UNA PANACEA EN LA TERAPÉUTICA DEL SIGLO XVIII: LOS POLVOS PURGANTES DEL DOCTOR AILHAUD O POLVOS DE AIX


Hoy describo el contenido de un interesante manuscrito del siglo XVIII que ofrece la revisión de un medicamento francés conocido como los Polvos Purgantes del Dr. Ailhaud o, simplemente, Polvos de Aix, localidad francesa situada en la Provenza, de donde era natural su inventor, Jean Ailhaud (1674 - 1756), hombre de cierto prestigio entre algunos círculos médicos franceses de la época. Fueron estos polvos una especie de panacea que se extendió a mediados del siglo XVIII por Francia y posteriormente al resto de Europa, obrando “grandes beneficios” en todos aquellos que tuvieron la ocasión de probarlos. En España tuvieron gran aceptación y amplia difusión, que se vio mermada por las numerosas críticas sobre su origen y composición. Una de aquellas opiniones más o menos crítica la plasmó a mediados del siglo XVIII Antonio Arias Teixeiro en este manuscrito que hoy comento; Teixeiro fue un erudito religioso gallego, natural de la aldea de Cabanelas, en el actual ayuntamiento de O Carballiño (Ourense) y nos ofrece en su manuscrito una descripción de esta panacea así como su opinión sobre la utilidad de la misma; un documento de gran interés para la historia de la farmacia sobre un remedio que movilizó a los eruditos de la época, entre ellos, al propio padre Feijoo en sus Cartas eruditas y curiosas. Arias Teixeiro (1709-1762) fue miembro de una familia de la hidalguía rural gallega y dejó manuscrita una extensa obra sobre temas tan dispares como alquimia, filosofía o geometría, todas ellas de gran interés para la historia de la ciencia preilustrada; llevó a cabo, también, una serie de estudios relacionados con la filosofía de Ramón Llull y tras un periplo de dos años fuera de Galicia se estableció de nuevo en la aldea de Cabanelas y, posteriormente en Santiago de Compostela, de cuya Universidad llegó a ser el primer Catedrático de Matemáticas.
En la foto adjunta os muestro un ejemplo de panacea del siglo XVIII; no son los polvos de Aix sino un envoltorio original, con polvos de Calaguala, un remedio utilizado con mucho acierto como purgante, depurativo, estimulante, diurético, etc, etc. El formato del ejemplar de la foto es similar al que presentaban los referidos polvos de Aix.

Desconocemos como Teixeiro pudo adquirir esta panacea francesa, de cuya distribución en nuestro país se encargaban los carmelitas descalzos, quienes no se instalaron en Galicia hasta el año 1758, en Santiago, a pesar de lo cual y conociendo la gran demanda existente, no sería difícil su adquisición en aquella ciudad. En el inicio del manuscrito que hemos estudiado, Teixeiro advierte su sorpresa ante la noticia de los milagrosos beneficios observados por terceras personas y se muestra incrédulo ante esta nueva panacea, de la que aporta datos concretos, como su aspecto externo, el tipo de envoltorio, su posología, el precio de venta, la forma de solicitarlos al fabricante y de remitirlos éste a cualquier punto del extranjero.

Estamos ante una de la numerosas “panaceas universales” que funcionaban como remedio único para todo tipo de males y disfunciones, remedios habituales en la época y que reportaron a su inventor espectaculares beneficios; un remedio similar fue el “agua de vida” del español Luís Aldrete de Soto o cualquier otro remedio a base de la ingesta copiosa de agua que circulaban por cualquier rincón de nuestro país. A mediados del siglo XVIII los polvos de Aix eran reclamados desde todos los rincones de Europa y, pocos, permanecieron ajenos a este novedoso remedio que en España fue ampliamente divulgado, recibiendo apoyos y críticas de diferentes autores. En España, por ser un remedio extranjero y novedoso se ganó rápidamente el reconocimiento social pero no fueron pocas las críticas que otorgaban sus supuestos beneficios al simple uso del agua con que debían acompañarse. Aparecieron, así, una serie de censuras o críticas en forma de libros y panfletos en contra de esta panacea, por tratarse de un remedio a base de agua que poco o nada podría hacer para tratar cualquier mal. Por su parte, el propio Ailhaud respondió a estas críticas publicando una serie de cartas en que censuraba la actitud de los médicos españoles.

Este tipo de presentación en forma de polvo era muy habitual en la terapéutica de la época y, así, podemos encontrar los “polvos amargos”, “polvos hydragogos de Madama Grimaldi”, los “polvos febrífugos y purgantes de Helvecio”, los “polvos absorbentes” o los “polvos de la condesa de Kent”, nombre sugerente para definir un tipo de medicamento. Se trataba de una forma farmacéutica peculiar, que daba juego para presentar un medicamento a gusto o necesidad del paciente. Normalmente los polvos debían disolverse en agua de bebida o agua de cualquier cocimiento, aunque si no eran solubles bastaba con hacer una mezcla o suspensión antes de darlo al enfermo. También se podían administrar en forma de píldoras, denominadas píldoras purgantes, compuestas de diferentes sustancias sólidas, unas pulverulentas y otras de grano más grueso que, echadas en un almirez y trabajadas correctamente podían servir para cualquier paciente.

El mismo polvo se podía mezclar con jarabe para formar una masa compacta que se pasaba al mortero hasta conseguir una sustancia de naturaleza uniforme con la cual elaborar una especie de “churro” que se cortaba en forma de pequeñas píldoras cuadradas que, a su vez, podían ir rebozadas en regaliz, malva o azúcar; en cualquier botica podríamos encontrar otros purgantes en forma de emulsiones, jarabes, conservas o electuarios.

La versión española de la obra de Ailhaud, Traité de l’origine des maladies et de l’usage de la poudre purgative (1748), en que se trataba esta panacea se editó en Aviñón, posteriormente en Pamplona (1751) y al año siguiente en Madrid (1752), lo que muestra el gran interés que despertó en nuestro país.

El remedio en sí era barato y, a pesar de la desconfianza inicial de las autoridades sanitarias, que prohibieron su venta oficial en todo el territorio nacional, continuó circulando de contrabando por nuestro país durante varios años. Una Real Orden dirigida al Reino de Navarra el 17 de mayo de 1750 declaraba la prohibición oficial de este remedio por el perjuicio a la salud y por el desconocimiento de su composición y modo de elaboración.

Jean Ailhaud, defendía la acción purgante de este remedio, entendiendo como purgante aquella sustancia que “en el organismo hace expeler un humor viciado” y, de paso, cura todos los males, desde el sarampión a las verrugas, con lo cual podemos hacernos una idea de la eficacia real de aquella bomba terapéutica, sobre la que publicó varias obras tratando de explicar las bondades de ese tipo de remedios polivalentes; en el Tratado del origen de las enfermedades y del uso de los polvos purgantes (Pamplona, 1751) afirmaba que todos los males tienen un origen común y único y, por ello, es posible recurrir a un remedio común y único, como sus famosos polvos purgantes, idóneos para todas las edades y temperamentos. Por el contrario, en la misma época el fraile Vicente Ferrer señalaba que la acción purgante era tal que se conocían casos de llegar a evacuar “los intestinos” debido a la fuerte diarrea que provocaban estos polvos, afirmación que, en mi opinión, no debía distar mucho de la realidad. Ailhaud recomendaba la toma de 3 o 4 papeletas en primavera, a modo de preventivo, lo cual supone una cierta novedad en la terapéutica de la época, porque actualmente es una pauta sugerida con frecuencia por varios laboratorios, sobretodo en relación a los tratamientos polivitamínicos. Como purgantes que eran, estos polvos debían poner en movimiento los humores corporales, mientras que el agua ingerida servía de instrumento para su evacuación del cuerpo, si es que la diarrea ocasionada no había expelido del organismo hasta la última molécula del remedio.

Una muestra de la importancia y el calado que tuvo este remedio es que a mediados del siglo XIX aún se publicaban referencias al mismo, como la que ofrece el doctor Francisco Álvarez,  quien detalla la composición exacta del mismo, que vendría a ser la siguiente:

. Escamonea: una dracma

. Hollín: dracma y media

.Colofonia: dos dracmas

Se usa a la dosis de media dracma como purgante drástico

EL MANUSCRITO DE TEIXEIRO

El documento comienza con la transcripción de un texto original francés que describe las características del remedio, quien lo fabrica, su precio, etc. A modo de introducción o "advertencia" Teixeiro reconoce la eficacia de esta panacea en el tratamiento de cualquier tipo de enfermedad pero entendemos que esta opinión viene refrendada por la exitosa publicidad que había rodeado su comercialización, precedida por la publicación de varias obras en las que Ailhaud resaltaba las virtudes del remedio, tal como acabo de apuntar. En cuanto al remedio en sí, Teixeiro nos informa de que se presentaba en un paquete que incluía las diez tomas individuales necesarias, paquete que, a su vez, iba firmado y sellado por el autor para evitar copias fraudulentas, vendiéndose en España a un precio de 50 reales de vellón. Observamos que, a pesar de que en su distribución en España participaban los carmelitas descalzos, Teixeiro señala que en el propio envoltorio del medicamento se indicaba que el solicitante debía pagar de antemano las tasas para portes, señalando su dirección para que se le remitiese correctamente el envío.

Os dejo a continuación un breve extracto del texto manuscrito de Teixeiro, tal como lo localicé en un archivo y que, junto con otros cientos de papeles más incorporé en 2012 a mi tesis doctoral:

Advertencias: En primer lugar, estos polvos han sido al principio regentados de unos por una paradoja, de otros por una charlatanería, pero por un natural milagro de todos aquellos que han tenido una como osada desesperación de tomarlos, viéndose libres de todo género de enfermedades por diferentes que fuesen, por más inveteradas o crónicas, por más crueles y por más caprichosas que pudiesen ser con la perseverancia del uso de otros polvos, hasta sanan, como han convencido muchísimas experiencias.

En segundo lugar, nada omitieron para desacreditarlos, la envidia y conspiración de muchos pero se hallaron desmentidos de los efectos de estos polvos, quedando sin él sus intentos. Los que más en esto se han entrenado fueron un boticario y un chymico de Aix, patria del autor, quienes, ya que no pudieron desterrarlos intentaron contrahacerlos. Para esto, atrajeron a su partido a un tal Miguel, yerno de dicho autor a fin de que firmase los paquetes y tomas de sus polvos contrahechos que se ha ejecutado, firmando dicho Miguel en esta forma: Ailhaud Michel Beaufils, e incluyen los impresos de las fingidas virtudes de estos polvos. Este engaño lo previno al público el author, declarando no haber revelado a su hijo ni a su yerno, el mínimo de los simples que entran en la composición de sus polvos, lo que hizo por las razones siguientes…..

OPINIÓN DEL PADRE FEIJOO SOBRE ESTA PANACEA

La opinión de Feijoo en las Cartas eruditas y curiosas (Tomo IV, carta 9) es abiertamente contraria a este remedio terapéutico, basándose en que sus propiedades curativas responden, únicamente, a la gran cantidad de agua que se debe ingerir en cada una de las tomas, opinión que no debía estar lejos de la realidad y, por otro lado, rechaza todo medicamento activo frente a cualquier tipo de patología, atribuyendo la supuesta acción positiva a la ingesta de agua con que se acompaña éste y otros purgantes. No andaba descaminado el benedictino.
                                                                                                  Dr. Miguel Alvarez Soaje

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