APORTACIÓN A LA FARMACOTERAPIA DEL SIGLO XVIII (I): EL RECETARIO MÉDICO DE ANSELMO ARIAS TEIXEIRO
Publiqué este artículo el año 2015 en la revista CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS, del Instituto de Estudios Gallegos "Padre Sarmiento", T. 62, nº 128, pp. 175-206.
Entre una serie de manuscritos
del siglo XVIII atribuidos a Anselmo Arias Teixeiro localicé el
documento que presento en este artículo, un conjunto heterogéneo de
recetas destinadas a un público con escasos recursos económicos. Se trata de un
tipo de obra relativamente frecuente a lo largo de aquel siglo, por lo cual, el
autor se basa en algunas ediciones que circularon con relativo éxito, a pesar
de sus evidentes limitaciones desde el punto de vista terapéutico. El
manuscrito, que presento íntegramente, contribuye a ver la terapéutica del
siglo XVIII desde una óptica diferente, alejada de los tratados de medicina o
las farmacopeas oficiales que caracterizaban a la nueva ciencia ilustrada.
Among a number of eighteen century manuscripts attributed to Anselmo
Arias Teixeiro we had located the document presented in this research, a
heterogeneous set of recipes aimed at a public with low income. It is a
relatively common type of work throughout the century, whereby, its author
based on some popular editions which circulate with relative success despite
its limitations from a therapeutic point of view. The manuscript, which we
present entirely helps to see the therapeutic of eighteenth century from a
different perspective away from medical treatises or the official pharmacopoeia
that characterize the new enlightened science.
I.
EL AUTOR DEL MANUSCRITO
A lo largo de este
artículo presento un documento inédito que forma parte de un conjunto de
manuscritos atribuidos a Anselmo Arias Teixeiro[1],
miembro de una familia[2]
de la hidalguía rural orensana del siglo XVIII. Natural de la aldea de
Cabanelas, en el actual ayuntamiento de O Carballiño, heredó el patrimonio
familiar a la muerte de sus padres, contribuyendo así a la manutención del
resto de hermanos, todos ellos dedicados a la vida eclesiástica. Una desahogada
situación económica le permitió dedicarse, entre otras actividades, a la
elaboración de vino, plasmando en un interesante manuscrito sus experiencias en
este campo a lo largo de los años. Igualmente llevó a cabo escritos sobre otros
campos histórico-científicos, describiendo experiencias y opiniones propias
sobre cuestiones tan variadas como la luz, el fuego o, como el caso que nos
ocupa, sobre terapéutica, siempre con cierto carácter autodidacta.
Podemos atribuir este
manuscrito a Anselmo Arias Teixeiro porque al inicio del mismo intercala sus propios
datos biográficos[3],
de la siguiente manera:
Fui engendrado el año de
mil 70 i 6, año de jubileo, a 2 de Marzo, mi padre caminando a 30 y mi madre a 10
i 8[4]; mi
padre con un barrunto de cólera y mi madre con resquicio de una calenturilla
que a la mañana ya no había vestigios de ella, precedida de haberse llegado a
demasiado fuego. Entre 8 y 9 de la noche y en lo seguro antes de la media noche
fui engendrado. 8 días anduve de más en el vientre de mi madre. Nací a 10 de
febrero, año de 1707, a las 4 de la tarde, caminando desde la media al tercero.
Efectivamente, estos
datos corresponden con la fecha de nacimiento de Anselmo Arias Teixeiro quien,
en algunos de sus escritos, deja ver un amplio conocimiento de otras obras
científicas, lo que le permitió escribir sobre aquello que leía, intentando
emular o trasladar a su entorno aquello que leía. El resultado de esta
actividad es una serie de escritos variados entre los que se encuentra este
recetario de medicamentos, un documento interesante en el campo de la sanidad
popular a lo largo del siglo XVIII.
II. EL MARCO CIENTIFICO DEL SIGLO XVIII
III. CARACTERISTICAS DEL MANUSCRITO
IV. RELACION DEL MANUSCRITO CON LOS RECETARIOS DE MEDICAMENTOS
II. EL MARCO CIENTIFICO DEL SIGLO XVIII
El marco científico español del siglo XVIII estaba
caracterizado por un aristotelismo fuertemente enraizado en nuestras
instituciones, ya que la revolución que comenzara en el siglo XVII se llevó a
cabo de forma paulatina en nuestro país, principalmente en el ámbito privado y
en contra de las universidades. En aquel ambiente observamos un incipiente
racionalismo que, poco a poco, van defendiendo un grupo de científicos
modernos, calificados en su momento como “novatores”, cuyo celo en promover el
avance científico no evitó que durante las primeras décadas del siglo XVIII
todavía se defendieran postulados científicos de épocas pasadas intercalados
con la filosofía natural, tal y como sucede con el manuscrito que aquí
presentemos; un marco complejo que define la primera mitad del siglo XVIII en
el que vivió el autor de nuestro manuscrito. A lo largo de ese período
observamos un ambiente científico
contradictorio, que permite la presencia de un destacado impulso innovador
conviviendo con viejas tradiciones y supersticiones que se plasman en este caso
en el uso de remedios terapéuticos anacrónicos por parte de alguien que, al
mismo tiempo, defendía la observación y la experiencia como herramientas
fundamentales para el estudio científico.
A lo largo del siglo XVIII la experimentación fue
una de las herramientas de que dispusieron los científicos para indagar en la Naturaleza y elaborar leyes y teorías, en la línea que ya en el siglo
XVII defendía Robert Boyle al entender que las pruebas experimentales ofrecían
mayor confianza que las propias matemáticas. De esta manera, el empirismo se
impuso como fuente de información, desbancando al testimonio heredado de los
antiguos.
Al igual que en el
resto de Europa, el espíritu ilustrado español se caracterizó por su confianza
en la razón humana como herramienta para superar viejos prejuicios y antiguos
miedos, como el de pensar. Desde nuevos postulados se promovió el desarrollo
científico y económico de la nación, apareciendo así obras científicas de gran
interés como la Palestra Pharmaceutica de Félix Palacios, editada nueve
veces a lo largo de la centuria, llegando a ser el principal tratado de química
de la época. En 1726 Feijoo publicaba el primer volumen del Theatro Crítico Universal que iniciaba la
divulgación generalizada de los conocimientos científicos y la lucha contra
todo tipo de errores y prejuicios.
Por su parte, en Galicia, al igual que en el resto
de España, constatamos la aparición de una generación de “ilustrados” en la
segunda mitad de siglo, quienes, bajo la óptica de la filosofía natural
intentaron aportar algo de luz en un
entorno estancado en antiguas creencias y prejuicios, sin que la presencia de
ciertos anacronismos deba entenderse como algo ajeno a la época en que nuestro
autor redacta su recetario, tal como acabamos de exponer. Teixeiro responde a esa inquietud
cultural de la sociedad de su época y, por ello, acomete la redacción de varios
manuscritos y estudios científicos que nunca fueron editados, atado a viejas
tradiciones e ideas que, a lo largo del siglo XVIII, mostraban ya su ocaso
inminente. No obstante, responde al patrón de un sector de la sociedad gallega
que mostraba inquietudes por poseer el conocimiento que secularmente se les
había arrebatado en una tierra alejada de los círculos científicos del momento.
III. CARACTERISTICAS DEL MANUSCRITO
Se trata de un conjunto
de cuartillas que conforman el recetario compuesto por cuarenta recetas que
incluyen varios remedios basados en el uso de plantas (Celedonio, naranja,
tomillo, cantueso, salvia, romero, etc) y animales (buey, perros, lavanderas,
gatos, etc). El documento lo forman ocho cuartillas escritas por ambas caras
sin apenas márgenes, apaisadas, de unos 15 x 20 cm, con una caligrafía poco
clara sobre papel oscurecido. Las cuarenta recetas se incorporan en un texto
que recuerda a los formularios de medicamentos, recetarios o cartillas
farmacéuticas que circulaban impresos a lo largo del siglo XVIII[5] y, ello, nos sitúa ante
una obra relativamente frecuente en la época, no aislada, aunque
manifiestamente temprana dentro de este conjunto de textos de utilidad
sanitaria. Como ejemplo de esta dualidad entre el uso de remedios
contemporáneos y anacrónicos Teixeiro recurre al uso de ciertas plantas que aparecían
en las farmacopeas del momento, como salvia, romero, goma limón, cálamo aromático
o el celedonio, a la vez que recomienda el cocimiento de lavanderas y perros,
el uso del estiércol de gato, la grasa de culebras o el destilado de cangrejos.
Por otro lado, recomienda con naturalidad el uso del beleño, la cicuta o la
mandrágora para inducir el sueño en ciertos enfermos, especies vegetales que se
encuentran entre los remedios habituales de muchas boticas de la época. En
cuanto a sus “fuentes” oficiales, Teixeiro reconoce y hace referencia a varios
autores de textos sanitarios, como Johann Schroeder, Pharmacopoea medico-chymica (Lyon, 1681), la Materia medica de Dioscórides (ejemplar comentado por Andres Laguna
en 1566) o Jean Vigier, autor de una Historia
de las plantas de Europa y de una Pharmacopeia
Ulyssiponense), todas ellas, obras ampliamente referenciadas en las
bibliotecas de muchas boticas, tanto seglares como monásticas.
Un aspecto llamativo
del manuscrito es que, a lo largo del
texto, numerosas palabras han sido ocultadas bajo un código que nos recuerda al
empleado por los antiguos alquimistas para esconder ciertas ideas a miradas
indiscretas. Así ocurre en este caso, en que Teixeiro, asigna a cada una de las
cinco vocales un número del 1 al 5, es decir, a=5, e=4, i=3, o=2, u=1 con la
intención de que la lectura del texto se haga más incómoda[6]. Mostraremos el texto
“traduciendo” aquellas palabras que presentan esta peculiaridad para su fácil
lectura, señalándolas con un subrayado; a continuación de cada una,
incorporamos su original entre paréntesis, tal y como aparecen escritas en el
manuscrito.
IV. RELACION DEL MANUSCRITO CON LOS RECETARIOS DE MEDICAMENTOS
Los recetarios surgieron ya durante el siglo
XVI como herramienta para la divulgación de remedios médicos de uso popular,
obras de ámbito doméstico que recurrían a remedios caseros, de escasa
justificación sanitaria pero baratos y con una farmacopea sencilla. A lo largo
del siglo XVIII se reeditaron varias obras de épocas anteriores, como el
conocido Tesoro de Pobres o Thesaurus pauperum atribuido a Pedro
Hispano, Petrus Hispanus (posible
pseudónimo del Papa Juan XXI), obra de la cual se hicieron ocho ediciones entre
los años 1705 y 1795[7]. Su contenido es una amalgama
de remedios tradicionales con referencias a autores clásicos (Dioscórides,
Llull o Avicena). A título de ejemplo, el texto refiere como tratamiento para
el dolor de sienes el uso de perejil, el cuerno de ciervo, la hierbabuena o el
estiércol de paloma, todos ellos remedios de nula efectividad terapéutica. De
igual modo, vemos que para reconfortar
los ojos recurre a un remedio constituido por claras de huevo, leche de mujer
que tenga hija, ojos de cierva, sangre de palomino y vidrio verde, todo molido
y hecho un polvo que, una vez quemado, se echaría sobre los ojos. Es evidente
que recurre a remedios caseros sin una justificación sanitaria, (no imaginamos
el efecto del vidrio verde pulverizado sobre los ojos del paciente), con
ausencia de fármacos elaborados o medicamentos de tradición farmacéutica. Como
tercer y último ejemplo, el Thesaurus
recomienda el uso de un lagarto verde vivo, cocido luego en aceite y que se
colaría a continuación para hacer con él un ungüento, que se aplicaría
eficazmente en la cara. Todos ellos, remedios muy similares a los propuestos
por Teixeiro a lo largo de su manuscrito, en el que recomienda el uso de
cocimiento de perros o la orina de buey, recordando que este debe ser todo
negro para que el remedio surja efecto.
La obra atribuida a
Hispano responde a un estilo que se aproxima a nuestro manuscrito y es similar
a otros títulos de la época, entre otros, el Florilegio
medicinal de todas las enfermedades, sacado de varios y clásicos authores para
bien de los pobres y los que tienen falta de médicos, de Juan de Esteynefer
S.J., el Tesoro de medicinas para
diversas enfermedades, de Gregorio López (1708), los Secretos médicos y chirurgicos del doctor Don Juan Curbo Semmedo
(1735), la Medicina y cirugía racional y
espagírica, de Juan de Vidós que, editada por primera vez en 1691 fue
reeditada en 1709, 1720, 1722 y 1732, el
Recetario medicinal espagírico de fr.
Diego Bercebal, la Medicina doméstica
de Felipe Borbón (1686), reeditada en 1705, el Aviso al pueblo sobre su salud o tratado de las enfermedades más
frecuentes de las gentes del campo, de Tissot o la Cartilla pharmaceutica chimico – galénica, de Pedro de Viñaburu,
con una primera edición en 1729 y otra en la segunda mitad del siglo. Todo ello
pone de manifiesto que el interés por este tipo de obras de pequeño tamaño y
con carácter divulgativo tuvo gran demanda a lo largo de la primera mitad de la
centuria, principalmente entre gentes con pocos recursos económicos y
culturales, de ahí su amplia difusión en nuestro país.
La primera de las obras
que he comentado, el Florilegio
medicinal, representa por su título y su contenido el paradigma de este
tipo de obras destinadas a gentes sin recursos, ofreciendo remedios elementales
para todo tipo de enfermedades, por extrañas o incurables que pudieran parecer.
En el prólogo de los Secretos médicos y chirúrgicos, el autor
(Juan Curbo) reconoce el éxito de sus 320
“secretos”, tenidos por “golosinas” que han llevado al éxito su obra,
pero no deja de ser uno más en el conjunto de obras aparecidas como remedio de
todos los males de los pobres. Tal y como acabamos de comentar, estas obras
iban dirigidas al pueblo llano, carente de recursos económicos para acudir a la
medicina “oficial” y por ello alcanzaron gran popularidad a lo largo de todo el
siglo XVIII. En ellas encontramos cualquier tipo de remedios que emplean toda
suerte de ingredientes que van, desde el estiércol de paloma, a la pólvora, o
del cuerno de carnero a las piedras bezoares, siempre precedidos de un supuesto
y misterioso éxito en la consecución de sus objetivos. En no pocas ocasiones se
recurre con poca lógica al uso de elementos químicos, como el oro o el
mercurio; aunque ambos quedaban fuera del alcance del pueblo el resto de
remedios ofrecidos se podían hallar en cualquier vivienda de la época, como
azafrán, manzanilla, huevos, vino, lombrices, gusanos, hollín de chimenea,
orinas de buey, leche, miel, etc. En algunas obras publicadas hasta bien
entrado el siglo XIX aun se venía recurriendo al uso de este tipo de remedios
caseros.
Otro tipo de texto
divulgativo lo representan las denominadas Cartillas
farmacéuticas, obras que iban destinadas a fomentar la formación e
instrucción de los aprendices de boticarios. Solían ser obras de pequeño
tamaño, como la de Viñaburu (1729)[8], escritas en forma
escolástica a base de una serie de preguntas y respuestas para facilitar la
memorización del contenido por parte del alumno. Algunas, como la de Montañana
continuaba ofreciendo referencias a la obra de Dioscórides como modelo para el
estudio de la botánica, mientras que Viñaburu reconoce en su obra la influencia
de Mesué. Sorprende en la Cartilla de
éste último el predominio casi exclusivo de remedios de origen vegetal, pero
ello, junto a la propia estructura del texto, enfocado a una actividad
memorística, posicionan al autor en la tradición médica de siglos anteriores. La
Cartilla, como señalan
Peralta-Reglado y Gomis (2006), a pesar de estar proyectada como obra docente
divulgativa, acabó convirtiéndose en libro de texto para superar el examen de
boticario. Posteriormente apareció la cartilla de Ambrosio de Almunia, Porras ilustrado y cartilla de examen para
cirujanos latinos y romancistas (1732), destinada principalmente a
cirujanos pero con una estructura y composición similar a las anteriores. En
1761 el boticario madrileño Francisco Brihuega publicaba otra obra de similares
características pero de contenido más actualizado, el Examen Pharmaceutico Galenico Chimico, destinada a los boticarios
que pretendían superar el examen del Protomedicato; una obra que, sin embargo,
no aportó nada novedoso a la farmacopea de la época.
Otra obra destinada a
la sanidad de los más pobres y aparecida a principios del siglo XVIII, fue el Libro de Medicina y remedios de las
enfermedades por orden alfabético. Sacado
a la luz de diferentes autores y en particular del B. Gregorio López. Por el
Ldo D. Pedro de Biureta, residente actual en la villa de Madrid. Madrid, Juan
García Infanzón, 1703. Su contenido es similar al manuscrito de Teixeiro y
en la línea de las publicaciones que hemos comentado, y por ello, en el título,
el autor señala que los remedios
ofrecidos en el texto fueron tomados de otros “autores”, sin especificar quienes,
de tal forma que el conjunto de remedios, de escasa efectividad, se debería a
terceras personas que los habrían probado con gran eficacia desde la
antigüedad. En esta ocasión, Biureta lo dejó bien claro en la introducción de
la obra, al afirmar que “fue motivado por la humana condición de comunicar a
sus próximos los remedios que el talento humano ha descubierto por imitación de
la Naturaleza”. La obra lleva la aprobación del médico primario del Rey, así
como del doctor Diego Matheo Zapata, que reconocía el interés de la misma para
pobres y aquellos pueblos donde no hubiera médico, reconociendo además, la
utilidad y seguridad de los medicamentos propuestos, basados en la
experiencia.
No debemos olvidar, por
último, el elenco de obras de exaltación de panaceas, obras editadas a lo largo
del siglo XVIII, destacando entre ellas los polvos
purgantes del médico francés Jean
Ailhaud (1674-1756) o el recetario francés de Marie Maupeou de Fouquet, Obras medico-chirurgicas de madama Fouquet,
editada en Valladolid (1748) y Salamanca (1750).
Podemos situar el
manuscrito de Teixeiro hacia los años cuarenta o cincuenta del siglo XVIII, ya
que éste falleció en 1756 después de una larga enfermedad. Por tanto, se sitúa
a la vez que los primeros formularios de medicamentos que, con cierto rigor
científico, ya circulaban en los años cincuenta de aquella centuria, algunos
militares y otros civiles, normalmente pertenecientes a boticarios de
hospitales y personal cualificado, al contrario que las obras de divulgación
popular ya comentadas. El primero de ellos, Sinopsis Formularium, fue
editado en 1741, reeditándose en 1742 y 1749, lo cual apunta su amplia
distribución. En 1752 se publicó el Formulario médico-chyrurgico del que
se tiraron 900 ejemplares y que incluía hasta 120 recetas en latín. Siete años
más tarde, en 1759, Felix Eguia publicó su Formulario de medicamentos y
en 1760 se editó la Farmacopea de la Armada, obra del boticario Leandro
de Vega que, a pesar de su denominación, parece ser, más bien, un formulario
para uso de médicos y boticarios de la Armada española. Poco después, en 1763,
se publicaba el Formulario del Hospital del Cardenal de Sevilla, obra
escrita por Carlos Serra Rossell e, incluso a finales de siglo siguieron
apareciendo formularios de medicamentos como los Formularios de Cartagena de
los Hospitales de la Armada, editado en 1789 y 1795 y el Formulario de
los Reales Hospitales General y de la Pasión de Madrid, del año 1789, que
incluían como remedios terapéuticos sustancias animales, metálicas, vegetales,
zumos, raíces, electuarios, jarabes, etc.
Nuestro texto
incorpora, también, un amplio abanico de remedios animales y vegetales, tal
como hemos apuntado ya. Contabilizamos en él dos colirios, cuatro bebidas,
cinco emplastos, varios enjuagues, cinco jarabes, tres zumos, un electuario,
tres soluciones, dos ungüentos y varios aceites, infusiones, destilados y remedios animales. Por otro lado, encontramos
recetas difícilmente encuadrables bajo forma farmacéutica alguna, como la que
recomienda ponerse unos escarpines humedecidos en aguardiente y dormir con
ellos una noche para tratar la ronquera de pecho. Sin embargo, en otro momento
Teixeiro recomienda practicar ejercicio y abstenerse de la carne de cerdo,
sustituyéndola por caldo de gallina.
El texto, por tanto, se
enmarca en un período en el que es frecuente la publicación de recetarios,
alguno de los cuales podría haber llegado a conocer Teixeiro y, basándose en
ellos, llevo a cabo su propio recetario. Pocas obras de interés exclusivamente
terapéutico podría haber manejado de entre las publicadas hasta aquellas fechas
y que hubieran tenido amplia difusión; entre ellas podemos citar, en primer
lugar, la obra de José Pasqual Llobet, Particulares medicamentorum, (1677)
publicada como formulario del Hospital de Santa Cruz de Barcelona. En segundo
lugar destacamos la conocida obra de Dioscórides, Acerca de la Materia
Médica Medicinal y de los Venenos Mortíferos, ya que es en ella donde
encontramos las fuentes que sirven de base científica a Teixeiro, una obra
obsoleta a mediados del siglo XVIII pero que aun gozaba de gran reputación
entre médicos y boticarios, no obstante apareció última edición a principios de
aquella centuria.
Varias recetas del
manuscrito de Teixeiro tienen sus correspondientes en la obra de Dioscórides,
siendo evidente que el ejemplar manejado para redactar su recetario fue la
edición española comentada por Andrés Laguna, (edición de 1555).
En general, estas obras
estaban dirigidas a profanos, consideradas como obras de higiene privada
dedicadas a ofrecer remedios para todo tipo de enfermedades pero que apenas
aportaron novedades terapéuticas y cuyo contenido, además, era distinto entre
unas y otras; unas obras que, por otro lado, no valoraban el origen de la enfermedad
ni cómo evitarla, ofreciendo a las clases más pobres unos remedios secretos
basados en la tradición oral popular.
No resulta extraño
recurrir a una terapéutica tan antigua en pleno siglo XVIII, porque no estamos
ante un caso particular de retraso cultural o científico, sino en un ejemplo de
terapéutica popular habitual entre las gentes con pocos recursos económicos,
como venimos comentando; era, en definitiva, una terapéutica válida y ajustada
a su época, pues poco más era lo que se conocía. Pero, por otra parte, tampoco
nuestro autor se propuso editar un formulario nacional para uso generalizado,
sino una pequeña guía de remedios caseros. No debemos considerar a Teixeiro
como persona ajena al ámbito sanitario, pues hasta bien entrado el siglo en este
campo encontramos desde médicos y boticarios hasta santos, curanderos y brujos;
en ocasiones, la ignorancia de unos y otros era similar. Además, la situación
de la medicina y la farmacopea oficiales en la España del XVIII era lamentable,
como denunciaban ya Feijoo, Sarmiento o el médico José Masdevall[9]. A lo largo del recetario de Teixeiro encontramos remedios
para todo tipo de males, algunos con ciertas reminiscencias alquimistas.
Así podemos ver una receta para el tratamiento de la fluxión (catarro o
resfriado) que, desde la cabeza irradia al resto del cuerpo; su origen, según
Teixeiro, no es la alteración de la circulación de los humores en las venas,
sino el tiempo atmosférico cuando pasa de seco a húmedo inmediatamente y de
caliente a frío, lo cual conlleva que se “coagulen los líquidos”. A su entender,
la humedad del aire penetra por los oídos, narices y boca y contacta con algún
órgano en el cerebro, lo que provoca que la linfa comience a circular
desencadenando la enfermedad, que debe tratarse, no con medicamentos, sino
tratando las partes aéreas de la cabeza. Para ello recurre a un remedio que
mezcla lo casero con lo alquímico, tapando los oídos con algodón empapado en
vino blanco y colocando un paño fino delante del rostro, de tal forma que
oculte la nariz y la boca para evitar la entrada de aire. Este paño iría
empapado en “vino filosófico”, no en un vino corriente. En diferentes tratados
de alquimia, como el Theatrum chemicum
(1602), existen referencias al denominado “vino filosófico”, un tónico y
digestivo elaborado a partir de un vino “digerido” durante un mes en estiércol
de caballo y destilado posteriormente. Los remedios así preparados debían tener
un efecto mayor que con el alcohol etílico ordinario.
Es interesante destacar,
también, el interés de nuestro autor en recurrir a la observación y la experimentación.
A lo largo del manuscrito encontramos referencias a “como me lo enseña la
observancia y la experiencia”. Entendemos, por tanto, que la justificación de
sus remedios viene dada, en unas ocasiones, como resultado de su propia
experiencia y, en otras, fruto de la tradición oral, no demostrada por él mismo.
En este sentido,
Teixeiro señala, por ejemplo, que la putrefacción de un cuerpo se debe a la
fijación de la humedad extrínseca o intrínseca en sus cavidades. El poso o
sosiego de los líquidos estancados sería el origen de esa putrefacción pero
también influye el calor, aunque refiere lo dicho por Boyle respecto a los
peces que mueren bajo los hielos al congelarse el mar Báltico. Algo parecido
pudo comprobar en el agua de una fuente que, inmovilizada durante cuatro meses,
se pudrió, lo cual observó también en las aguas termales, “que se enfrían en
contacto con el aire” y, durante el verano, en los seres humanos cuando
enferman al pasar del calor al frío, desencadenando “catarros y fiebres”.
Señala Teixeiro que a la putrefacción sigue la destrucción del cuerpo
putrefacto, lo que da lugar a que se engendren gusanos; esta afirmación nos
aproxima a la teoría de la generación espontánea de gusanos o Autogénesis, una teoría que a lo largo
del siglo XVIII era reconocida y entendida como posible por varios autores,
aunque desde 1769 fue refutada por Spallanzani y Francesco Redi tras llevar a
cabo una serie de experimentos para demostrar o invalidar la “generación
espontánea”. En relación a estas
teorías, por entonces se suponía la generación humana surgida de un huevo que se
pudriría en la vagina de la mujer; en este sentido, Teixeiro apunta la idea de
que el semen del hombre no haría más que fomentar esa putrefacción de la misma
manera que el agua de lluvia “pudre” el interior de la tierra para generar las
plantas; por otro lado, nos dice que el agua del interior de la tierra se puede
pudrir para desarrollar los metales y, por ello, entiende que todas las tierras
mineras son tierras esponjosas y húmedas, afirmando que el “hedor sulfúreo” que
percibe en los minerales se debe a esa naturaleza putrefacta. Acompaña sus
argumentaciones con ejemplos, unos entresacados de los escritos de Boyle acerca
de la metalurgia y otros observados en su entorno, como lo sucedido en “la
cueva de Villa”, en la que observa aguas sulfúreas.
Otro tipo de putrefacción parece encontrarlo
en cierto “vello” que observa en algunas hojas y hierbas, entendiendo que se
forma debido a la humedad del entorno[10], de manera similar a lo
que ocurrió en su momento en “la caja de las pelucas, que contenía tierra”. Por
otro lado, asegura que como todo ser vivo depende de la humedad, y como,
además, el agua de cada ser vivo no vuelve a la naturaleza y el agua en la
naturaleza es limitada, con el paso de los siglos ésta se irá consumiendo y
llegará un momento en que, por falta de agua en los mares, cesará la lluvia y,
por tanto, “toda generación de materia”. Entiende que, por ello, se observa
menos nivel de agua que en siglos anteriores y más cantidad de tierra, a su
modo de ver, transmutada originalmente del agua[11]. Por último y a modo de
conclusión del manuscrito pone en duda la veracidad de las tablas de Ptolomeo.
V.
TRANSCRIPCION E INTERPRETACION DEL
MANUSCRITO
Veamos el contenido del
manuscrito, que carece de introducción, aunque como hemos apuntado ya, en el
texto se intercalan sus datos biográficos:
R[12]: Aguamiel, buena para la gota, bebida pero ha de ser cocida; aprovecha
en gran medida a los asmáticos y tosigosos[13]
y no se debe dar a coléricos inflamados de algún miembro; para ablandar el
vientre se da cruda y sin cocer. Para provocar vómito se mezcla con un poquito
de aceite tibio. Prepárese esta agua así: tomaréis de agua de lluvia lib. V y
de miel de abejas, lib. II y cueza a fuego manso hasta que mengüe el tercio,
procurando siempre irla espumando y se ponga en vasija vidriada. Para el pecho
se le añade fenugreco[14]
y un poquito de salvado. Es eficacísima para la vista turbulenta, nitilopatías[15],
cataratas, lavando los ojos con ella y, tomada por las narices, descarga mucho
el cerebro. Rica para apostemas intrínsecas y para evacuar humores gruesos.[16]
Libro de Mágica blanca[17],
hailo en Monfero de Galicia, monasterio de bernardos y de dominicos en
Salamanca.
R: Para los tullidos por accidente u otro cualquier encogimiento de
miembros, después de evacuada la
naturaleza no hay tal, como muerto un buey en la cuadra donde asiesten y éste que esté
bien grueso y abriéndolo cuanto más pronto, se pudiere entrar al doliente
dentro muy bien tapado y de suerte que solo la cabeza quede fuera; remedio
moderno y eficacísimo.
Conocimiento de los que
han tomado unciones: frente con unas pocas
de arrugas, con algunas caspas negras o blancas, color pálido, labios arrugados
y quemados, pestañas y cejas poco pobladas.
R: Remedio para la cólica; cocer una naranja agria y beber el agua, al otro día purgarse y si
puede, de agua beber cuartillo y mº. De vino, para alegrar con uno cualquier
cosa, por la mañana es mejor, pues si es colérico, a la tarde está más y a la
mañana menos. Ha de procurar siempre beber aguas delgadas o cocidas con zarza[18].
R: Risa sardónica[19]
porque hay una hierba venenosa que, comida, hace abrir la boca a modo de risa y
mata color sardónico, lo mismo que vergüenza, por la abundancia de tinte de
grana que hay en esta ciudad. Sardanapalo, hombre[20]
el más lascivo y más afeminado que hubo. “Esteocles y Apolinicies”, dos
hermanos que se quisieron tan mal que aún estándolos quemando en la hoguera la
llama del uno se apartaba de la del otro[21].
Ibis, ave sucia que saca con el pico el excremento del orificio.
R: Para los ojos
tómese celidonio[22] y un poco de vino,
puestos los canutos en él, exprimiendo 4 onzas o machacándola en él se da con
el vino en los ojos y se sacan las nieblas o bellidos, que llamamos.
R: Para
sacar el sol de la cabeza: una redoma llena de vinagre o agua puesta en la cabeza.
R: Virtudes
del te para dolor de cabeza, de estómago, para la borrachera, tomando cocido en
agua y beber el agua; para la borrachera, aplicar nieve o agua a las tomas.
R: Para la
piedra, una lavandeira, que llamamos, echada viva en una olla nueva hasta que
la dicha ave con plumas y todo se vuelva polvos. Dejar estar la olla al fuego y
después que en la misma olla se vuelva todo polvos se usa de ellos en un poco
de agua en ayunas. Para aliviar y quitarle por entonces a uno que actualmente
está con dolor de piedra, no hay tal, como unos pocos de ajos cocidos en vino
blanco aplicados al empeine o riñones. Pero el mejor y más excelente para hacer
echar las pedrezuelas, flemas y las materias hediondas de los riñones y vejiga
es el siguiente: tomaréis doce limones hechos rodajas, los echaréis en seis
escudillas de agua dulce, que no sea de pozo ni mar y ésta se cueza hasta que
mengüe la tercia parte y, colado, le añadiréis ocho onzas de aceite común, y de
azúcar blanco media libra y, al fuego, sea hecho jarabe y tómelo en ayunas,
cuatro onzas con agua de grana.
También este jarabe es admirable para las purgaciones prevenidas de mujer
que sea cálida, y esto se conoce en el color porque si es muy blanca es fría,
como también si es muy morena, pero si es trigueña es caliente y entonces se
usa de este jarabe. Pero si es fría se le añade al dicho jarabe un poco de
trementina, y sanará luego. También es rica el agua que se saca de las sandías;
esto es, sacada la corteza se exprimen y aquella agua que rezuman es rica para
las purgaciones precedidas de causa cálida.
R: Para
Cólica, que es cuando duele mucho el vientre y no se puede orinar, es
eficacísimo el siguiente: tomad un poco de estiércol de gato o ratones y poned
una taza de vino a la lumbre y, echados los polvos de dicho estiércol en el
agua, bebedla y sanaréis luego.
R: Para
llagas de bala, cuchillas y otras cualesquiere, tan eficaz que atrae y saca
cualquier hierro que quedare dentro y después encarna y cura la llaga perfectamente,
es el siguiente: tomaréis dos perrillos recién nacidos, vivos, lombrices de
tierra, lib.j[23], aceite de lirios,
libra ij[24], trementina de Venecia
un g vi[25],
agua caliente, un gj[26].
El cómo se ha de hacer: pondréis al fuego el aceite con los dos perros vivos en
olla vidriada y cuezan allí hasta que la carne aparte de los huesos y luego
echaréis las lombrices lavadas con vino blanco[27]
y hierva todo junto, otra vez, hasta que estén tostadas las lombrices y con
paño tupido se cuele fuertemente y luego añadiréis la trementina y el
aguardiente y guárdese en vaso de vidrio. Úsese de él cuando se ofrezca, que es
excelentísimo.
R: Los
granos que quedan en el rostro cuando se dispara algún arma de fuego, los
dichos granos de pólvora fijos en el rostro o manos sacaréis en el primer
aparato, lavándolos con la poscajaia, que es agua y vinagre[28];
con esto se deshacen.
R: Para las
quemaduras de pólvora de agua o de aceite u otra cualquier cosa, es éste: luego
que sucede la quemadura tomaréis cebollas y majándolas les sacaréis el zumo, en
el cual echaréis una poquita de sal molida y con esto unte con una pluma de
gallina la quemadura y le aplique parches mojados encima. Aceite de Ambrosio[29],
para las llagas aunque estén hundidas y tengan estrecho el orificio, dilatarlas
es este recipe: resina de abeto[30],
un c v[31],
aceite tostado, un g II[32]
y media, hypericum, drag V[33],
simiente de momordica[34],
llamada poma de amor[35],
drag III[36]. Muélase un poco la
simiente en vaso doble con el aceite y trementina. Se ponga a hervir, espacio
de media hora y luego se cuele y ponga
en vaso de vidrio, del cual se ponen pañitos mojados encima de la herida.
R: Para atajar un flujo de sangre en menos de media hora no hay tal
como garjear las heridas con un poco de agua ardiente fría y para la llaga
curarla, el ungüento de bolo[37],
paños mojados en zumo de llantén[38],
aceite rosado y unas gotas de vinagre, remedio eficaz para sanar el dolor de
alguna parte que duele por causa de fluxión o para el reumatismo, a su
principio o ataque de ciática: recipe orinas podridas y cuando estén bien
pasadas y añejas, vino blanco y aceite, iguales partes, póngase a la lumbre,
hiervan bien y darle a la parte con esto.
R: Para la lepra, después de evacuada la causa con caldos de
culebras y purgas y aún las unciones secretas de lo gálico, una onza de solimán[39],
mercurio sublimado[40]desatada
en una libra de cal viva y úntese el cuerpo. La grasa de culebras, buena para
ciática.
R: Para sacar las señales de llagas y otras cualesquier infecciones
o manchas del rostro, recipe: mirrha, un gII[41],
muélase bien y tomaréis media docena de huevos cocidos que estén duros y
mondados. Los cortaréis a la larga por medio y sacadas las yemas, se llenan las
cavidades de mirrha. Pónganse en lugar húmedo en una “almofia”, y tapados muy
bien, de modo que no caiga en ellos polvo ni cosa alguna; estén cuatro días
metidos en un “ojo” en alguna bodega hasta que la mirrha y las claras se deshagan en un aceite graso;
guardarlo para lo dicho[42].
R: Sabina, hierba que trayéndola consigo las mujeres, no conciben.
La salvia caliente con alguna “astrición” hace a las mujeres fecundas si
bebieren de su zumo[43].
R: El romero, es caliente y seco, admirable para dolor cefálico y
tos. Su cocimiento hecho en agua y dado a beber sana las aterciadas; su flor en
conserva conforta el corazón, estómago y cerebro y restituye la memoria
perdida. Saludable contra lo frío de estómago y cerebro[44].
R: Tomillo, resuelve y conforta el cerebro pues es caliente y seco;
su olor solamente restituye el sentido a los asidos de gota[45].
- MAL GÁLICO[46]-
R: Media libra de zarza se echa en 6 azumbres de agua con 4 onzas de
pasas de lejias[47], sin granos; media
onza de sándalos colorados[48],
una onza de hojas de sen. Todo junto cuece en una olla nueva, vidriada, muy
tapada hasta que quede en un azumbre[49]
de agua. Luego se cuela y se echa una libra de azúcar de pilón y unos polvos de
canela. Se vuelve a la lumbre, donde cocerá y se irá espumando hasta que quede
como un almíbar.
R: La grasa de la anguila puesta en candil hace que todo el
aceite parezcan culebras.
R: Remedio para cualquier golpe que no se engendre apostema y
conforta: tómese orégano[50]
y el agua donde cuece se cuela y después se le echa azúcar a la misma agua y
vuelve a hervir y se bebe la dicha agua.
R: La margarita[51]
sirve, el zumo de ella tomada en agua de cardo o común, para fiebre maligna y
pútrida, evacua por orina y sudor y en infusión quita en breve las tercianas y
cuartanas. Para la piedra se hace infusión con ella. Partes iguales de hierba
buena en agua de salsifras[52]
y se toma en ayunas antes de la cena.
Fui engendrado el año de mil 70 i 6, año de jubileo, a 2 de Marzo, mi
padre caminando a 30 y mi madre a 10 i 8, mi padre con un barrunto de cólera y
mi madre con resquicio de una calenturilla que a la mañana ya no había
vestigios de ella, precedida de haberse llegado a demasiado fuego entre 8 y 9
de la noche y en lo seguro antes de la media noche fui engendrado;8 días anduve
de más en el vientre de mi madre. Nací a 10 de febrero, año de mil 707 a las 4 de la tarde caminando desde la
media al tercero[53].
R: Para ejercitar la cólera, pólvora y si es de Murcia mejor, mezclada
con agua ardiente, bebidos aumenta el valor[54].
R: Recipe mayorana[55] 2 qtos de hysopo Z[56] , otro de cantueso[57], Z de almoraduj[58] , Z de salvia, Z de flor de romero, Z de calamento[59], Z de melisa, Z de cálamo aromático, Z de betónica[60]. Todo eso se hace polvos y se echa
en una libra de tabaco; después, se pone entre el tabaco una camuesa con 6
clavos finos metidos en ella[61]
después de haber estado 24 horas en un poco de vino blanco, y con este vino se
rocía el tabaco.
-Polvos-
R: 2 onzas de zarza, una xg, media de polipodio, una de cantueso,
media de fermodáctiles[62],
2 qtos de azufre de canutillo. Todo esto se muele, cada cosa por sí y luego se
mezcla y[63] se hace. Tómase así
el almíbar como los polvos, dos horas antes del almuerzo a la mañana y 2 antes
de la cena a la tarde. Se echan 3 cucharadas grandes de almíbar y una toma de
polvos y se mezcla bien y, si estuviere espeso, se le echan más gotas de agua
de zarza.
R: Regla[64] que ha de guardar
luego que se tomase, hace ejercicio y, si puede sudar, mejor. Prívase de toda
carne de puerco, vino y sólo ha de beber agua de zarza en tan solo un puchero
de gallina y carnero. Prívase de mujeres y lavarse con agua más que tibia, lo
que ejecutará 6 días después de tomado el vomitorio ,que se da al cabo de 5
días en que, mañana y tarde, se toma la conserva y polvos, el cual vomitorio
vienen a ser 2 o 3 granos de guftilio
conforme a los rebrotes del sujeto. Efectos, a los 5 días se conoce
grande mejoría. A los 9 se hallará totalmente bueno. A unos causa sudor y a
otros cursos, y si debilita se puede suspender dos días; puede tomarlo en pie,
no siendo el tiempo muy frío no se ponga donde le dé mucho el aire y puede
hacer un moderado ejercicio.
-INCORDIOS[65]-
R: Palo santo,
polipodio, zarza, 2 onzas de cada cosa; échase en 3 azumbres de vino blanco,
bueno y también en el vino, una punta de cuerno de carnero de 3 dedos de largo
y a las 24 horas se toma por la mañana medio cuartillo y se prosigue esto hasta
20 días; nota, que de las 2 onzas de zarza, la onza y media se echa en
infusión.
R: Para flujo de sangre por la boca o vena rota[66]:
haz un vaso de fresno, echa en él vezadte puro, preparado seco al fuego y
caliente, echado en el vaso y que escupa el enfermo en él y sana luego.
Polvoriza después el vaso con polvos de hematitis[67],
piedra y entierra el vaso, unta la nuca al enfermo con aceite de nuez moscada
cada 2 días.
R: Para cualquier dolor: toma un poco de levadura, un poco de
cantáridas[68], un poco de sal y con
vinagre muy fuerte se hace un emplasto, se pone sobre el dolor, luego hace una
vejiga, reviéntala y quedarás sano.
R: Para jaqueca: recipe confortante de Vigo[69]
y goma de limón[70] y a falta de todo lo
demás, la goma de limón sóla, que se pone todo en unos parchitos de tafetán en
las sienes. Señal de gálico, una espontánea laxitud en todo el cuerpo y no
puede abrir las manos ni cerrarlas sino con mucha pesadumbre, y las llagas
salen a modo de callo, sin poder curarse con medicamento como las demás y
suelen mortificar más de noche que de día.
R: Para dolor de muelas: orinas de buey todo negro echadas en la
boca, pasan, y no hay remedio como el; a falta de esto se pide en la botica 2
qtos de filonio romano[71]
y se le da a la encía por la parte de adentro y fuera con él y si está horadada
y hay pimienta larga se coge un grano de ella y la mitad se entra en el agujero
y alivia el dolor luego.
Los libros de plantas, Escrodro 2 tomos[72],
330 pesos, Dioscórides[73],
Bigier[74],
3 tomos y uno de cirujía, Montaña[75]. 16 libros intitulados Descollas de
cirugía y medicina y la forma séctica de boticarios. Todos 330 pesos. Silva[76]
de experiencias, curioso libro Zapata[77]
de boticarios rico. Libro el más curioso de botica de Zapata.
R: Para sacar la piedra a los dientes y limpiar armas, cógese una piedra de grano y
se pone en el horno hasta tanto que le pase el fuego que será cuando se
deshiciesen con las manos, estregándola entre ellas, luego se le da con un poco
de agua de rosas y estregando con ella los dientes los pone muy blancos y les
saca las piedras, y a las armas las deja muy lucidas.
Las espadas, estoques,
verduguillos[78] que tuvieran en la
hoja una C luego una coma después, luego siguiere a la coma una estrella, a la
estrella siguieran 3 puntos seguidos y luego tuvieran unas letras que digan
“tole” y al fin 5 rayas, a manera de escudo, buenas, pues son las mejores y más
antiguas. De estas siguen las que tuvieran 2 rayas, luego digan Toledo claro y
al fin una O que significa el mundo, y estas son de segunda especie, como las
que tienen media O de tercera y de todas estas los verduguillos que tienen al
medio una cota, como navajas de barba, son los mejores.
R: Para calenturas al tiempo de entrar el frío se cortan la uñas y se dan
a comer en un poquito de pan a un perro.
R: Para dolor de muelas se
saca un diente a un perro vivo y se trae consigo y cuando duele se aplica.
R: Para dormir, recipe philonio romano, drag.j[81]
con agua de borrajas, se desate y si no bastare esta cantidad, tomado cuando se
va a acostar al otro día le dan dragma y media.
R: Para hermosear el rostro y las manos, recipe miga de pan blanco,
lib.iiij[82], flores de habas,
rosas blancas, flores de nenúfar, de lirios blancos, an lib.ij[83],
leche de vacas, lib v.j[84].,
huevos, lib viij[85], vinagre blanco
escogido lib.j[86]; destílese todo junto,
en alambique de vidrio y sáquese el agua para el rostro y las manos y lávese
con ella de noche, que es de mucha estima.
R: Ungüento admirable para la sarna: manteca de vacas, un g.vj[87],
trementina, un g.iij[88],
solimán drag ij[89], zumo de limón una lib. vj[90],
tráigase en mortero de piedra y añádase poquito estoraque líquido, es muy
experimentado.
R: Para la voz, flor de saúco, seca a la sombra[91].
R: Media dragma o 2 escrúpulos de destilación simple de cangrejo,
medicamento excitante en gran manera[92]
a lujuria, con este medicamento de levante. Parches de vinagre aplicados en los
intestinos y vientre, mitigan mucho por lo frío que es; maluco[93],
palo tan fuerte como el acero, da un fruto como avellanas, que tomado en poca
cantidad, incita a lujuria y en mucha, a profundo sueño. Para infundir sueño la
hiel de lebracho, suelta en el caldo. Para quitar manchas de ropa, la hiel de
carnero, estregando la mancha con ella.
Señales de conocer una mujer virgen: cuando ve al
hombre, la mujer doncella clava en él los ojos muy alegres, labios encarnados,
pechos cortos y no caídos, antes bien llegados. La que no, cuando ve al hombre
baja los ojos, los pechos grandes y caídos, los ojos tristes y no clavados. Si
está preñada se ha de reparar si es de caderas anchas o cortas, si de anchas, a
cuatro dedos andando al vientre desde las caderas en aquel ojo que hace allí el
vientre. Se ha de mirar si está crecido el dicho ojo cosa de 2 dedos o igual
con la cadera y si está fuera. Si es de caderas angostas, luego mirar el vientre,
como también si se aparece algún paño en la cara, o si tiene el pulso débil o
con un poquito de calambres.
Para
conocer si me han dado veneno, si la
lengua se siente áspera y negra al acabar de tomar, señal cierta de que me han
dado veneno, luego triaca y, a falta de ésta, se modera con manteca y aceite,
sal, pimienta y vino en cantidad, todo junto vuelven a un individuo loco y esto
se regula: sudar beber agua y arrojarla y horchatas.
R: Para lombrices, eficaz remedio
excremento de cerdos cocido con vinagre puesto
en el vientre; en enfermedad gálica no se sangra.
R: Dar zumo de beleño, de zeguta[94],
de mandrágora, de pocmictras[95]
y que estos zumos se envuelvan en una esponja nueva, la cual, después de seca
al sol, se meta en agua caliente para que la huela el enfermo hasta que se
duerma. Hecha la obra, manda apretar otra esponja de otra virtud, mojada en
zumo de hinojo caliente puesta a las narices para que despierte. Dioscórides:
partes de mandrágora cocidas en vino, de bebida para que en un vaso, de media
onza de Antimonio, 4 onzas de vino blanco, estará 24 horas, al cabo de las
cuales que esté en dicho vaso, se tomará de allí a 2 horas el caldo[96].
Beberá agua de zarza mezclada con china y si bebe vino templado con dicha agua,
púrgase antes que con la purga de antimonio, y esto lo hará 4 a 8 mañanas,
conforme la necesidad, que hará provocar todo el humor a vómito y calmará, hará
doler el vientre y, cuanto a la cantidad de vino, si llega a 20 años se le
puede, seguramente, las 4 onzas, y esto se ejecuta en hombres robustos y fuertes
y si el vino es de malvasía todo lo reducirá a cámara.
R: La miel,
principalmente llamada virgen, aquella sacada de los enjambres nuevos, es un
tesoro de ricas virtudes derivadas de todas las plantas y hierbas cuyo jugo se
halla en ella. Destilada, es magnética, según Feijoo lo dice. Con la castellana, que llaman miel blanca, tomada
en ayunas dice Zúñiga que, al cabo de cuatro mañanas le habían pasado unas
cuartanas porfiadas[97].
Vieite dijo que había curado cuartanas y tercianas y otra cualquier enfermedad
y llagas, pero sin beber agua, apagando la sed con tostadas de pan mojadas en
vino.
R: Remedio para conservar
el vino incorrupto: echar dentro de la cuba tres granos gruesos de mirra o de
incienso o de almastiga[98].
Los tres granos gruesos son tres lágrimas de cualquiera de las especies dichas,
conforme salen del árbol sin pisarlas.
R: Remedio contra el mal de piedra: toma gusanos que dicen
ciempiés[99]
o de los gusanos que comen el palo; quémalos en una olla y dálos hechos polvos
a beber al enfermo, que al instante se deshace el cálculo.
Por último plantea la posibilidad de crear un
medicamento tal que pudiera modificar y corregir la falta de pasión o fuerza en
los corazones débiles. Hace referencia a las pasiones, que podríamos entender
como “cualidades humanas”, fácilmente controlables y enmendables, en su
opinión, afirmando que la impericia puede corregirse con la ciencia, es decir,
con el estudio, frase que representa, a nuestro modo de ver, su actitud vital.
Por otro lado, reclama también la prudencia y la observancia; es importante
esta última proclama, que reivindica la observancia, el estudio y la prudencia,
ya que nos sitúa en una posición claramente ilustrada, pero echamos en falta la
experimentación, sin la cual el método científico no podría alcanzar sus
objetivos. Efectivamente, Teixeiro observa y estudia pero no da el último y
decisivo paso de experimentar aquello que observa; elabora él mismo sus propias
argumentaciones basándose en sus observaciones y en lo que otros han escrito y
ello limita, al fin y al cabo, todos sus estudios y argumentaciones, como hemos
visto a lo largo de este trabajo. Defiende, además, que aquellas cualidades que
dependen de los sentidos (podríamos entenderlos más bien como sentimientos) que
emanan del corazón, son difíciles de corregir por medio de la razón y se
lamenta, finalmente, de aquellos que poseen un corazón pobre y de los que
carecen de ciencia o conocimiento de sí mismos. En este sentido, defiende la
utilidad de la ciencia “y más la costumbre ordenada y aún forzada del
conocimiento”. Reclama, pues, una postura científica en cada uno de nosotros,
acostumbrando o enseñando a razonar y fomentando el conocimiento científico de
manera natural o forzada.
Finalmente y como contrapunto a lo anterior, se
plantea la búsqueda de una panacea médica, remedio natural o medicinal que
pudiera compensar el vacío que dejan las ciencias, expresándose en los
siguientes términos:
Las pasiones
pertenecientes a las potencias capitales, como a la conciencia, prudencia,
discurso, etc, son sujetas y fáciles de dominarse y enmendarse con el consejo,
tiempo, estudio y cuidado, porque la impericia se puede ahuyentar con la
ciencia y estudio; la prudencia con el tiempo, doctrinas, prudencia y
observancia y así de las demás, pero las pasiones, que asientan en el apetito
sensitivo radicado por orden de naturaleza en el corazón, son muy difíciles de
soldar y curar por la razón, cuyo reflejo es siempre necesario en cada acción
por no ser fácil el criar hábito deducido de la prudencia. Pobres de aquellos a
quienes manda un corazón pobre, a quien no puede enfrentar la carencia de la
ciencia o el conocimiento de sí mismos en cuanto tales. Mucho podrá hacer en esto la ciencia y más la costumbre
ordenada y aún forzada del conocimiento. Quiero decir que se indaguen remedios
naturales y medicinales que fortifiquen y aquilaten la temperie del tal corazón
destemplado. Es cierto que los remedios de Hipócrates se aventajarán a los de
Séneca.
VI.
CONCLUSIONES
El autor, en definitiva,
ofrece un texto para servir de manual terapéutico o, podríamos decir, de manual
de primeros auxilios; se trataba de disponer de un texto que ofreciese un
amplio abanico de fórmulas o remedios sanitarios para todo tipo de males. Se
encuadra, por ello, en un tipo de obra relativamente frecuente en la historia
de la terapéutica, principalmente en los siglos XVII y XVIII, en la línea de
los recetarios de medicamentos, muchos de los cuales circulaban de manera
manuscrita, como el ejemplar que presentamos en este estudio. A mediados del
siglo XVIII comenzó a circular un tipo de obra similar pero más avanzada desde
el punto de vista sanitario, los formularios de medicamentos, dirigidos a un
público con mayor formación sanitaria; podríamos situar el texto de Teixeiro
entre aquellos antiguos recetarios y estos nuevos formularios, entendiendo, por
ello, que su contenido no supone anacronismo histórico sino una realidad en la
primera mitad del siglo XVIII.
[1] Vigo, Archivo Fundación
Penzol, caja 100/24, Antonio Arias Teixeyro y Ulloa; apuntes de música,
poesía, filosofía, etc, y recetas médicas. Este documento
procede del archivo de la casa o pazo de Pías (Ramallosa, Pontevedra). A Pías, que fue durante años
residencia de descendientes de los Arias Teixeiro, pudo llegar este manuscrito,
a finales del siglo XVIII, desde Cabanelas y Vilar de Ordelles (Esgos –
Ourense), donde residieron respectivamente Anselmo y su hermano Antonio, autor
de otra serie de manuscritos.
[2] Otros miembros
destacados de esta familia fueron, Veremundo Arias Teixeiro (1741-1824), sobrino de
Antonio e hijo de Anselmo, que fue Obispo de Pamplona antes de ser
Arzobispo de Valencia en 1814 y Manuel
Ramón Arias Teixeiro, Obispo de Santander.
[3] Estos datos biográficos fueron verificados
en el seno de nuestra tesis doctoral sobre este autor y su hermano Antonio,
presentada en la Facultad de Físicas de la USC en octubre de 2012.
[4] Su padre, Pedro Arias Teixeiro, el Mozo,
nació en 1676 y su madre, Petronila de la Peña, fue bautizada en Junio de 1689.
Ambas fechas concuerdan con lo referido por el autor del manuscrito, Anselmo
Arias Teixeiro, bautizado en la parroquia de Banga el 17 de Febrero de 1707,
(Ourense, Archivo Diocesano, Libro parroquial 32.16.1, bautizados,
casados y difuntos de Santa Eulalia de Banga, año de 1707).
[5] Estos formularios están descritos en José
María SUÑÉ ARBUSSA,
Formularios de hospitales españoles. Siglos XVII y XVIII, Universidad de Granada, 2005.
[6] Podríamos relacionar este hecho con algún tipo de vinculación
alquimista del autor, pues en otros escritos incorpora referencias a obras
alquimistas erróneamente atribuidas a Ramón Llull.
[7] Petrus HISPANUS, Libro de Medicina, llamado Thesoro de
Pobres, en que se hallarán remedios muy aprobados para la sanidad de diversas
enfermedades, con un regimiento de sanidad. Compuesto por el Maestro Julián,
que lo recopiló de diversos autores. Ahora nuevamente corregido y enmendado por
Arnaldo Vilanova, Pamplona, Francisco Picart, 1727. Su primera edición en castellano data del año
1519. En el siglo XVIII fue editado los años 1705, 1722, 1727, 1734, 1764,
1765, 1791 y 1795; es decir, se editó de manera casi constante a lo largo de la
centuria. Las ediciones de 1765 y 1795 iban acompañadas de una obra similar
denominada Experiencias y remedios de
pobres, de Antonio Bandinelli.
[8] Pedro VIÑABURU,
Cartilla pharmaceutica
chymico-galénica, Pamplona, Joseph Joachin Martínez, 1729.
[9] José MASDEVALL,
(1725?-1801), médico español, autor de
una Relación de las calenturas pútridas y
malignas, Madrid, Imprenta Real, 1786.
[10] Entendemos que hace referencia a ciertos mohos que observa en las
hojas que han estado en contacto con el agua, que también pueden aparecer en
una caja de cartón cerrada, debido a la humedad procedente de la tierra
contenida.
[11] Desconocemos en qué se basa Teixeiro para manifestar que el nivel de
agua era entonces inferior al nivel de siglos anteriores.
[12] Señalamos cada receta con la letra R para que resulten más
fácilmente identificables, pero no aparecen así en el original manuscrito.
[13] Tosigosos, entiéndase envenenados,
emponzoñados o que padecen tos. El Aguamiel se prepara por fermentación de una
mezcla de agua y miel, de la que se obtiene una bebida alcohólica. Se suele
emplear una proporción de 25 kg de miel por 83 litro de agua para hacer una
correcta mezcla, fermentable. En ocasiones se le añade polen de abejas o
levaduras vínicas procedentes de uva moscatel para asegurar la fermentación de
la mezcla. En el manuscrito de Teixeiro se recomienda la Aguamiel sin fermentar
pero sí cocida. Sin cocerla, la aplica sobre el vientre y para promover el
vómito la da mezclada con aceite, preparándola con agua de lluvia y miel,
espumándola continuamente durante el hervido. Dioscórides y Teixeiro coinciden
en los usos y formas de administración de este remedio lo que nos lleva a
suponer que el de Cabanelas tuvo al primero como fuente de información para
éste y otros remedios. Ambos coinciden en su utilidad para la gota y en su
preparación, aunque Teixeiro ofrece su particular opinión al respecto.
[14] Fenogreco,
también denominado Trigonella
foenum-graecum o Alhova, planta
herbácea utilizada hoy en día como estimulante del apetito. Es una variedad de
legumbre, de sabor amargo que contiene un aceite esencial que estimula las
glándulas digestivas. Se le atribuyen ciertas propiedades anabolizantes, a la
vez que reduce considerablemente los niveles de hiperglucemia, por mejorar la
respuesta pancreática.
[15] Nitilopatías, entendemos que es un término que hace referencia a
alguna patología ocular, quizá glaucoma.
[16] Esto es lo que indica la obra de DIOSCÓRIDES, Acerca
de la materia medicinal y de los venenos mortíreros, Salamanca, Mathias
Gast, 1566, pág.512: ...usamos del aguamiel en aquellos que siendo hombres
de edad viven enfermos de gota. Siempre se debe administrar cocida.
Administrámosla cruda cuando queremos molificar el vientre o provocar algún
vómito, como aquellos que bebieron venen, a los cuales se la solemos dar con
aceite. Dámosla cocida a los tossigosos, a los que tienen apostemado el
pulmón(...). Prepáranla mezclando con dos partes de agua llovediza muy
reposada, una de buena miel(...)y cuézanla hasta que se gaste la tercia parte.
[17] Recuérdese que lo escrito entre paréntesis
y subrayado se encuentra oculto en el original, (Mágica blanca = M5g3c5 bl5nc5). Existe una obra publicada en
Madrid, en 1755, por Pablo Minguet e Yrol sobre la magia blanca, bajo el título
de Engaños a ojos vistas y diversión de
trabajos mundanos fundada en lícitos juegos de manos (…) pero Anselmo no la
pudo encontrar en el monasterio de Monfero, cenobio cisterciense situado en la
provincia de A Coruña. Otras obras dedicadas a la magia blanca podrían ser la
de Reginal Scott (1538-1599), Discovery
the witchcraft, publicada en 1584, o la de Hernando Castillo S.J., Historia y Magia Natural o ciencia de
filosofía oculta (…) con nuevas noticias de los más profundos misterios y
secretos del Universo visible, Madrid, 1692, obra que sí podría haberse
hallado en Monfero.
[18]
Para la Cólica, que Pedro BIURETA en Libro de Medicina y remedio de enfermedades, Madrid, Juan García
Infanzón, 1703, define como una pasión del intestino colon, con dificultad de
obrar y propone como tratamiento un remedio distinto al de Teixeiro pero
similar en cuanto a su naturaleza, en la línea de ésta y de otras obras de
medicina destinadas a los pobres. Propone Biureta las hojas de sauce mojadas y
bebidas con vino, pero también la pimienta con aceite en que haya hervido ruda,
bebido todo en caliente, azufre sorbido en un huevo, estiércol de cabra
deshecho con aceite y agua, puesto tibio sobre la zona dolorida, estiércol de
perro, alcaravea y simiente de ruda con vino, manteca de vacas, orina de niños
y pezuña de las manos del “puerco”, pulverizado y bebido con vino. Por su
parte, Juan Curbo SEMMEDO en Secretos médicos y chirurgicos, Madrid,
Juan de Zúñiga, 1735, propone para la cólica o dolor cólico, tomar aceite de
manzanilla y de manteca de azar, hervir y hacer una torta de estopa para
colocar en el vientre. La estopa se empapará con huevos revueltos y todo ello
se llevará a una sartén para que cuaje, antes de su aplicación en la zona a
tratar.
[19] Hace referencia a la convulsión o contracción de los músculos de la
cara de que resulta un gesto similar a cuando una persona se ríe, provocada por
la hierba sardonia, Ranunculus sceleratus,
cuyo jugo inflama el aparato digestivo y provoca la contracción de los músculos
de la cara. DIOSCÓRIDES, op.cit. pág. 251: Al ranúnculo le
llaman apio silvestre o Apium risus, que es apio que constriñe a reir, porque
los que lo comen se mueren riendo a regañadientes (...) también se llama
Sardonia.
[20] Sardan afeminado o Sardanapalo, fue un rey legendario de Nínive, en Asiria, poco
belicoso por lo que en este caso el término alude a aquella persona de carácter
afeminado y disoluto.
[21] Eteocles y Polinices; ambos hermanos, conocedores de
los crímenes cometidos por Edipo, su padre, se negaron a socorrerlo cuando fue
desterrado y convinieron reinar cada uno un año en Tebas pero, tras el primer
año, Eteocles no quiso ceder el trono y eso les llevó al enfrentamiento en el
cual murieron ambos hermanos.
[22] Celidonia
mayor o Chelidonium majus, es una papaverácea de la cual no hemos
encontrado una posible utilidad real para la vista; además, el autor indica tómese Celedonio, lo cual provocaría
efectos sedantes y antitusivos bajo el riesgo de una elevada toxicidad para el
paciente. Es una planta herbácea con propiedades antiespasmódicas, hipnóticas y
analgésicas. Sobre la Celidonia indica DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 152: ...mostrónos la
golondrina el uso de la Celidonia contra la ceguedad. Más adelante, en pág.
256: ...su zumo cocido con miel en un vaso de cobre es útil para clarificar
la vista.
[25] g vi = 6 granos, de trementina de Venecia; se trata de un
líquido obtenido por destilación en vapor de la resina de varias especies de
coníferas. La de Venecia es más odorífera y transparente que el resto, siendo
extraída del alerce, tradicionalmente en el área de Venecia. En 1545, Ambroise
PARÉ publicó una obra sobre el tratamiento
de las heridas por bala de arcabuz, Méthode
de traiter les plaies faites par les arquebuts et autres bastons a feu,
París, 1545, (Método de tratar las
heridas causadas por arcabuces y otras armas de fuego). Propone Paré el
tratamiento de estas heridas con yema de huevo, aceite rosado y trementina. BIURETA en
Libro de Medicina … propone
como tratamiento de las llagas yema de huevos cocidos, trementina, resina,
almáciga, incienso y mirra, mezclando todo y aplicándolo sobre las heridas.
[27] Las lombrices lavadas con vino
blanco utilizadas en tratamiento de heridas de bala es un remedio que
refiere también fray Miguel AGUSTÍN para el tratamiento de la Amarillez,
en Libro de los secretos de agricultura,
casa de campo y pastoril, Barcelona, 1722.
[28] El uso de vinagre lo entendemos por su actividad desinfectante; el
agua ayudaría a limpiar las heridas. No hemos encontrado referencias al término
poscajaia, aunque la Posca era una bebida popular habitual en
la antigua Roma, compuesta por agua y vinagre u obtenida de vinos de baja
calidad avinagrados.
[29] El cirujano Ambrosio Paré, (1510 – 1590), empleaba aceite de saúco hirviendo
para cauterizar las heridas de bala, ya que en las obras de Galeno que entonces
se manejaban, no se reflejaba este tipo de herida.
[33] drag V = 5 dracmas de hipérico (Hypericum perforatum), planta empleada actualmente
como antidepresivo.
[34] Momordica:
Momordica charantia, planta de la familia Cucurbitáceas, también llamada Cundiamor y Melón Amargo.
Extendida por todo el mundo, Africa, China, India, Brasil etc, se usó para
mordeduras de insectos, problemas menstruales y de estómago. Su fruto, parecido
al pepino, verde, es una fuente importante de vitamina C, A, fósforo y hierro.
[37] En la obra de Diego BERCEBAL, Recetario medicinal espagírico,
Zaragoza, 1735, encontramos también una referencia a este remedio para
tratamiento del carbunco, practicando un orificio en un paño y colocando en él
la pústula. Aplicando a continuación el ungüento de bolo y luego un cáustico
hecho de solimán y pimienta blanca. La operación debería repetirse varias
veces. A lo largo de esta obra de Bercebal encontramos remedios muy similares a
los descritos por Teixeiro pero ninguno exactamente igual. Bercebal recurre al
empleo de solimán, a lavados con vino blanco, muchos remedios a base de
plantas, rasuras de diente de jabalí, huevos cocidos e incluso refiere el uso
del oro (oro de Adriano) en algunas de sus recetas. En la relación de
medicamentos existentes en la botica de Castejón de Sobrarbe, Jesús CARDIEL, La botica de Castejón de
Sobrarbe en el siglo XVIII. Revista el Gurrión,
103 (2006) encontramos referencias al
Ungüento de bolo junto a otros
ungüentos, como el de Basilicón, de calabaza o de diapalma, pero el autor no
hace referencia a su exacta composición.
[38] Llantén, Plantago
major, planta herbácea empleada hoy en día como antitusivo. De él trata DIOSCÓRIDES, op.cit.
pág. 209: No hay cosa que tan valerosamente restañe toda efusión de sangre,
mezclado su zumo con claras de huevo y bolo armenio en paños sobre la frente y
sienes, o dentro de las narices.
[39] Solimán,
también llamado Azogue, es el mercurio. DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 542: ...el solimán
aplicado al rostro extirpa las señales y manchas.
[40] Mercurio sublimado, también denominado Sublimado corrosivo ya que es una
sustancia quemante, acre y corrosiva que al ser aplicada al cuerpo humano
ejerce una actividad cáustica. Se aplicaba en uso externo para abrir ciertos
tumores y consumir los bordes o márgenes de las úlceras. Se “dulcificaba” el
sublimado con agua de cal para conseguir su descomposición. Fue muy
representado en la bibliografía de la época hasta bien entrado el siglo XIX.
Tradicionalmente el mercurio fue obtenido en las minas de Almadén y Almagro a
partir del Cinabrio, que se molía para su fusión, recibiendo entonces el nombre
de Bermellón, sustancia adecuada para la fabricación de pinturas. Por otro
lado, el azogue o mercurio, metal líquido obtenido por la fusión del mineral,
era la base para la elaboración del Solimán mediante un proceso de sublimación
de mercurio y “salitre”, resultado del cual es un producto corrosivo que, como
hemos apuntado ya, fue muy recurrido en la medicina de la época como
cauterizador. La preparación del Mercurio sublimado podía hacerse, según
refiere Félix PALACIOS,
en Palestra pharmaceutica
chymico-galénica, Madrid, Joaquín Ibarra, 1763, colocando en mortero de
piedra mercurio vivo con sal común decrepitada junto con Salitre, el Vitriolo
calcinado y el Caput mortuum del
vitriolo. Humedeciendo la masa con aguafuerte se mezclaba todo y se colocaba en
una cucúrbita de barro que se ponía a continuación en un horno para calentar
hasta que no ascendiesen vapores. En ese momento se separaba el solimán y se
guardaba para su uso.
[42] DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 48: Hácese un
excelentísimo aceite de myrra para cosortar los murecillos y nervios y
restituirles su movimiento perdido en esta manera.Toman una docena de huevos
cocidos con su cáscara, duros y después de mondados, los parten a la luenga por
medio y les sacan las yemas. Hecho esto, hinchan aquellas concavidades de myrra
perfecta y muy bien molida y dejan así los dichos huevos estar en una bodega
puestos entre dos platos por término de 3 o 4 días, hasta que la myrra con las
mesmas claras cocidas se venga justamente en deshacer a un óleo oscuro de la
espesura de arropel, el cual se guarda para muchos efectos (...) porque hincha
las llagas hondas y quita las señales del rostro por antiguas que sean.
Encontramos una receta similar en la Félix
PALACIOS, op.cit. pág. 628, denominada
también como Aceite de Myrrha, descrita de la siguiente manera: Tómanse
los huevos cocidos, se parten por en medio y se quitan las yemas, en cuyo lugar
se echa la myrrha en polvos. Se colocan en cazuela de barro y se dejan en lugar
húmedo, deshaciéndose la myrrha en un licor que se guarda para su uso en
tratamiento de putrefacción de humores y contra los vapores histéricos.
[43] DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 289: ..el cocimiento
de sus hojas y ramas bebido, provoca la orina, el menstruo y el parto (...)
Agripa la llamó hierba sagrada porque hace a las mujeres fecundas.
[44] DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 321: El romero es
caliente y seco en el segundo grado. Su sahumaro fija admirablemente a la tos,
al catarro y al romadizo. Comida su flor en conserva conforta el cerebro, el
corazón y el estómago. Aviva el entendimiento y restituye la memoria perdida
(...) y en suma, es saludableremedio contra todas las enfermedades frías de
cabeza y estómago.
[45] DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 293: ...conforta
admirablemente el cerebro y, con sólo su olor, restituye a sí mismos los asidos
de la gota. Para tratar la gota,
el recetario de Diego BERCEBAL, op.cit. ofrece
el siguiente remedio que, aunque no tiene semejanza con el de Teixeiro en
cuanto a su composición, es semejante en cuanto al origen y naturaleza de los elementos que lo conforman. Para la
gota, el remedio de Bercebal es el siguiente: excremento de palomas, limpio
y molido con leche o agua de rosas. Hacer un
cataplasma y aplicarla en la zona a tratar. Por otro lado,
encontramos otros remedios de naturaleza similar a los referidos por Teixeiro;
como febrífugo, Bercebal propone un remedio a base de hollín, telas de araña limpias,
parietaria y ortigas. Picar todo y rociar con vinagre aplicándolo como
emplastos en las muñecas y tobillos. Vemos, pues, que las propuestas
farmacológicas de Teixeiro no están fuera de un entorno sanitario particular
desarrollado a lo largo del siglo XVIII.
[46] Mal
Gálico, Mal napolitano o sífilis. Ya en 1497 el médico valenciano Gaspar Torrella, obispo y prelado
doméstico de Alejandro VI publicó un tratado sobre el Mal Gálico, una patología que desencadenaba la formación de úlceras
y pústulas dolorosas por todo el cuerpo después de contraer la enfermedad ex coitu cum impura muliere.
[47] DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 506: ...unos meten
los racimos recién cogidos dentro de lejía hirviente y se guardan.
[48] Según Dioscórides, existen tres tipos de
sándalo, el cetrino, el blanco y el bermejo o colorado.
[49] Azumbre hace referencia a una antigua
unidad de medida para volumen de líquidos que, en Castilla, equivalía a 2,5
litros. Estaba dividida en cuatro cuartillos
que, en Galicia, recibían el nombre de Netos;
así, cuatro Netos hacían un cuartillo. Félix PALACIOS, op.cit., pág. 177, ofrece una relación de pesos y medidas empleados
en la época: un azumbre mayor equivalía a 4 libras de a 16 onzas de vino; se
dividía en 4 cuartillos. Un cuartillo equivalía a 16 onzas. El azumbre menor
equivalía a 42 onzas, mientras que la onza podía equivaler a 6 dracmas de
aceite u 8 dracmas de vino.
[50] Las hojas y sumidades floridas del orégano contienen un aceite
esencial; su infusión se emplea como tónico estomacal y antiespasmódico.
[51] Margarita o Manzanilla (Chamaemelum nobile y Chamomilla suaveolens). En medicina se
emplean tradicionalmente las cabezas florales como estomáquicas,
antiespasmódicas y en tratamiento de meteorismo y flatulencias, sin evidencias
de su actividad como antitérmica. Las fiebres que el autor denomina como pútridas y malignas hacen referencia a la conocida entonces como fiebre pútrida maligna o petequial que hace alusión al tifus
exantemático, enfermedad caracterizada por la aparición de fiebre, cefalea y
exantemas, que hasta mediados del siglo XVIII era confundido en su descripción
con la fiebre tifoidea o fiebre pestilente, distinguiéndose actualmente la Fiebre pútrida (tifus) de la Fiebre nerviosa lenta (tifoidea). Josef
ALSINET en Nuevo método para curar flatos, hypocondria, vapores y ataques
hystéricos de las mujeres de todos estados y en todo estado, Madrid, Miguel
Escribano, 1776, reconocía que la enfermedad, aunque común, era poco conocida,
recomendando para su tratamiento moderación en el uso de purgantes y control
del uso de sudoríficos, recurriendo a remedios evacuantes, sangrías, tártaro
emético, lavativas de agua y fomentos, según la fiebre pútrida fuera o no
inflamatoria.
[52] Salsifrás
= Sasafrás, aceite esencial de color amarillento, menos volátil que el
agua y más denso.
[53] Así, intercalado en el texto se presenta el
párrafo correspondiente a los datos biográficos de Anselmo Arias Teixeiro. Su
padre, Pedro Arias, nacido en 1676, contaba 30 años en 1706 y su madre,
Petronila, nacida en 1689 tenía entonces 17. Anselmo fue bautizado en la aldea
de Banga el 17/02/1707.
[54] Polvora de Murcia es un término que hace
referencia a la pólvora que se elaboró desde mediados del siglo XVIII en una
fábrica de nueva construcción en la localidad de Jabalí Viejo (Murcia) ante la
grave carencia de este producto, hecho que llevó al Gobierno a replantearse
unas nuevas instalaciones que pudieran abastecer de pólvora de guerra al
ejercito español. La fábrica de Jabalí Viejo, construida en 1633, fue de
propiedad particular hasta 1747.
[55] Según DIOSCÓRIDES, op.cit., la mayorana, almoradux o
mejorana, Origanum majorana, sirve
para retención de orina y retortijones de vientre. Es una planta aromática de
la familia de las labiadas, muy usada en alimentación. Por su contenido en aceites
esenciales se empleó tradicionalmente como sedante, espasmolítica e
hipotensora, así como tónico estomacal y carminativo.
[56] Hisopo
Z = 1 dracma de Hisopo, Hyssopus officinalis, planta de la familia de
las Labiadas, empleada como purgante. Arbusto leñoso, originario de zonas
mediterráneas, se utiliza en afecciones de garganta, bronquitis, asma,
principalmente por sus efectos broncodilatadores.
[57] Cantueso
= Lavándula stoechas, planta de la familia de las Labiadas. Arbusto de 1 metro de altura, frecuente en Extremadura,
en bosque de encina y alcornoque, se usa como antiséptico para lavar heridas y
llagas.
[59] Calamento
o Cálamo = Acorus calamus,
también llamado Cálamo aromático.
Planta de la familia de las Araceas,
crece a orillas de los pantanos y ríos de Europa. Su principio activo es un
aceite localizado en el rizoma, preparado por cocción o tintura que se emplea
como relajante muscular, sedante débil del sistema nervioso central o
analgésico.
[60] Betónica
= Stachys officinalis trevis. Planta de la familia de las
Labiadas, típica del bosque europeo,
usada como sedante, astringente y cicatrizante.
[61] La Camuesa, es el fruto del Camueso
y, según indica DIOSCÓRIDES, op.cit., es un tipo de manzana que
Andrés Laguna, traductor de esa obra, sitúa únicamente en España.
[62] Fermodáctiles hace
referencia a Hermodátiles, una raíz
de forma parecida al corazón, de sabor dulce, procedente de la planta Iris tuberosa, usada en polvo hasta
dosis de un dracma, o doble cantidad si se preparaba en infusión.
[63] El contenido de ésta y otras recetas contenidas en el manuscrito no
parece ser fruto de los conocimientos médicos o farmacológicos de Teixeiro,
atribuibles a alguien sin los conocimientos adecuados para tratar las
patologías de la época; al contrario, responden a un tipo de medicina muy
popular en su momento basada en el uso de remedios caseros al alcance del
pueblo llano. Pedro de VIÑABURU en la Cartilla pharmaceutica chymico-galénica, Pamplona, Joseph Joachín
Martínez, 1729, lo califica como “medicamento atrayente” y “de poderosa
virtud.”
[64] Esta es una de las pocas recetas que encontramos descritas en alguna
de las obras consultadas. Concretamente la refiere fr. Diego BERCEBAL op.cit. como remedio
eficaz para “la cólera”, similar utilidad que observamos en el manuscrito de
Teixeiro. En su obra, Bercebal recomienda hacer ejercicio, no tomar carne de
cerdo ni vino, tomar caldo de gallina y carnero, a la vez que insiste en
“privarse de mujeres”. También recomienda lavarse con “agua más que tibia” para
conseguir la curación en un intervalo de nueve días, que en el caso de Teixeiro
se reducen a cinco. La similitud de ésta y dos o tres recetas más nos lleva a
pensar en que el manuscrito de Teixeiro se trata de una recopilación de recetas
obtenidas de diferentes fuentes, sin descartar que algunas procedan
directamente de su entorno en Cabanelas.
[65] En la obra del jesuita alemán Juan de ESTEYNEFFER, Florilegio medicinal de todas las enfermedades, sacado de
varios y clásicos autores, para bien de los pobres y los que tienen falta de
médico,
Madrid, Manuel Fernández, 1732, pág. 363, encontramos referencias al
Encordio o Bubo, del que dice es un
tumor o inflamación de las partes glandulosas, en particular de las ingles
(…).Todos se hallan en las ingles, unos son críticos, otros sintomáticos, ya
gálicos, ya pestilentes, recomendando como tratamiento, medicamentos que
mitiguen el dolor, guardar dieta y aplicar aceite rosado, harina de cebada y
raíces de malva o semillas, añadiendo polvo de manzanilla y mantequilla y dos
yemas de huevo hasta hacer un emplasto que se aplicará sobre un lienzo varias
veces. Por su parte, Pedro BIURETA, op.cit., propone como
tratamiento para los encordios,
colocar estiércol húmedo y fresco sobre un lienzo, espolvorear vidrio molido y
aplicarlo sobre la zona a tratar. Juan Curbo SEMMEDO, op.cit. propone como tratamiento diaquilón gomado, mezclado con jabón.
[66] Diego BERCEBAL, op.cit., refiere esta misma receta para
tratar la misma patología, recomendando fabricar un vaso con madera de fresno
sobre el cual se echará bezoar puro, escupiendo en él el paciente para sanar a
continuación. Lo que Teixeiro refiere como vezadte
puro hace referencia al referido bezoar
puro. Se trata de un cálculo localizado en el intestino o estómago de
algunos animales rumiantes para ayudarles durante la digestión, estando formado
por pequeñas piedras, pelo etc. Tradicionalmente se le ha atribuido la
propiedad de contrarrestar la acción de los venenos. Los polvos
de hematitis referidos a continuación eran un remedio a base de oligisto,
óxido férrico mineral de gran dureza, que se preparaba en forma de polvo, y que
se utilizó también para decorar piezas de cerámica. La piedra hematitis la
define J.J. PLENCK, op.cit., pág. 152, como una mina de
hierro, de acción desecante y corroborante, usada en tratamiento de úlceras
mezclada con miel.
[67] Hematitis
hace referencia a la Piedra hematites
o Lapis hematites, sustancia
ferruginosa, de sabor astringente, de la cual refiere Francisco CARBONELL Y BRAVO
en Elementos de Farmacia fundados en los principios de
la Química moderna, Barcelona, Imprenta de
Manuel Texero,1824 su
procedencia alemana.
[68] Las Cantáridas son un tipo de insectos oblongos de color amarillo
verdoso y de olor nauseabundo, normalmente se recurría a la especie Meloe vexicatorius, que se encuentra
formando colonias en olivos, saúcos y álamos. Francisco CARBONELL Y BRAVO,
op.cit., indica que deben elegirse
enteros, recientes y libres de polvo. J.J. PLENCK,
op.cit., describe la Tintura de cantáridas, formada por las
cantáridas y espíritu de vino, muy útil en “tumores blandos de las
articulaciones” y en “dolor reumático”, así como en la gonorrea, incontinencia
urinaria e, incluso, como afrodisíaco. El principio activo responsable de su
actividad terapéutica es la cantaridina, veneno potente que a lo largo del
siglo XVIII ocasionó numerosas muertes por uso indebido de este remedio. Según
Andrés LAGUNA, op.cit., 2 gramos de polvo de cantáridas podían ocasionar la muerte
de un adulto. Muy habitual fue un remedio compuesto por levadura y cantáridas
(una onza de la primera, polvo de cantáridas y media onza de vinagre, formando
todo una masa). En la obra de A.J.L. JOURDAN,
Farmacopea Universal, Madrid,
Imprenta de Fuentenebro, 1829, aún se refieren varios remedios a base de
cantáridas.
[69] Hace referencia a un emplasto conocido como
Confortativo de Vigo. En DIOSCÓRIDES,
op.cit. pág. 542: Juan de Vigo
(...) azogue calcinado con aguafuerte para consumir sin dolor toda carne
superflua. Juan de Vigo
(1460-1520) ideó varios emplastos a base de mercurio y ranas, siendo defensor
del uso de aceite hirviendo para cauterizar heridas por armas de fuego.
[70] Goma de limón o Gummi elemi, es una resina natural, untuosa, que se extrae del
tronco del árbol Canarium luzonicum o
del Amarys elemifera. Aparece
referido en ocasiones como “ungüento de goma de limón compuesto” en diferentes
obras, entre otras, la de J.J. PLENCK, op.cit., que lo denomina “ungüento goma Limón”, usado conjuntamente
con trementina y aceite como digestivo y para “mundificar las úlceras”, o en Lucas
ALAMÁN, Apéndice al Diccionario Universal de Historia y Geografía, Méjico,
Imp. F. Escalante, 1856, donde señala
que “es planta de la Carolina (…) que viene en una massa sólida de color
amarillo verdoso, de donde toma el nombre, por ser parecido al limón”.
[71] En la obra de BERCEBAL,
op.cit., encontramos esta receta para
el dolor de muelas, apareciendo descrita de la siguiente manera: Orinas de buey todo negro en la boca; sino,
pedir en la botica filonio romano para aplicar en la encía. También un grano de
pimienta si es que hay orificios en la dentadura. Tradicionalmente se han
empleado las orinas de animales en la terapéutica, entre otras se citan las de
toro, la de muchacho impúber, de castor, de borriquillo o la humana. El Filonio romano es un electuario
romano para tratar el cólico o disentería, aunque también existen referencias a
su uso como somnífero y en tratamiento de apostemas y úlceras, formulado a base
de opio, miel, etc. Por su parte, M.A. MARCOS
CASQUERO, en “Virtudes mágicas y
medicinales de la orina según los escritores latinos”, Revista de la Universidad de León, 2005, disponible en <http://hdl.handle.net/10612/577/> [Consulta: 22/02/2015],
refiere el uso de orina de buey en la localidad de Guadramiro (Salamanca) como
enjuague para la boca en casos de dolor de muelas.
[72] Escrodro o Escrodero, su nombre
oficial es Johann Schroeder, (1600-1664), autor de la Pharmacopoea
medico chymica, editada en numerosas ocasiones a lo largo de los siglos
XVII y XVIII. Sin embargo, Félix PALACIOS,
op.cit. pág. 106, al tratar de De la Pharmacia en general, no cita la
Schröder (Escrodero) entre las farmacopeas de referencia sino entre los libros
de plantas.
[73] Pedacio Dioscórides Anarzabeo de Materia
Médica, es como se conocía la obra de Dioscórides, a cerca de la materia
medicinal y los venenos mortíferos.
[74]
Bigier = Jean Vigier, farmacéutico francés residente en Portugal, fue autor
de varias obras de farmacología: Tesouro apolineo
químico-galénico-farmacéutico, Lisboa, Off. Real Deslandesiana, 1714; es un
tratado de terapéutica dedicado a los medicamentos de origen químico, Pharmacopeia Ulyssiponense, galenica e
chymica que contem os principios, diffinicoens e termos Gerais de uma &
outra pharmacia, Lisboa, Francisco Borges de Sousa, 1716, que fue el primer
manual de química farmacéutica impreso en portugués, a inspiración del Cours de Chymie de Nicolás Lemery. Es
autor, también, de una Historia de las plantas de Europa e das mas uzadas
que vem de Asia, de Affrica & da America, onde vese suas figuras, seus
nomes, em que tempo florecem e o lugar onde nacem, Lyon, Anisson, Pousel
& Rigaud, 1718, compendio de plantas, sus usos, propiedades, descripción y
denominación en varios idiomas, descritas de forma breve y sencilla. Vigier
llegó a Lisboa a finales del siglo XVII para trabajar en la botica de su tío,
estableciéndose finalmente en la ciudad.
[75] Podría hacer referencia a la obra de
Bernardino MONTAÑA de MONTSERRATE, Libro de anatomía del hombre,
juntamente con una declaración de un sueño que soñó el Ilmo.Sr. D. Luis Hurtado
de Mendoza, Marqués de Mondejar, Valladolid, Imp. Sebastián Martínez, 1551.
Se trata de la única obra conocida de este autor, catedrático de la Universidad
de Valladolid y uno de los médicos del Emperador Carlos I. La obra, descrita
por J.L.BARONA, La Ilustración y las Ciencias. Para una historia de la objetividad, Valencia, Publicaciones de la
Universitat de Valencia, 2003, es un estudio sobre el sistema de
circulación de la sangre, aportando además teorías sobre anatomía y fisiología
del sistema nervioso. Se trata, pues, del primer tratado de anatomía editado en
lengua castellana, en la línea del galenismo de la época pero con algunos
aspectos novedosos, ajenos al galenismo clásico. Incorpora, además,
descripciones del concepto de Quintaesencia, describiendo un tipo de agua
ardiente con propiedades para la salud.
[76] Silva de experiencias hace referencia a la obra de Luis LOBERA, Remedio
de cuerpos humanos y silva de experiencias y otras cosas utilisimas; nuevamente
compuesto por el excellentissimo doctor Luís Lobera de Avila , Alcalá de
Henares, Juan de Brocar, 1542. Lobera fue médico de Carlos I y redactó esta
obra en la que presenta una serie de remedios para dolores, epilepsia,
enfermedades y diferentes afecciones del organismo.
[77] Podemos suponer que se trata de una de
estas obras: Luis ZAPATA, Miscelánea.
Silva de casos curiosos, Madrid, 1592, o la obra de Giovanni Battista ZAPATA, Il maravigliosi secreti di medicina
e chirugia nuovamente ritrovati per guarire ogni sorte d´infirmitá, raccolti
dalla prattica delléxcellente medico M.Gio.Battista Zapata, da Gioseppe
scientis chirurgico, suo discepolo, Turín, 1581. También podría hacer
referencia al médico Diego Mateo Zapata (1664-1745), perteneciente al grupo de
los novatores o precursores de la nueva mentalidad científica del siglo XVIII
español. Efectivamente, algunas de sus obras tuvieron gran interés para los
boticarios, tal como describe el texto de Teixeiro, quizá la Crisis médica sobre el Antimonio,
Madrid, s.n., 1701, obra en la que defiende los estudios de Schröder sobre el
antimonio (sulfuro de antimonio), reconociendo el trabajo de muchos “filósofos
que han intentado sacar por el Antimonio, de metales imperfectos el perfecto”.
[78] El verduguillo es un tipo de
puñal de perfil muy fino que provocaba una herida apenas perceptible pero
profunda. Había otros modelos, más largos y del grosor de un dedo meñique. La
hoja del verduguillo, de sección cuadrangular o romboidal se correspondía con
varios de los espadines empleados a mediados del siglo XVIII, con una longitud
de hoja variada pero que podía alcanzar los 1012 x 15 mm, disponiendo además de
una acanaladura central en su primer tercio. Fue un tipo de espadín derivado de
las pequeñas espadas del siglo XVII denominadas roperas.
[80] Debemos entender aquí como empeine
del hombre una enfermedad del cutis por la cual éste se vuelve áspero y
encarnado, causando picazón. Posiblemente hace referencia a todo tipo de
dermatitis, psoriasis y eccemas. Biureta, op.cit.,
propone como tratamiento la ruda, con miel y alumbre.
[85] lib. Viij = 8 libras. Fue muy habitual el
uso de huevos en la terapéutica del siglo XVIII, ya cocidos o como aceite de
huevos, Oleum ovorum, yemas de huevos
cocidos y tostados usado como emoliente y demulcente en quemaduras y, según
J.J. PLENCK, op.cit., en almorranas dolorosas, grietas en los pezones, labios o
genitales.
[92] Muy utilizados, más que el destilado de
cangrejo, fueron los llamados Ojos de
cangrejo u Oculi cancrorum, unas
concreciones de naturaleza calcárea, duras y blancas que se hallan pegadas entre
las túnicas del estómago de los cangrejos de la especie Cancer astacus, que habita en algunos ríos de Europa. Ignacio ANDRÉS ARRIBAS,
en Relación de simples
de la Botica del Hospital Real y general de Nuestra Señora de Gracia de
Zaragoza (1425-1808), Tesis doctoral, [en línea], disponible en <http://biblioteca.ucm.es/tesis/19911996/D/1/AD1002501.pdf/>
[consulta: 12/01/2015], encontramos remedios similares a los descritos por
Teixeiro a lo largo de este manuscrito; entre otros, antimonio crudo, azogue,
ojos de cangrejo, cangrejos preparados, cinabrio nativo, coloquíntidas, cuerno
de ciervo raspado, goma de limón, mercurio dulce, mirra, piedra hematites y
solimán. En el inventario del mismo hospital, realizado en 1767, aún
encontramos cantáridas, asta de ciervo, ojos de cangrejo, piedra bezoar,
vitriolo y mercurio dulce, entre otros.
[93] Maluco o Genipa americana, es un árbol cuya fruta es una nuez muy cáustica.
La semilla contenida en dicho fruto es comestible, según algunas fuentes de la
época, mezclándola con cacao para hacer el chocolate. El árbol, cuya madera es
muy dura y pesada, se desarrolla desde Méjico hasta Brasil.
[94] Cicuta. En
DIOSCÓRIDES, op.cit., aparece también como Ceguta. Francisco CARBONELL Y BRAVO, op.cit., la recomienda en extracto,
en dosis de un grano hasta un dracma, en fomentos y emplastos y J.J. PLENCK, op.cit., la califica como
resolutiva, anodina y diurética, usada en escrófulas, úlceras y gonorrea. Esta
receta la encontramos también en ESTEYNEFFER, op.cit., que emplea zumo
de beleño, cicuta y mandrágora para dormir al enfermo y, luego, para
despertarlo, el zumo de hinojo. El beleño contiene un principio activo, la hioscina,
con propiedades hipnóticas e inductora de un sueño de tipo narcótico. Esta
receta, a base de beleño, cicuta, mandrágora y pocmictras no responde a una
iniciativa particular del autor del manuscrito ya que la hemos encontrado en
varias fuentes originales de la época. Se embebía una esponja con el jugo de
estas plantas y se le daba a oler al enfermo para inducir el sueño. Guy de
Chauliac (1298-1368), cirujano de la escuela de Montpellier, utilizaba ya esta
esponja denominada esponja somnífera o esponja anestésica, a la
que recomendaba añadir opio. Se dejaba secar la esponja al sol para su
conservación y cuando se necesitase su
uso se empapaba de nuevo y se aplicaba a la nariz. Es un remedio medieval cuya
primera mención aparece ya en la Escuela de Salerno y, posteriormente en el Antidotarium
Salernitatum, de Nicolás Praepósitus, un formulario de recetas médicas del
siglo XII donde se dice lo siguiente: Tomar opio tebaico, jugo de beleño,
bayas de mora todavía verdes, granos de lechuga, jugo de cicuta, adormidera, mandrágora,
yedra (…) metédlo todo en un recipiente y sumergir allí una esponja de mar (…)
dejad esto al sol durante los días de canícula. Cuando tengáis necesidad de
ella humedecedla con agua no muy caliente y ponedla bajo las naríces del
enfermo. Si deseáis despertarle, aplicadle el jugo de la raíz del hinojo, en
Manuel BARBERÁ ALACREU, Pasado, presente y futuro de la
anestesiología, 2003, [en línea],
disponible en <http://www.ramcv.com/Discursos/Dr.%20Barbera.pdf/>[consulta: 18/01/2015].
[96] Efectivamente DIOSCÓRIDES, op.cit.,
refiere una receta similar. En la edición de 1555 leemos (pág. 423): algunos cuecen las raíces en vino (…)
después cuelan el cocimiento y lo guardan. Se les da a los que no pueden dormir
o padecen algún dolor.
[97] Francisco CARBONELL
Y BRAVO, op.cit., prefiere la
blanca o amarilla, indicando como la mejor la de Narbona, que debe ser
aromática y de gusto agradable.
[98] Almastiga
o Almaciga es una resina
amarillenta y aromática que se extrae de una variedad de lentisco.
[99] CARBONELL
Y BRAVO, op.cit., incorpora los gusanos “milpiés” o Assellus, denominados por Linneo como Onicus asellus, indicando que deben elegirse los más grandes,
negros y que se encojan con facilidad formando un cuerpo redondo. Respecto a
las lombrices de tierra, recomienda que sean del grueso de una pluma de
escribir, de longitud de un dedo, blandas, carnosas y sin olor particular. J.J.
PLENCK, op.cit., lo define como gusano de cuevas o sótanos, útil como
“atenuante” y diurético, así como en algunos problemas oculares como las
cataratas, en los tumores de pecho y en las escrófulas. Se “exprime el zumo de
cien cochinillas y se toma en una libra de caldo”, afirmando que el polvo es
menos eficaz.
Comentarios
Publicar un comentario