públicamente de los argumentos acusatorios, recordando su enérgica labor
al frente del rectorado para evitar las actividades que la FUE llevó a cabo
bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso. Durante todo el conflicto bélico
permaneció adscrito al Laboratorio Militar de Santiago donde se elaboraban
medicamentos para el Ejército franquista del Norte[6]. En
este Laboratorio, situado en la propia facultad de Fonseca, ostentando el grado
de Capitán, estuvo al frente de la Sección de Investigación y preparaciones
especiales, actuando, también, como director de la asesoría química del
Servicio del Ejercito del Aire, contando entre sus colaboradores a sus antiguos
discípulos de Facultad. De esta manera y con cierta habilidad pudo sortear en
dos ocasiones las acusaciones vertidas en su contra, viéndose finalmente
rehabilitado para ejercer su profesión.
Como otros
muchos farmacéuticos de la época, Montequi también llegó a elaborar una serie
de medicamentos para su venta al público como los conocidos “inyectables del
Doctor Montequi” que se vendían bajo la denominación de DINATON, o un preparado
para la dermatosis registrado como CACODINA.
Acabada la
guerra, en 1940 accedió a la Jefatura de la sección de Química Aplicada del
Instituto Nacional de Oceanografía donde realizó también una interesante
actividad investigadora y en 1942 fue elegido para ser académico de número de
la Real Academia de Farmacia, tomado posesión del cargo en Junio de 1945, para
cuyo acto leyó un discurso sobre las Perspectivas de la carrera de Farmacia,
tema sobre el que ya había tratado desde su estancia en Francia, veinte años
antes. En 1958 fue elegido Director de este Organismo, sucediendo a José
Casares Gil, y estuvo al frente hasta su muerte en 1976. Bajo su dirección, en
1963, se reunió una comisión encargada del estudio de los manantiales de aguas
minero-medicinales, en colaboración con Aniceto Charro en el Instituto Gallego
de Bromatología y, años más tarde, en 1967, se procedió a la inauguración de la
nueva sede de la Academia en el edificio de la antigua Facultad de Farmacia en
Madrid.
Fue nombrado,
también, Vicepresidente de la Sociedad Española de Física y Química [7] así
como Jefe del departamento de Química Analítica Aplicada del Instituto Alonso
Barba, perteneciente al C.S.I.C.
A lo largo de
su vida profesional publicó gran número de trabajos en algunas de las revistas
más prestigiosas, entre ellas, la de la “Asociación para el Progreso de las
Ciencias”, la “Revista de la Academia de las Ciencias”, la de la “Sociedad
Española de Física y Química”, la “Revista de Farmacia”, el “Boletín de la
Universidad de Santiago” o “La Voz de la Farmacia”. En las publicaciones en las
que contó con la colaboración de sus discípulos, siempre hizo figurar el nombre
de éstos al frente del trabajo, un hecho que no era frecuente entre otros
investigadores de su época y vinculó su docencia a una incesante labor
investigadora, haciendo partícipes a los demás de las experimentaciones
realizadas y, como hemos apuntado, reflejando en las publicaciones el nombre de
sus colaboradores.
Entre las numerosas publicaciones Montequi podemos citar las siguientes:
- Estudio de un nuevo compuesto del Molibdeno, publicado en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química (A.S.E.F.Q.) el año 1916.
- Sobre los Isobutilxantogenatos cuprosos; A.S.E.F.Q. 1916.
- Química Moderna, primera edición en 1921; esta obra fue declarada de mérito por la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Por Real Orden de Diciembre de 1917 fue declarada texto único para la enseñanza de la Química en el sexto curso de Bachillerato.
- Relación entre la constitución de los cuerpos y su acidez; Revista de Farmacia. Santiago. 1919
- Nuevas reacciones del Cobre, Zinc y Cadmio. Su estudio teórico y práctico. 1927.
- Química. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Libro de texto para los Institutos nacionales de segunda enseñanza, 1928.
(Esta es la edición oficial, similar al estudio
de “Química inorgánica farmacéutica”,
donde se describen unas nociones básicas de Química, las leyes de conservación
de la materia y un estudio pormenorizado de los elementos químicos. A lo largo
del texto se alternan ejercicios y problemas con sus resoluciones. Una segunda
parte de la obra se dedica al estudio de la Química Orgánica y otra a la
Química de los Metales).
-
Preparación del
Yodo-Bismutato de Potasio para su uso farmacéutico. en Revista de Farmacia,
1928.
-
Posición de
Estudiantes y Profesores ante los dogmas científicos, IV conferencia organizada
por la Federación Universitaria Escolar (FUE) y leída en el Paraninfo de la
Universidad. Publicado por la Asociación Oficial de Estudiantes de Farmacia en
1930. Recupera aquí Montequi el concepto tradicional en la Universidad española
del “magíster dixit” y defiende su afición a la Química, para lo cual aporta la
siguiente definición de “Catedrático”:
Se entiende por Catedrático un pontífice de la Ciencia que puede asegurarse los creyentes con una ametralladora de suspensos.
Se entiende por Catedrático un pontífice de la Ciencia que puede asegurarse los creyentes con una ametralladora de suspensos.
Ante este tipo de docente
el estudiante se limita a repetir ante él aquello que éste quiere oír y expone
varios ejemplos de pedantería de catedráticos.
Finalmente
presenta una serie de consejos para los estudiantes ante el profesor y para el
profesor, de cara a la formación del estudiante; entre otras cosas les
recomienda a los segundos que no se excedan en verbalismo y soberbia y le
aconseja que busquen el trato humano. A los alumnos les aconseja que busquen el
amor al trabajo, que aprovechen la ocasión que la vida les ofrece para librarse
de la pobreza de espíritu, deseando finalmente que, juntos, consigan la
“europeización” de la Universidad española.
-
La investigación
del Sodio con el reactivo de Streng-Kolthoff, en colaboración con su
discípulo Ricardo Sádaba. En anales de la S.E.F.Q. 1931. En este estudio se
analiza la elevada sensibilidad del Sodio a la llama y la incertidumbre que se
observa en las reacciones de las sales sódicas. Streng basa su reacción en la
formación de un Acetato triple de uranilo, magnesio y sodio, más fácilmente
detectable, mientras que Kolthoff propone sustituir el Magnesio por acetato de
Zinc.
- Programa de Química Orgánica aplicada a la Farmacia. 1931.
- Prioridad de una reacción, en Anales de la S.E.F.Q. 1932.
- Cajal. El hombre. Conferencia leída en la Facultad de Medicina en Abril de 1933.
- Programa de Química Orgánica aplicada a la Farmacia. 1931.
-
Investigación de
Cloruros en presencia de Bromuros. Nueva reacción de Bromatos, en
colaboración con G. Puncel. Anales de la S.E.F.Q. 1932. Se analizan en este
artículo varios métodos analíticos no adecuados para el análisis de aguas
minerales, según los autores, y proponen, por ello, una nueva reacción más
fiable.
- Prioridad de una reacción, en Anales de la S.E.F.Q. 1932.
-
Reconocimiento
rápido de Cloruros en los Cianuros, en colaboración con E. Otero. Anales de
la S.E.F.Q., 1932.
- Cajal. El hombre. Conferencia leída en la Facultad de Medicina en Abril de 1933.
-
Simplificación
del método de Treadwell y Mayr. Determinación Bromatométrica del Bismuto,
en colaboración con J. González Carreró. Anales de la S.E.F.Q. 1933.
-
Investigación
sistemática de Aniones, segunda parte; se trata de una refundición de la
primera, en Revista de la Academia de Ciencias. 1933. La Academia de Ciencias,
en sesión celebrada en Enero de 1935 acordó conceder a este trabajo un premio
de 1º categoría correspondiente al concurso de 1934.
-
La carrera de
Farmacia en la República Francesa, en Boletín de la Universidad de
Santiago. Marzo de 1934.
- Combinaciones oxiquinoleín-vanádicas. Sus aplicaciones analíticas, en colaboración con M. Gallego. Anales de la S.E.F.Q. 1934.
- Un aparato para la obtención de Hidrógeno sulfurado, en Anales de la S.E.F.Q., 1934.
- Proyecto de Plan para el estudio de la carrera de Farmacia, en la Voz de la Farmacia. Octubre de 1934.
- La Oxiquinoleína en Análisis Químico, en Asociación para el Progreso de las Ciencias, 1934.
- Contribución al estudio de la determinación del Volframio con Oxiquinoleína, en colaboración con E. Otero[8], en Anales de la S.E.F.Q. 1935.
- Combinaciones oxiquinoleín-vanádicas. Sus aplicaciones analíticas, en colaboración con M. Gallego. Anales de la S.E.F.Q. 1934.
- Un aparato para la obtención de Hidrógeno sulfurado, en Anales de la S.E.F.Q., 1934.
- Proyecto de Plan para el estudio de la carrera de Farmacia, en la Voz de la Farmacia. Octubre de 1934.
- La Oxiquinoleína en Análisis Químico, en Asociación para el Progreso de las Ciencias, 1934.
- Contribución al estudio de la determinación del Volframio con Oxiquinoleína, en colaboración con E. Otero[8], en Anales de la S.E.F.Q. 1935.
-
Química
Inorgánica Farmacéutica con nociones de análisis cualitativo y volumétrico.
1934. Es una guía para estudiantes, de más de 600 páginas donde se estudian las
leyes de la Química, con una introducción referente a la historia de la
Alquimia. A continuación se estudian temas de gran actualidad en la época, como
la teoría atómica y la estructura electrónica de los elementos, alternando el
texto con una serie de problemas y ejercicios, con resolución de los mismos.
Por último analiza los elementos de los grupos del Sistema Periódico y sus
aplicaciones farmacológicas.
-
Los compuestos de
Molibdenilo [9], en colaboración con M.
Gallego, en Anales de la S.E.F.Q. 1935.
-
Pro Residencia
Universitaria de Compostela, en 1935. Folleto de cuatro hojas enviado por
Montequi, como Rector de la Universidad
al Ministro de Trabajo con motivo de las obras de construcción de la
Residencia de Estudiantes, para la cual ya se dispone de terrenos para un total
de cinco pabellones residenciales, un “stadium”, campo de tenis, piscina y
teatro al aire libre, terrenos que entonces están valorados en más de 132.000
pesetas, con proyecto del arquitecto vigués Jenaro de la Fuente. El desembolso
lo están llevando a cabo las Diputaciones y Ayuntamientos gallegos, aparte de
la propia Universidad pero, a pesar de estar próxima la inauguración del primer
pabellón, los terrenos no están todavía urbanizados, sin calles, alcantarillas,
etc. Todo ello sin
la más mínima ayuda del Estado (llevan ya invertidos un millón de pesetas) por
lo que demandan el aporte económico de 300.000 pesetas, suficiente para
finalizar el proyecto que, reconoce, será de gran provecho para Galicia.
-
Marcha analítica: Guía metódica de análisis
inorgánico cualitativo, en El Eco de Santiago, 1937. Obra de carácter
práctico sin explicaciones teóricas, acompañada de breves descripciones de los
procesos analíticos. Se describen los ensayos previos a todo análisis y un
estudio en profundidad de la investigación sistemática de los aniones y
cationes de los diferentes grupos, con interpretación de los resultados.
-
La reacción del
Molibdeno con los Xantogenatos. El ión Molibdenilo. En anuario de la
S.E.F.Q. 1939. Reúne aquí los trabajos llevados a cabo en el laboratorio de la
Facultad de Farmacia.
-
Programa de
Química Inorgánica. 1941.
-
Elementos de Química (Teoría-prácticas-problemas) [10].
Esta obra, de más de 400 páginas guarda gran similitud en su contenido con la
de Química inorgánica aplicada. Tras una introducción con nociones de Química
pasa a estudiar los metaloides, las leyes combinatorias y pesos atómicos de los
elementos. En otros apartados estudia la nomenclatura de las combinaciones
inorgánicas y orgánicas. Al final del texto, para uso eminentemente escolar,
aparece un listado del material necesario para realizar experiencias en el
laboratorio.
-
Los complejos internos. Revista de la
Universidad de Madrid. T.I, Fasc. IV. 1941.
-
Crítica de
los principales métodos para la determinación del índice de yodo en las grasas;
1942, en colaboración con el profesor Doadrio López.
-
Control analítico
de la alteración del pescado. Madrid. 1947. En este interesante trabajo [11]
Montequi repasa los procesos bioquímicos que aparecen tras la muerte de un ser
vivo debido a la proliferación de diferentes bacterias. En los peces, esta
invasión bacteriana conlleva la hidrólisis de una serie de proteínas, la
elevación del PH del músculo y la alteración y enranciamiento en mayor o menor
medida de la grasa corporal. Describe los métodos eficaces para determinar
estas alteraciones tanto en el pescado fresco como en el congelado, destacando,
entre ellos, la determinación del índice de peróxidos como referencia del
enranciamiento. Presenta los caracteres organolépticos que permiten la
diferenciación entre el pescado fresco y el alterado y destaca la importancia
de la determinación del Nitrógeno soluble total, el Nitrógeno no proteico, el
de los ácidos aminados y el amoniacal. Por otro lado, analiza las variaciones
de PH tras la rigidez cadavérica para determinar el tiempo transcurrido desde
la muerte del pescado y analiza, también, la alteración de la grasa con el
método de determinación de peróxidos
como uno de los mejores signos de rancidez. Al final del estudio
presenta una amplia bibliografía con más de 30 referencias sobre el tema.
-
Posibilidades de
los aceites españoles de animales marinos. Madrid. C.S.I.C. 1951. En este estudio Montequi
señala la necesidad de los países por diseñar métodos que les permitan
autoabastecerse de la gran cantidad de productos en situaciones de falta de la
materias primas, como es el caso de la situación de autarquía que vive España y
como también lo fue de los países europeos durante la última contienda. Como
resultado de la situación bélica se recogieron enseñanzas y se llevaron a cabo
una serie de estudios en Química Técnica con el fin de utilizar todas las
materias primas existentes. El aceite de pescado era entonces un producto de
escaso valor comercial, únicamente utilizado en algunas zonas como en Galicia
pero, con su utilización posterior, podría incrementar su valor de forma
considerable y ello reportaría grandes beneficios a la industria pesquera
gallega. En el estudio se ofrecen los datos de las capturas anuales de sardina,
jurel y anchoa de la industria pesquera de Vigo, una industria que desestima
una gran cantidad de materia prima en forma de aceites sin interés para otras
actividades pero que se podrían transformar en otros productos como harinas o
barnices.
A continuación lleva a
cabo un análisis de la composición de esos aceites en ácidos grasos no
saturados en especies como la sardina y albacora entre otras, aportando datos
del contenido en aceites de diferentes partes del cuerpo de las mismas (hígado,
cabeza, cola etc) y los métodos de extracción más adecuados. Entre las
aplicaciones de estos aceites Montequi destaca las siguientes:
- En revestimientos protectores, para los que son aptos los aceites del
cuerpo pero no los del hígado. Tendrían aplicación en la fabricación de
pinturas y barnices ya que presentan unas buenas cualidades de adhesión y
eliminación. En barnices, con diluyente de esencia de trementina obtiene
barnices algo más coloreados que con aceites vegetales y son productos que
presentan buena resistencia al agua, fría o caliente y a los álcalis.
- En la industria de jabonería tendrían éxito si se consiguiera
disimular su potente aroma pero, por otro lado, dan lugar a la formación de
espumas estables y ejercen una correcta acción detergente. Presentan el defecto
de su rápido enranciamiento pero existen métodos para corregir estas
desventajas.
- Por la riqueza en vitaminas A y D se pueden dedicar estos aceites a
la industria alimentaria y presenta los métodos para preservar los hígados
hasta su manipulación. En la industria se manejaban ya otros aceites
procedentes de mamíferos marinos y aporta datos procedentes de las industrias
existentes en la península del Morrazo.
- Utilización de las algas españolas. Conferencia pronunciada en la Real Academia de Farmacia, 1943.
. Por último, presenta otras aplicaciones muy interesantes para la
industria farmacéutica, resultado de la halogenación de estos aceites, así como
el uso de aceites yodados [12] y
azufrados y la posibilidad de su uso en motores Diesel, en fabricación de
insecticidas, etc.
- Utilización de las algas españolas. Conferencia pronunciada en la Real Academia de Farmacia, 1943.
-
Química inorgánica aplicada; Madrid 1955. Es una
obra de 415 páginas en formato libro destinada a la preparación de los
estudiantes de química inorgánica. Comienza con una introducción histórica
centrada entre los siglos XVII y XIX para pasar luego a los modernos conceptos
de la química y la estructura atómica. Es interesante el capítulo dedicado a la
Química Nuclear, con referencias a los últimos descubrimientos sobre
aceleradores de partículas y reactores nucleares o pilas atómicas como formas
del uso práctico de la energía nuclear. Analiza las explosiones atómicas y las
bombas de fusión y fisión. A lo largo del texto se alterna una serie de
cuestiones, problemas y ejercicios prácticos que el autor propone para el
alumno. En una primera parte del texto se dedica a mostrar los conocimientos
fundamentales de la química, con una introducción a la estructura atómica de
los elementos, leyes de las combinaciones y del estado gaseoso, pesos atómicos
y moleculares y los fundamentos del análisis volumétrico. Presenta, también, un
estudio pormenorizado del Sistema Periódico de los elementos con sus
propiedades y otros sobre análisis energético de las reacciones químicas y la
Química nuclear (isótopos, series radiactivas, escisión nuclear y obtención de
radioisótopos). En una segunda parte estudia los elementos no metálicos y sus
combinaciones entre sí y finaliza la obra con el estudio de los metales y sus
combinaciones salinas, óxidos e hidróxidos metálicos. Texto, pues, muy completo
y al día de los descubrimientos científicos que, en el campo de la química y
física se llevaban a cabo en aquel momento.
-
Análisis Inorgánico cualitativo[13]. Es
este un libro de 370 páginas para uso escolar cuyo contenido es similar al que
lleva por título Química inorgánica aplicada. Igualmente está dividido
en tres partes de las que la primera trata sobre los conocimientos
fundamentales de la química, la teoría atómica, las reacciones óxido-reducción
y la formación de complejos. En la segunda parte trata sobre las reacciones de
iones y su clasificación y estudio de los elementos y en la tercera y última se
centra en la marcha analítica y análisis de diferentes sustancias e
interpretación de resultados.
-
Médicos y
Farmacéuticos en la creación de la Química. Discurso leído en su recepción
como académico en la Real Academia de Farmacia, en 1962.
- Orden y estabilidad en los sistemas biológicos. Contestación al discurso leído por Enrique Otero Aenlle en 1973.[14]En este discurso que dirigió el Señor Otero a los miembros de la Academia de Farmacia destaca la buena relación que siempre tuvo con el Profesor Montequi desde que fuera alumno suyo en 1935. Hace hincapié en el hecho de que su maestro lo citase en varias ocasiones en la publicación de los trabajos de investigación en los que Otero colaboró con Montequi, quien le enseñó además los fundamentos doctrinales de la Ciencia y las normas “rigurosas y pacientes de la investigación”. Señala como virtudes de su maestro la seriedad, objetividad, libertad de juicio, su espíritu abierto y su gran capacidad de análisis y síntesis.
Además de los artículos publicados sobre sus investigaciones fue galardonado con varias distinciones y premios, como el “Premio Francisco Franco” por su trabajo de investigación sobre elaboración de pinturas con aceites de pescado. Entre las distinciones otorgadas a lo largo de su carrera profesional se pueden citar la de “Comendador de la Orden de Cristo de Portugal”, la “Cruz del Mérito Naval” y la “Encomienda de Alfonso X el Sabio”.
Fue, además, colaborador literario en la revista “Universitarios”, de la F.U.E., junto a Fermín Bouza Brey, Alvaro Cunqueiro, Francisco Fernández del Riego y Alejandro Rodríguez Cadarso. De la revista sólo se llegaron a publicar los dos primeros números, desde 1932 a 1933, apareciendo en el segundo número un artículo de Montequi bajo el título de “Signos de los Tiempos”. Falleció en Madrid en 1979.
- Orden y estabilidad en los sistemas biológicos. Contestación al discurso leído por Enrique Otero Aenlle en 1973.[14]En este discurso que dirigió el Señor Otero a los miembros de la Academia de Farmacia destaca la buena relación que siempre tuvo con el Profesor Montequi desde que fuera alumno suyo en 1935. Hace hincapié en el hecho de que su maestro lo citase en varias ocasiones en la publicación de los trabajos de investigación en los que Otero colaboró con Montequi, quien le enseñó además los fundamentos doctrinales de la Ciencia y las normas “rigurosas y pacientes de la investigación”. Señala como virtudes de su maestro la seriedad, objetividad, libertad de juicio, su espíritu abierto y su gran capacidad de análisis y síntesis.
Además de los artículos publicados sobre sus investigaciones fue galardonado con varias distinciones y premios, como el “Premio Francisco Franco” por su trabajo de investigación sobre elaboración de pinturas con aceites de pescado. Entre las distinciones otorgadas a lo largo de su carrera profesional se pueden citar la de “Comendador de la Orden de Cristo de Portugal”, la “Cruz del Mérito Naval” y la “Encomienda de Alfonso X el Sabio”.
Fue, además, colaborador literario en la revista “Universitarios”, de la F.U.E., junto a Fermín Bouza Brey, Alvaro Cunqueiro, Francisco Fernández del Riego y Alejandro Rodríguez Cadarso. De la revista sólo se llegaron a publicar los dos primeros números, desde 1932 a 1933, apareciendo en el segundo número un artículo de Montequi bajo el título de “Signos de los Tiempos”. Falleció en Madrid en 1979.
Dr. Miguel Álvarez Soaje
[1]
Montequi tuvo un hermano, de nombre Fernando, nacido en 1901 que llevó a cabo,
también, los estudios conducentes a la Licenciatura en Farmacia. Sabemos de él
que cursó el bachillerato en Madrid y los tres primeros cursos de la carrera de
Farmacia en la Universidad Central (1918-19 / 1919-29 / 1929-21) pasando
posteriormente a la de Santiago (1926-27 / 1927-28) y finalmente a la de
Granada (1933-34).
[2] En 1922 se había creado en
Santiago la sección de Químicas de la Facultad de Ciencias y, ante la falta de
docentes, inicialmente se recurrió al empleo de profesores de instituto de la
ciudad, incorporándose Montequi como auxiliar, compatibilizando esta actividad
con la docencia en su instituto.
[3] La
gestión de Cadarso había dado como resultado la obtención de gran cantidad de
medios materiales para la Universidad, (entre otras cosas el inicio de las
obras de la Residencia de Estudiantes) así como los recursos económicos
necesarios para bolsas a profesores y alumnos para estudios en el extranjero.
[4] Esta Cátedra no fue creada
hasta el año 1965.
[5] UNIVERSITARIOS, revista
de la F.U.E. Año 2. Santiago. Enero de 1933. Nº 2.
[6]
Constituido en Agosto de 1936 en los laboratorios de la Facultad de Farmacia
estuvo en funcionamiento durante tres años y, al frente del mismo, estuvo el
profesor Luis Maiz Eleizegui. El laboratorio contaba con siete secciones:
1.
Especialidades e investigaciones
2.
Productos químicos
3.
Inyectables
4.
Preparaciones galénicas
5.
Cura aséptica y antiséptica
6.
Botiquines de batallón
7.
Vacunas
[7] Creada en 1903 en el seno
de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, disponía y el
primer año de 263 socios. En la publicación de los “Anales” mostraba todo su
prestigio, pues en ellos publicaban investigadores de todo el país.
[8] E.Otero,
becario al que Montequi dirigió un trabajo sobre la “Oxidación del
Sulfomercuriato sódico con agua oxigenada”. Dirigió también otro trabajo del
auxiliar González Carreró sobre la “Hidrólisis de los compuestos circónicos”.
[9] Uno
de los reactivos empleados en la detección del Molibdeno lleva el nombre de
Montequi.
[10] El
Eco de Santiago. 1936.
[11]
Folleto de 21 páginas publicado en el Nº 7 de la Revista de información de
Química Analítica correspondiente a los meses de Septiembre-Octubre de 1947.
Montequi es entonces Jefe Químico del Instituto Oceanográfico y Catedrático de
la Universidad de Madrid.
[12] Conjuntamente con el
profesor Antonio Doadrio López.
[13] Madrid, 1952.
[14]Discurso leído por el
Excmo. Sr. D. Enrique Otero Aenlle en la sesión de 14 de Junio de 1973 para su
ingreso como Académico de número en la Real Academia de Farmacia y contestación
por el Excmo. Sr. D. Ricardo Montequi. Madrid, Instituo de España. R.A.F. 1973.
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