ATISBOS DE MODERNIDAD CIENTÍFICA EN LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA: 3ª PARTE - RICARDO MONTEQUI DÍAZ DE PLAZA

RICARDO MONTEQUI Y DIAZ DE PLAZA (1893-1976)

 

 
Nacido en la localidad de Barco de Ávila en Octubre de 1893, llevó a cabo el bachillerato en el Instituto de Ávila, finalizando sus estudios en 1909. Doctor en Químicas y Farmacia,  fue Catedrático de Química Inorgánica aplicada a la Farmacia y Rector de la Universidad de Santiago.
 

Su actividad académica y profesional es extensa; se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Salamanca en 1914, en la que fue Becario por oposición de los Colegios Mayores [1] y se doctoró en la misma dos años después con premio extraordinario. Fue Becado, también,  durante tres años por la Junta para Ampliación de Estudios en el Laboratorio de Análisis Químico que dirigía el profesor José Casares. En 1914 recibió el premio “Gómez Arias” de la Universidad de Salamanca y en 1917 participó, junto al Profesor Fourneau del Instituto Pasteur de París, en un cursillo teórico-práctico sobre Síntesis de Medicamentos Orgánicos, en el Laboratorio del Profesor Carracido. Aquel año accedió al doctorado en Ciencias Químicas con un trabajo de investigación denominado Estudio de los Isobutilxantogenatos metálicos, publicado en el Boletín de la Academia de las Ciencias.
 

En el curso 1922-23 fue pensionado por la Universidad de Santiago y por la Junta para Ampliación de Estudios para ampliar su formación en la Universidad de Burdeos donde llevó a cabo un curso de “Farmacia Química” con el profesor André Labat y otro de “Química Biológica” con el profesor Georges Deniges, autores de la obra  Précis de Chimie Analytique, publicada en dos tomos.
 

Montequi había llegado a Santiago como Catedrático por oposición de la asignatura de Física y Química en el Instituto de Bachillerato de la ciudad, tomando posesión del cargo en Junio de 1918, a los 25 años de edad. Un año más tarde, en 1919 daba ya clases en la Facultad de Ciencias [2] pero permaneció ejerciendo la docencia en el Instituto por espacio de diez años, accediendo entonces, por oposición, al puesto de Catedrático numerario de Química Inorgánica en Mayo de 1928, docencia que no abandonaría hasta su jubilación. Ese mismo año de 1928 se había puesto en marcha un nuevo Plan de Estudios que incluía nuevas disciplinas así como la promoción de estudios de carácter profesional o de investigación científica, de cara a promover la enseñanza de postgrado y gracias a ello se crearon varias “escuelas” como el Laboratorio de Química Inorgánica, que Montequi pudo instalar en la Facultad de Farmacia y donde se formaron posteriormente los futuros profesores Aniceto Charro y González Carreró.
 

Como hemos apuntado anteriormente, en 1922 la Junta para la Ampliación de Estudios le concedió una Beca para trabajar en los laboratorios de la Universidad de La Sorbona durante 12 meses y aprovechó su estancia en París para llevar a cabo un estudio comparativo entre la enseñanza de las ciencias experimentales en España y Francia. Fruto de aquella investigación fue la elaboración de un informe titulado Organización de Enseñanzas de la Química y la Física en los Liceos franceses.
 

En 1922 ya era conocida su capacidad de trabajo y sus conocimientos científicos y por ello se le reclamó desde Vigo para impartir una conferencia en el Ateneo de la ciudad y, al año siguiente, un curso teórico-práctico sobre Análisis volumétrico y sus principales aplicaciones. Por aquella época inició los estudios de Farmacia, licenciándose en 1926 y obteniendo el doctorado en 1927, para el cual elaboró una memoria sobre las Nuevas reacciones del Zinc, Cobre y Cadmio: su estudio práctico y teórico.
 

La parte científica de este trabajo había sido publicada en 1917 en los Anales de la S.E.F.Q.( Sociedad Española de Física y Química), otra parte de la investigación se llevó a cabo en los laboratorios de la Facultad de Farmacia de Burdeos el año 1923 y, tras abandonarlo unos años, fue concluido por Montequi en 1926. El trabajo se centraba en las reacciones de los mercurisulfocianatos en la caracterización microquímica de cobalto y cobre y como reactivos de la precipitación del zinc. Al inicio del estudio señala Montequi la escasa bibliografía disponible sobre este tema, así como los errores que han podido detectar en las publicaciones existentes, una vez concluidas las investigaciones. Por otro lado, confirman una serie de hipótesis y resultados obtenidos años antes por otros investigadores franceses. A lo largo del trabajo se muestran los métodos y reacciones empleadas a lo largo de su investigación, métodos de obtención de las disoluciones cúpricas y análisis de las disoluciones acuosas y el agua de cristalización. En otros capítulos se interesa por las reacción microquímica del cadmio (la velocidad de formación de cristales de mercurisulfocianato cádmico) y del cobre así como sus aplicaciones farmacéuticas, al conseguir con estas reacciones la obtención de estos elementos químicos en forma de cristales estables. Entre otras, la Farmacopea Española de 1905 (reimpresa en 1915), que es la que maneja el autor, refiere las utilidades del zinc como astringente, su óxido como antiespasmódico y su fosfuro como tónico y estimulante. Respecto al cobre, cita Montequi su actividad como emético, irritante y astringente a diferentes dosis. Finalmente, echa en falta referencias a las aplicaciones del cadmio, utilizado, sin embargo, en reumatismos y sífilis. Resalta Montequi el interés de las reacciones que presenta en su estudio para el trabajo del farmacéutico en Oficina de farmacia a la hora de elaborar fórmulas magistrales y en casos de intoxicaciones ya que con estos métodos las reacciones de identificación de zinc, cadmio y cobre serán más sencillas y prácticas que con los métodos existentes en la época. Tras la lectura de la Memoria ante el Tribunal el 22 de Enero de 1927, el autor obtuvo una calificación de Sobresaliente.
 

Para la apertura del curso 1932-33 la Universidad le encargó, en calidad de Vicerrector, el discurso inaugural, que leyó bajo el título de El sueño dorado de la Alquimia.
 
 
 Comenzaba el acto reconociendo el escaso interés que este tipo de discurso despertaba entre los oyentes, limitados a escuchar en silencio las complicadas explicaciones de los ponentes. Pensaba Montequi que la Universidad debía servir para ampliar y difundir el conocimiento que unos pocos alcanzan tras concienzudas y profundas investigaciones y propone como ejemplo de esta idea el caso de la Alquimia, la cual, a pesar de los continuos y conocidos fracasos siempre ha sido un tema de gran expectación. Pasó, entonces, a relatar la historia de la Alquimia desde sus posibles orígenes en el antiguo Egipto, la aportación de la filosofía helenística, hebrea, cristiana y árabe y su rebrote en la Edad Media, previo a su decaimiento durante el siglo XVIII ante el desarrollo de la química. Sin embargo, la idea básica de la Alquimia no desapareció totalmente y, por ello, se ve resurgir constantemente a la primera ocasión propicia. Afirma Montequi que el origen de los razonamientos transmutatorios pueden parecer lógicos al observar ciertos experimentos con mercurio, cobre o hierro y, de ahí, debió surgir la idea de extrapolarlos a la consecución del oro o de aquella sustancia que añadida al plomo o cualquier sustancia inferior podía transformarla en oro, (piedra filosofal).



Cita, a continuación a personajes que influyeron en la Alquimia de la Edad Media, entre otros Arnaldo Vilanova, Roger Bacon, van Helmont, Alberto Magno o Paracelso, a los que se puede añadir otra interminable lista de alquimistas de los siglos XV y XVI, entre los que debió haber una pléyade de charlatanes y estafadores. Todos los razonamientos con que la Alquimia trató de perdurar durante siglos cayeron finalmente en el siglo XVIII con los postulados y razonamientos de personajes de la talla de Lavoissier, que sentó las bases de la química moderna. La Alquimia está rodeada de mitos desde sus orígenes y pone como ejemplo de esos mitos la figura de Hermes Trimegisto, personaje al que se atribuyen miles de obras sobre magia, astrología y química. En su discurso, Montequi llevó a cabo un resumen de la historia de la química desde el punto de vista de la investigación, poniendo como ejemplo lo que se podría entender como una química sin razonamiento, que viene a ser una química filosófica a la que podríamos comparar con Alquimia que, a pesar de puntuales intentos de resurgimiento en el Japón y la Alemania de la época, no tenía  cabida en el siglo XX., según afirmaba al finalizar su discurso.

En los meses de Junio y Julio de 1933 residió en París y Burdeos, comisionado por la Universidad de Santiago para llevar a cabo un estudio sobre la organización de la carrera de Farmacia en Francia, a raíz de las consultas formuladas por la Junta Organizadora de la Asamblea Farmacéutica, lo que pone de manifiesto que las sugerencias que el profesor Eleizegui formulase en 1906 seguían sin llevarse a la práctica. A su regreso, solicitaba la creación de nuevas disciplinas, más prácticas y que se fomentase la investigación científica.


 


 

En Mayo de 1931, bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso, accedió al cargo de Vicerrector de la Universidad, cargo que dejaba Cotarelo Valledor por su traslado a Madrid y, tras el fallecimiento del primero en 1933, ocupó el puesto de Rector desde Enero de 1934 hasta 1936, en que se le concedió traslado a Madrid. Su rectorado fue un periodo conflictivo dada su postura poco comprometida con la causa galleguista, dedicándose más a las gestiones científicas (consiguió un aporte económico de 13000 pesetas para los laboratorios de la sección de Químicas) y profesionales de su alumnado (sufragó un viaje científico a Asturias a los alumnos de Química Técnica con 500 pesetas de las dedicadas a sus propios gastos de representación como Rector), así como a los asuntos que, tras el fallecimiento repentino de Cadarso, habían quedado inconclusos [3].

 

Desde la segunda década del siglo se habían hecho evidentes las reivindicaciones de ciertos sectores galleguistas con la intención de que se crease en Santiago una Cátedra de Lengua y Literatura gallega que ya existía en la Universidad Central de Madrid desde 1910. [4]


 

También se debe a su gestión que la Facultad de Medicina concretase los plazos para presentar las memorias de las bolsas recibidas, plazo que hasta entonces no existía pero, por otro lado, el hecho de asumir el rectorado supuso un cierto retroceso en su labor científica en la Facultad de Farmacia. Entre sus gestiones al frente de la Universidad intentó que se suprimiese la excedencia de que disfrutaban los profesores recién llegados, solicitando que no se disfrutara antes de ejercer la labor profesional, al menos, durante dos años. En un número de Junio de 1935 del diario “El Compostelano” se hacía referencia al interés de Montequi por habilitar el cuartel de San Caetano para Colegio de sordomudos y ciegos.

En un balance que él mismo efectuó sobre su gestión al frente de la Universidad se volvió a mostrar crítico con el sistema educativo imperante, basado en la memorística, a la vez que se mostraba partidario de la investigación científica. De su gestión, destacó grandes logros obtenidos a pesar de la falta de medios materiales y económicos, logros concretados en la propia formación de los estudiantes que salían al extranjero, que en varias ocasiones recibieron merecidas felicitaciones. Reclamaba, por otra parte, mayor autonomía para la Universidad en un artículo aparecido en diario “El Pueblo Gallego” en 1935 y, en ese sentido, celebraba que se pudieran celebrar ya las tesis doctorales en la Universidad de Santiago. 

Durante su mandato eligió como Vicerrector a Luis Iglesias, Presidente del Seminario de Estudios Gallegos, más próximo que él a los ideales galleguistas para, de esa manera, atender la otra gran demanda que se vivía en la Universidad y que él no compartía. Con la elección de Iglesias trataba de paliar los disturbios en un sector del estudiantado y tras su renuncia al cargo por traslado a Madrid, sería nombrado Decano honorario de la Facultad de Farmacia.


 

La FUE (Federación Universitaria Escolar) fundada en Madrid en Enero de 1927 como organización estudiantil, fue protagonista de las reivindicaciones en contra de la Dictadura de Primo de Rivera y en esa dirección actuó hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. En Santiago se creó en 1929 en el “Bar Lea” de la rúa del Villar y, aquí, adoptó una posición de marcado carácter galleguista y republicano, desvinculándose del espíritu universitario con que había sido creada. En los primeros años de la II República se vio involucrada en varios conflictos universitarios pero bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso vivió una época de cierta calma, dado el carácter abierto y conciliador mostrado por este Rector. Cuando Montequi accede al rectorado, su relación con la FUE se puede calificar como correcta, llegando a publicar un artículo en su revista, pero al poco tiempo la situación cambia y pasó a acusar a la Federación de los graves desórdenes estudiantiles y, a partir de entonces, esta organización perdió parte de su influencia en el entorno universitario.

 
En su artículo publicado en el Nº 2 de la revista de la FUE [5], Montequi expresaba su opinión sobre las nuevas relaciones existentes en el entorno universitario. Inicialmente se muestra crítico con el nuevo espíritu universitario en el que los alumnos forman parte del gobierno de la Universidad, discuten las decisiones de los profesores a la vez que éstos los tratan como amigos más que como a alumnos y todos juntos comparten los mismos ambientes de café y tertulias. Formulada esta presentación, da un giro radical en su exposición y se muestra favorable a estas nuevas relaciones frente a la antigua Universidad, con catedráticos “pertrechados tras su imagen de terror y distanciamiento.” Frente a aquellos, destaca la actitud de los nuevos profesores, preocupados en no descolgarse del ritmo científico que marcan otros países de nuestro entorno, que “descuidan su indumentaria pero cultivan más su cerebro”.  Indudablemente Montequi acepta la nueva situación, más acorde con los tiempos que vive y, finalmente, hace un llamamiento a la convivencia entre todos y al esfuerzo de la juventud, para que se muestre más ligada a la ciencia, la naturaleza y el deporte.

 

Su acceso al cargo de Vicerrector estuvo, también, envuelto en polémica; tras el discurso de apertura del curso 1933-34 a cargo de Fernández del Riego, la Junta de Gobierno se reunió en un acto en el que el Presidente Viñas, abandonó su cargo por discrepancias sobre lo ocurrido e, inmediatamente, la Presidencia de la Junta pasó a ser ocupada por Montequi, quien reclama que en adelante y en ese tipo de actos no se buscase la ambigüedad dialéctica, se tratasen los temas con claridad evitando el confusionismo y dando a conocer la autenticidad de las demandas del conferenciante. En aquel acto se puso en duda la adecuada representatividad de la FUE en la Universidad, de la que Montequi no se mostró partidario en absoluto. En la Junta de Gobierno de Octubre de 1933, que presidió él mismo, se volvía a reprobar la actitud intransigente de la FUE que, desde entonces, perdió su representatividad en los organismos de la Universidad.  Ese año, Montequi presidía el Comité Regional del XIV Congreso de la Asociación para el Progreso de las Ciencias, que tuvo lugar en Santiago el mes de Agosto. Fueron aquellos unos años de conflictos en la Universidad y en 1934 presidió en Santiago el Comité Regional del XIV Congreso de la Asociación española para el progreso de las Ciencias y el mismo año, en Madrid, actuó como Secretario de la mesa de Química Inorgánica en el Congreso Internacional de Química Pura y Aplicada.


 

En 1936 consigue una cátedra en la Universidad Central de Madrid a la que se traslada al finalizar la Guerra Civil, sucediéndole Jaime González Carreró en la Cátedra de Química Inorgánica. Fue éste un periodo oscuro y de gran tensión en la vida de Montequi, al verse involucrado en dos ocasiones en una serie de acusaciones políticas que pusieron en duda públicamente su adhesión al Régimen de Franco. Fue sometido, por ello, a duras investigaciones para las que formuló audaces pliegos de descarga desvinculándose de las acusaciones y dudas que lo vinculaban con los movimientos galleguistas y republicanos. En su defensa renegó públicamente de los argumentos acusatorios, recordando su enérgica labor al frente del rectorado para evitar las actividades que la FUE llevó a cabo bajo el rectorado de Rodríguez Cadarso. Durante todo el conflicto bélico permaneció adscrito al Laboratorio Militar de Santiago donde se elaboraban medicamentos para el Ejército franquista del Norte[6]. En este Laboratorio, situado en la propia facultad de Fonseca, ostentando el grado de Capitán, estuvo al frente de la Sección de Investigación y preparaciones especiales, actuando, también, como director de la asesoría química del Servicio del Ejercito del Aire, contando entre sus colaboradores a sus antiguos discípulos de Facultad. De esta manera y con cierta habilidad pudo sortear en dos ocasiones las acusaciones vertidas en su contra, viéndose finalmente rehabilitado para ejercer su profesión.


 

Como otros muchos farmacéuticos de la época, Montequi también llegó a elaborar una serie de medicamentos para su venta al público como los conocidos “inyectables del Doctor Montequi” que se vendían bajo la denominación de DINATON, o un preparado para la dermatosis registrado como CACODINA.

 
Acabada la guerra, en 1940 accedió a la Jefatura de la sección de Química Aplicada del Instituto Nacional de Oceanografía donde realizó también una interesante actividad investigadora y en 1942 fue elegido para ser académico de número de la Real Academia de Farmacia, tomado posesión del cargo en Junio de 1945, para cuyo acto leyó un discurso sobre las Perspectivas de la carrera de Farmacia, tema sobre el que ya había tratado desde su estancia en Francia, veinte años antes. En 1958 fue elegido Director de este Organismo, sucediendo a José Casares Gil, y estuvo al frente hasta su muerte en 1976. Bajo su dirección, en 1963, se reunió una comisión encargada del estudio de los manantiales de aguas minero-medicinales, en colaboración con Aniceto Charro en el Instituto Gallego de Bromatología y, años más tarde, en 1967, se procedió a la inauguración de la nueva sede de la Academia en el edificio de la antigua Facultad de Farmacia en Madrid. 

 

Fue nombrado, también, Vicepresidente de la Sociedad Española de Física y Química [7] así como Jefe del departamento de Química Analítica Aplicada del Instituto Alonso Barba, perteneciente al C.S.I.C.

 
 



A lo largo de su vida profesional publicó gran número de trabajos en algunas de las revistas más prestigiosas, entre ellas, la de la “Asociación para el Progreso de las Ciencias”, la “Revista de la Academia de las Ciencias”, la de la “Sociedad Española de Física y Química”, la “Revista de Farmacia”, el “Boletín de la Universidad de Santiago” o “La Voz de la Farmacia”. En las publicaciones en las que contó con la colaboración de sus discípulos, siempre hizo figurar el nombre de éstos al frente del trabajo, un hecho que no era frecuente entre otros investigadores de su época y vinculó su docencia a una incesante labor investigadora, haciendo partícipes a los demás de las experimentaciones realizadas y, como hemos apuntado, reflejando en las publicaciones el nombre de sus colaboradores.


Entre  las numerosas publicaciones Montequi podemos citar las siguientes:


 

-         Estudio de un nuevo compuesto del Molibdeno, publicado en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química (A.S.E.F.Q.) el año 1916.

-         Sobre los Isobutilxantogenatos cuprosos; A.S.E.F.Q.  1916.


 -          Química Moderna, primera edición en 1921; esta obra fue declarada de mérito por la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Por Real Orden de Diciembre de 1917 fue declarada texto único para la enseñanza de la Química en el sexto curso de Bachillerato.

-         Relación entre la constitución de los cuerpos y su acidez; Revista de Farmacia. Santiago. 1919
-         Nuevas reacciones del Cobre, Zinc y Cadmio. Su estudio teórico y práctico. 1927.

-         Química.  Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Libro de texto para los Institutos nacionales de segunda enseñanza, 1928.

 (Esta es la edición oficial, similar al estudio de  “Química inorgánica farmacéutica”, donde se describen unas nociones básicas de Química, las leyes de conservación de la materia y un estudio pormenorizado de los elementos químicos. A lo largo del texto se alternan ejercicios y problemas con sus resoluciones. Una segunda parte de la obra se dedica al estudio de la Química Orgánica y otra a la Química de los Metales).


-         Preparación del Yodo-Bismutato de Potasio para su uso farmacéutico. en Revista de Farmacia, 1928.
 
-         Posición de Estudiantes y Profesores ante los dogmas científicos, IV conferencia organizada por la Federación Universitaria Escolar (FUE) y leída en el Paraninfo de la Universidad. Publicado por la Asociación Oficial de Estudiantes de Farmacia en 1930. Recupera aquí Montequi el concepto tradicional en la Universidad española del “magíster dixit” y defiende su afición a la Química, para lo cual aporta la siguiente definición de “Catedrático”:
Se entiende por Catedrático un pontífice de la Ciencia que puede asegurarse los creyentes con una ametralladora de suspensos.
 
Ante este tipo de docente el estudiante se limita a repetir ante él aquello que éste quiere oír y expone varios ejemplos de pedantería de catedráticos.
 
Finalmente presenta una serie de consejos para los estudiantes ante el profesor y para el profesor, de cara a la formación del estudiante; entre otras cosas les recomienda a los segundos que no se excedan en verbalismo y soberbia y le aconseja que busquen el trato humano. A los alumnos les aconseja que busquen el amor al trabajo, que aprovechen la ocasión que la vida les ofrece para librarse de la pobreza de espíritu, deseando finalmente que, juntos, consigan la “europeización” de la Universidad española.
 
-         La investigación del Sodio con el reactivo de Streng-Kolthoff, en colaboración con su discípulo Ricardo Sádaba. En anales de la S.E.F.Q. 1931. En este estudio se analiza la elevada sensibilidad del Sodio a la llama y la incertidumbre que se observa en las reacciones de las sales sódicas. Streng basa su reacción en la formación de un Acetato triple de uranilo, magnesio y sodio, más fácilmente detectable, mientras que Kolthoff propone sustituir el Magnesio por acetato de Zinc.
-          Programa de Química Orgánica aplicada a la Farmacia. 1931.

-         Investigación de Cloruros en presencia de Bromuros. Nueva reacción de Bromatos, en colaboración con G. Puncel. Anales de la S.E.F.Q. 1932. Se analizan en este artículo varios métodos analíticos no adecuados para el análisis de aguas minerales, según los autores, y proponen, por ello, una nueva reacción más fiable.

-         Prioridad de una reacción, en Anales de la S.E.F.Q. 1932.

-         Reconocimiento rápido de Cloruros en los Cianuros, en colaboración con E. Otero. Anales de la S.E.F.Q., 1932. 

-         Cajal. El hombre. Conferencia leída en la Facultad de Medicina en Abril de 1933.

-         Simplificación del método de Treadwell y Mayr. Determinación Bromatométrica del Bismuto, en colaboración con J. González Carreró. Anales de la S.E.F.Q. 1933.

-         Investigación sistemática de Aniones, segunda parte; se trata de una refundición de la primera, en Revista de la Academia de Ciencias. 1933. La Academia de Ciencias, en sesión celebrada en Enero de 1935 acordó conceder a este trabajo un premio de 1º categoría correspondiente al concurso de 1934.

-         La carrera de Farmacia en la República Francesa, en Boletín de la Universidad de Santiago. Marzo de 1934.
-         Combinaciones oxiquinoleín-vanádicas. Sus aplicaciones analíticas, en colaboración con M. Gallego. Anales de la S.E.F.Q. 1934. 
-         Un aparato para la obtención de Hidrógeno sulfurado, en Anales de la S.E.F.Q., 1934.


-         Proyecto de Plan para el estudio de la carrera de Farmacia, en la Voz de la Farmacia. Octubre de 1934.

 -         La Oxiquinoleína en Análisis Químico, en Asociación para el Progreso de las Ciencias, 1934.

-         Contribución al estudio de la determinación del Volframio con Oxiquinoleína, en colaboración con E. Otero[8], en Anales de la S.E.F.Q. 1935.
 
-         Química Inorgánica Farmacéutica con nociones de análisis cualitativo y volumétrico. 1934. Es una guía para estudiantes, de más de 600 páginas donde se estudian las leyes de la Química, con una introducción referente a la historia de la Alquimia. A continuación se estudian temas de gran actualidad en la época, como la teoría atómica y la estructura electrónica de los elementos, alternando el texto con una serie de problemas y ejercicios, con resolución de los mismos. Por último analiza los elementos de los grupos del Sistema Periódico y sus aplicaciones farmacológicas.
 
-         Los compuestos de Molibdenilo [9], en colaboración con M. Gallego, en Anales de la S.E.F.Q. 1935.
 
-         Pro Residencia Universitaria de Compostela, en 1935. Folleto de cuatro hojas enviado por Montequi, como Rector de la Universidad  al Ministro de Trabajo con motivo de las obras de construcción de la Residencia de Estudiantes, para la cual ya se dispone de terrenos para un total de cinco pabellones residenciales, un “stadium”, campo de tenis, piscina y teatro al aire libre, terrenos que entonces están valorados en más de 132.000 pesetas, con proyecto del arquitecto vigués Jenaro de la Fuente. El desembolso lo están llevando a cabo las Diputaciones y Ayuntamientos gallegos, aparte de la propia Universidad pero, a pesar de estar próxima la inauguración del primer pabellón, los terrenos no están todavía urbanizados, sin calles, alcantarillas, etc. Todo ello sin la más mínima ayuda del Estado (llevan ya invertidos un millón de pesetas) por lo que demandan el aporte económico de 300.000 pesetas, suficiente para finalizar el proyecto que, reconoce, será de gran provecho para Galicia.

-         Marcha analítica: Guía metódica de análisis inorgánico cualitativo, en El Eco de Santiago, 1937. Obra de carácter práctico sin explicaciones teóricas, acompañada de breves descripciones de los procesos analíticos. Se describen los ensayos previos a todo análisis y un estudio en profundidad de la investigación sistemática de los aniones y cationes de los diferentes grupos, con interpretación de los resultados. 
 
-         La reacción del Molibdeno con los Xantogenatos. El ión Molibdenilo. En anuario de la S.E.F.Q. 1939. Reúne aquí los trabajos llevados a cabo en el laboratorio de la Facultad de Farmacia.


-          Programa de Química Inorgánica. 1941.


-         Elementos de Química (Teoría-prácticas-problemas) [10]. Esta obra, de más de 400 páginas guarda gran similitud en su contenido con la de Química inorgánica aplicada. Tras una introducción con nociones de Química pasa a estudiar los metaloides, las leyes combinatorias y pesos atómicos de los elementos. En otros apartados estudia la nomenclatura de las combinaciones inorgánicas y orgánicas. Al final del texto, para uso eminentemente escolar, aparece un listado del material necesario para realizar experiencias en el laboratorio.


-         Los complejos internos. Revista de la Universidad de Madrid. T.I, Fasc. IV. 1941. 

 

-          Crítica de los principales métodos para la determinación del índice de yodo en las grasas; 1942, en colaboración con el profesor Doadrio López.
 
-         Control analítico de la alteración del pescado. Madrid. 1947. En este interesante trabajo [11] Montequi repasa los procesos bioquímicos que aparecen tras la muerte de un ser vivo debido a la proliferación de diferentes bacterias. En los peces, esta invasión bacteriana conlleva la hidrólisis de una serie de proteínas, la elevación del PH del músculo y la alteración y enranciamiento en mayor o menor medida de la grasa corporal. Describe los métodos eficaces para determinar estas alteraciones tanto en el pescado fresco como en el congelado, destacando, entre ellos, la determinación del índice de peróxidos como referencia del enranciamiento. Presenta los caracteres organolépticos que permiten la diferenciación entre el pescado fresco y el alterado y destaca la importancia de la determinación del Nitrógeno soluble total, el Nitrógeno no proteico, el de los ácidos aminados y el amoniacal. Por otro lado, analiza las variaciones de PH tras la rigidez cadavérica para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte del pescado y analiza, también, la alteración de la grasa con el método de determinación de peróxidos  como uno de los mejores signos de rancidez. Al final del estudio presenta una amplia bibliografía con más de 30 referencias sobre el tema.  



-         Posibilidades de los aceites españoles de animales marinos. Madrid. C.S.I.C. 1951. En este estudio Montequi señala la necesidad de los países por diseñar métodos que les permitan autoabastecerse de la gran cantidad de productos en situaciones de falta de la materias primas, como es el caso de la situación de autarquía que vive España y como también lo fue de los países europeos durante la última contienda. Como resultado de la situación bélica se recogieron enseñanzas y se llevaron a cabo una serie de estudios en Química Técnica con el fin de utilizar todas las materias primas existentes. El aceite de pescado era entonces un producto de escaso valor comercial, únicamente utilizado en algunas zonas como en Galicia pero, con su utilización posterior, podría incrementar su valor de forma considerable y ello reportaría grandes beneficios a la industria pesquera gallega. En el estudio se ofrecen los datos de las capturas anuales de sardina, jurel y anchoa de la industria pesquera de Vigo, una industria que desestima una gran cantidad de materia prima en forma de aceites sin interés para otras actividades pero que se podrían transformar en otros productos como harinas o barnices. 

 





A continuación lleva a cabo un análisis de la composición de esos aceites en ácidos grasos no saturados en especies como la sardina y albacora entre otras, aportando datos del contenido en aceites de diferentes partes del cuerpo de las mismas (hígado, cabeza, cola etc) y los métodos de extracción más adecuados. Entre las aplicaciones de estos aceites Montequi destaca las siguientes:


- En revestimientos protectores, para los que son aptos los aceites del cuerpo pero no los del hígado. Tendrían aplicación en la fabricación de pinturas y barnices ya que presentan unas buenas cualidades de adhesión y eliminación. En barnices, con diluyente de esencia de trementina obtiene barnices algo más coloreados que con aceites vegetales y son productos que presentan buena resistencia al agua, fría o caliente y a los álcalis.

 

- En la industria de jabonería tendrían éxito si se consiguiera disimular su potente aroma pero, por otro lado, dan lugar a la formación de espumas estables y ejercen una correcta acción detergente. Presentan el defecto de su rápido enranciamiento pero existen métodos para corregir estas desventajas.

 
- Por la riqueza en vitaminas A y D se pueden dedicar estos aceites a la industria alimentaria y presenta los métodos para preservar los hígados hasta su manipulación. En la industria se manejaban ya otros aceites procedentes de mamíferos marinos y aporta datos procedentes de las industrias existentes en la península del Morrazo.
. Por último, presenta otras aplicaciones muy interesantes para la industria farmacéutica, resultado de la halogenación de estos aceites, así como el uso de aceites yodados [12] y azufrados y la posibilidad de su uso en motores Diesel, en fabricación de insecticidas, etc.

-          Utilización de las algas españolas. Conferencia pronunciada en la Real Academia de Farmacia, 1943. 
 
-         Química inorgánica aplicada; Madrid 1955. Es una obra de 415 páginas en formato libro destinada a la preparación de los estudiantes de química inorgánica. Comienza con una introducción histórica centrada entre los siglos XVII y XIX para pasar luego a los modernos conceptos de la química y la estructura atómica. Es interesante el capítulo dedicado a la Química Nuclear, con referencias a los últimos descubrimientos sobre aceleradores de partículas y reactores nucleares o pilas atómicas como formas del uso práctico de la energía nuclear. Analiza las explosiones atómicas y las bombas de fusión y fisión. A lo largo del texto se alterna una serie de cuestiones, problemas y ejercicios prácticos que el autor propone para el alumno. En una primera parte del texto se dedica a mostrar los conocimientos fundamentales de la química, con una introducción a la estructura atómica de los elementos, leyes de las combinaciones y del estado gaseoso, pesos atómicos y moleculares y los fundamentos del análisis volumétrico. Presenta, también, un estudio pormenorizado del Sistema Periódico de los elementos con sus propiedades y otros sobre análisis energético de las reacciones químicas y la Química nuclear (isótopos, series radiactivas, escisión nuclear y obtención de radioisótopos). En una segunda parte estudia los elementos no metálicos y sus combinaciones entre sí y finaliza la obra con el estudio de los metales y sus combinaciones salinas, óxidos e hidróxidos metálicos. Texto, pues, muy completo y al día de los descubrimientos científicos que, en el campo de la química y física se llevaban a cabo en aquel momento.


-         Análisis Inorgánico cualitativo[13]. Es este un libro de 370 páginas para uso escolar cuyo contenido es similar al que lleva por título Química inorgánica aplicada. Igualmente está dividido en tres partes de las que la primera trata sobre los conocimientos fundamentales de la química, la teoría atómica, las reacciones óxido-reducción y la formación de complejos. En la segunda parte trata sobre las reacciones de iones y su clasificación y estudio de los elementos y en la tercera y última se centra en la marcha analítica y análisis de diferentes sustancias e interpretación de resultados.
 
-         Médicos y Farmacéuticos en la creación de la Química. Discurso leído en su recepción como académico en la Real Academia de Farmacia, en 1962.
-         Orden y estabilidad en los sistemas biológicos. Contestación al discurso leído por Enrique Otero Aenlle en 1973.[14]En este discurso que dirigió el Señor Otero a los miembros de la Academia de Farmacia destaca la buena relación que siempre tuvo con el Profesor Montequi desde que fuera alumno suyo en 1935. Hace hincapié en el hecho de que su maestro lo citase en varias ocasiones en la publicación de los trabajos de investigación en los que Otero colaboró con Montequi, quien le enseñó además los fundamentos doctrinales de la Ciencia y las normas “rigurosas y pacientes de la investigación”. Señala como virtudes de su maestro la seriedad, objetividad, libertad de juicio, su espíritu abierto y su gran capacidad de análisis y síntesis.

 
Además de los artículos publicados sobre sus investigaciones fue galardonado con varias distinciones y premios, como el “Premio Francisco Franco” por su trabajo de investigación sobre elaboración de pinturas con aceites de pescado. Entre las distinciones otorgadas a lo largo de su carrera profesional se pueden citar la de “Comendador de la Orden de Cristo de Portugal”, la “Cruz del Mérito Naval” y la “Encomienda de Alfonso X el Sabio”.

 

Fue, además, colaborador literario en la revista “Universitarios”, de la F.U.E., junto a Fermín Bouza Brey, Alvaro Cunqueiro, Francisco Fernández del Riego y Alejandro Rodríguez Cadarso. De la revista sólo se llegaron a publicar los dos primeros números, desde 1932 a 1933, apareciendo en el segundo número un artículo de Montequi bajo el título de “Signos de los Tiempos”. Falleció en Madrid en 1979.
 
                                           Dr. Miguel Álvarez Soaje




[1] Montequi tuvo un hermano, de nombre Fernando, nacido en 1901 que llevó a cabo, también, los estudios conducentes a la Licenciatura en Farmacia. Sabemos de él que cursó el bachillerato en Madrid y los tres primeros cursos de la carrera de Farmacia en la Universidad Central (1918-19 / 1919-29 / 1929-21) pasando posteriormente a la de Santiago (1926-27 / 1927-28) y finalmente a la de Granada (1933-34).
[2] En 1922 se había creado en Santiago la sección de Químicas de la Facultad de Ciencias y, ante la falta de docentes, inicialmente se recurrió al empleo de profesores de instituto de la ciudad, incorporándose Montequi como auxiliar, compatibilizando esta actividad con la docencia en su instituto.
 
[3] La gestión de Cadarso había dado como resultado la obtención de gran cantidad de medios materiales para la Universidad, (entre otras cosas el inicio de las obras de la Residencia de Estudiantes) así como los recursos económicos necesarios para bolsas a profesores y alumnos para estudios en el extranjero.
[4] Esta Cátedra no fue creada hasta el año 1965.
[5] UNIVERSITARIOS, revista de la F.U.E. Año 2. Santiago. Enero de 1933. Nº 2.
[6] Constituido en Agosto de 1936 en los laboratorios de la Facultad de Farmacia estuvo en funcionamiento durante tres años y, al frente del mismo, estuvo el profesor Luis Maiz Eleizegui. El laboratorio contaba con siete secciones:
1.       Especialidades e investigaciones
2.       Productos químicos
3.       Inyectables
4.       Preparaciones galénicas
5.       Cura aséptica y antiséptica
6.       Botiquines de batallón
7.       Vacunas
[7] Creada en 1903 en el seno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, disponía y el primer año de 263 socios. En la publicación de los “Anales” mostraba todo su prestigio, pues en ellos publicaban investigadores de todo el país.
[8] E.Otero, becario al que Montequi dirigió un trabajo sobre la “Oxidación del Sulfomercuriato sódico con agua oxigenada”. Dirigió también otro trabajo del auxiliar González Carreró sobre la “Hidrólisis de los compuestos circónicos”.
[9] Uno de los reactivos empleados en la detección del Molibdeno lleva el nombre de Montequi.
[10] El Eco de Santiago. 1936.
[11] Folleto de 21 páginas publicado en el Nº 7 de la Revista de información de Química Analítica correspondiente a los meses de Septiembre-Octubre de 1947. Montequi es entonces Jefe Químico del Instituto Oceanográfico y Catedrático de la Universidad de Madrid.
[12] Conjuntamente con el profesor Antonio Doadrio López.
[13] Madrid, 1952.
[14]Discurso leído por el Excmo. Sr. D. Enrique Otero Aenlle en la sesión de 14 de Junio de 1973 para su ingreso como Académico de número en la Real Academia de Farmacia y contestación por el Excmo. Sr. D. Ricardo Montequi. Madrid, Instituo de España. R.A.F. 1973.

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