RECREACIÓN DE LA ANTIGUA BOTICA DEL MONASTERIO DE SAMOS


ACERCA DEL MONASTERIO Y SU BOTICA

El monasterio benedictino de Samos está situado en la provincia de Lugo junto al río Sarria, a los pies de la sierra de Édramo, abundante en enterramientos neolíticos, y a la vera del Camino de Santiago. De la obra monástica destaca el interior de la abadía y su elegante iglesia, ya que al exterior los muros y paredes son de mampostería de pizarra. En su interior destacan los dos claustros, uno de ellos, el denominado de Feijoo, de enormes dimensiones. En este monasterio se formó el padre Feijoo cuando ingresó en la orden benedictina, antes de su traslado a la ciudad de Oviedo.
Fachada de la iglesia del monasterio de Samos
 
 

La antigua botica samonense es poseedora de una larga tradición sanitaria de la cual existen referencias a finales del siglo XVII. Quizá desde antes y durante varios siglos los monjes de Samos llevaron una importante labor sanitaria en estas solitarias tierras siguiendo las indicaciones reflejadas en la Regla de San Benito en lo referente al cuidado de enfermos y personas sin recursos. Una larga tradición que desapareció drásticamente con el proceso desamortizador llevado a cabo a mediados del siglo XIX. Desde 1835 la Comunidad fue disuelta y sus monjes abandonaron estas tierras con la esperanza de regresar algún día. No todos abandonaron este lugar, pues el monje boticario, Fr. Juan Vicente Rodríguez una vez exclaustrado siguió al frente de la botica durante toda su vida, hasta su fallecimiento en 1865.

Desde el siglo XVII Samos se convierte en uno de los principales monasterios de Galicia, alcanzando a finales del siglo XVIII una comunidad de más de 70 monjes, más todo el personal auxiliar dependiente directa o indirectamente del monasterio. A todos ellos servía la botica que estuvo regentada durante siglos por monjes profundamente conocedores de la profesión boticaria. A ello contribuyó la posibilidad de surtirse de todo tipo de plantas en el propio monasterio, en un recinto denominado Jardín de la Botica, situado a escasos 100 metros del cenobio, junto a la capilla mozárabe o del ciprés.
                                                                                            Aspecto actual de la botica.
 
 

Desde del siglo XVII existen referencias a la botica y al monje boticario de Samos. Un documento fechado en 1690 en la propia abadía nos informa de que el boticario Manuel Gutiérrez hace una serie de donaciones al propio monasterio sin aclarar su condición religiosa en aquel momento a pesar de residir en el mismo. Otra referencia procede del año 1744, en un libro para uso de la botica en que aparece escrito a mano en la primera hoja el nombre de quien podría ser otro boticario, Fray Francisco de Araújo. A partir de 1750 volvemos a tener conocimiento del nombre del boticario, el P. Blas López, que ocupó este puesto durante veinticinco años, siendo previamente examinado para el cargo por el boticario del monasterio de San Vicente de Monforte, que dio su conformidad al aspirante.
Conjunto de tarros fabricados en Talavera.
 

Al P. López siguió en la botica el P. José Balboa desde finales de siglo y hasta su fallecimiento en 1812, tocándole ejercer su labor sanitaria durante el periodo de la invasión francesa, periodo en que las tropas españolas fueron atendidas en el hospital albergado temporalmente en este monasterio.

Al P. Balboa le sustituyó el P. Juan Vicente Rodríguez poco tiempo después de su fallecimiento, pues hay referencias a que en 1818 se encontraba al frente de la botica monástica y en ella estuvo hasta el momento de la desamortización definitiva en 1835. Quedó el P. Rodríguez como monje exclaustrado residente en Samos y allí continuó ejerciendo de boticario hasta su muerte, ocurrida en 1865, pasando entonces la botica a manos de sus sobrinos, siendo trasladada desde su localización inicial en el ala que, a la derecha de la entrada al monasterio, se acerca a la carretera, a una nueva edificación en la cual ha llegado por tradición familiar hasta nuestros días.

De la botica antigua se conservaron varias obras de carácter científico así como un conjunto de 15 piezas de su botamen (2 orzas y 13 albarelos de diferentes tamaños). Se trataba de piezas sencillas, de cuello alargado, color blanco lechoso sobre el que destacaba el escudo de la abadía en azul cobalto, de poca calidad artística, cuartelado en cruz y cimado por un capelo del que pende en ambos lados un cordón con seis borlas. Tras el incendio ocurrido en 1951 este conjunto de piezas desapareció, así como gran cantidad de obras y manuscritos, quedando hoy en día únicamente tres piezas (un albarelo y dos pildoreros) que han sido instalados en la recreación de la botica inaugurada en mayo de 2010.

En cuanto a la bibliografía disponible en la antigua botica el inventario llevado a cabo en 1821, previo a la primera desamortización, nos ofrece una interesante relación de obras científicas, textos farmacéuticos, farmacopeas y otros libros, de botánica e, incluso, de alquimia.

El local de la botica antes de acondicionamiento.
 

Las obras disponibles en la botica eran las siguientes:

-                      Scribonius Largus: De compositione medicamentorum. Basilea; A. Cratandus, 1529[1].

-                      Ianus Lacinius: Pretiosa margarita novella ed thesauro ac pretiosissimo philosophorum lapide. Venecia; Aldus, 1546[2].

-                      Ianus Lacinius: Praetiosa ac nobilissima Artis chymiae collectanea de ocultissimo ac pretiosissimo philosophorum lapide. Nuremberg; G. Hayn, 1554[3].

-                      G. Rondelet: Methodus curandorum omnium morborum corporis humani. París, 1574[4].

-                      Dioscorides: Opera Omnia. 1596[5].

-                      Officina medicamentorum. Valencia, 1601[6].

-                      Plinio: Historia natural, traducida por Jerónimo Huerta, 1629[7].

-                      Teofrasto: Historia plantarum. Amsterdam, 1664[8].

-                      A.J. Rodríguez: Palestra crítico-médica. Zaragoza, 1744. (En la primera hoja aparece escrito a mano: este libro es de Fray Francisco de Araújo ad usum. Costó en Madrid, sin portes, 12 reales)[9].

-                      Pharmacopeia matritensis. 2ª Edición, Madrid; Pérez de Soto, 1762[10].

-                      Linneo: Genera plantarum. Frankfort, 1778.

-                      Parte práctica del caballero Carlos Linneo que comprehende las clases, órdenes, géneros, especies y variedades de las plantas. 9 tomos. Madrid, Imprenta Real, 1784. (En la primera hoja del primer tomo aparece escrito a mano: Toda la obra, 9 tomos, 234 reales sin portes. Fr. Josef Balboa).

-                      Pharmacoea hispana. Madrid. Typ. Ibarriana, 1794. (En la primera hoja aparece escrito a mano: Fr. Josef Balboa ad ussum, año 1795)[11].

-                      Hermanni Boerhaave: Institutiones medicae. Madrid. Imp. Villalpando, 1796. (En la primera hoja aparece escrito a mano: Fr. Josef Balboa (tachado), su sucesor ad ussum es de Fr. Juan Vicente, boticario del monasterio de Samos, año 1818. Son 4 tomos)[12].

-                      Pharmacopoea hispana, 4ª Ed, Repullés, 1817. (En la primera hoja aparece escrito a mano: Costó 28 reales, sin porte, año 1818. Boticario Fr. Juan. Samos).

-                      Mateo Orfila: Tratado de los venenos. Madrid. Collado, 1819. (En la primera hoja aparece escrito a mano: Año de 1820, costó 22 reales sin porte. Fr. Juan Vicente (boticario))[13].

-                      Henry-Guibourt: Farmacopea razonada. 3 tomos. Madrid, 1830. (En la primera hoja aparece escrito a mano: costaron los 3 tomos 96 reales. Año 1831, Fr. Juan, Boticario de Samos)[14].

-                      Henry-Guibourt: Farmacopea razonada. 2 tomos. Madrid, 1842. (En la primera hoja aparece escrito a mano: costaron los 2 tomos 85 reales en Madrid al P. Boticario de Samos).

-                      Código de medicamentos o Farmacopea francesa. Madrid. Sanchiz, 1840. (En la primera hoja aparece escrito a mano: costó 44 reales en Madrid al P. Boticario, en Samos, año 1842)[15].

En cuanto al utillaje de la botica disponemos de la información ofrecida por un inventario realizado en 1821 por los delegados del Gobierno, previo a la primera desamortización, similar a los existentes en otros monasterios como Oseira o San Clodio. En el documento se hace una relación de las existencias de la botica y podemos comprobar que su contenido era similar al de otros monasterios, como los mencionados anteriormente.

RECREACIÓN DE LA ANTIGUA BOTICA MONÁSTICA
A la vista del éxito conseguido en el proyecto de la antigua botica del monasterio de Oseira en 2009, el año siguiente surgió la idea de extenderlo a otras abadías gallegas, de cara a establecer una ruta turística por las boticas monásticas, a las que se sumaba la ya existente en el monasterio de San Martín Pinario, en Santiago de Compostela.
Fruto de las gestiones realizadas con aquella comunidad se puso en marcha el proyecto de recreación de la antigua botica samonense en el cual tuve la oportunidad de participar activamente y cuya inauguración tuvo lugar en Mayo de 2010, con la presencia de la Sra. Conselleira de Sanidade de la Xunta de Galicia, los Presidentes de las Academias de Farmacia españolas, el Abad de Oseira y la comunidad de monjes de Samos, verdaderos artífices del trabajo de rehabilitación.
La nueva botica ocupa un local hasta entonces destinado a almacén y situado entre los claustros de las Nereidas y el de Feijoo al no estar disponible el antiguo local de la botica por estar destinado actualmente a otros usos. Su ubicación permite la visita turística sin alterar el ritmo de vida de la abadía. Dispone de una entrada principal al claustro de las Nereidas, sobre cuyo dintel se ha colocado un texto muy adecuado y relacionado tradicionalmente con la farmacia: ARS CUM NATURA AD SALUTEM CONSPIRANS.
La distribución de la pieza de la botica es la habitual en este tipo de establecimientos, de tal manera que, al entrar, el visitante se encontrará la zona de botica propiamente dicha, en la cual se han dispuesto dos muebles de madera de castaño que albergan el nuevo botamen de Talavera, formado por unas 80 piezas entre orzas, albarelos y pildoreros. La realización de este conjunto en un alfar de Talavera de la Reina se ha basado en las tres piezas existentes, mencionadas anteriormente.
A continuación, ya en la zona de rebotica, encontraremos a nuestra izquierda un alambique de cobre, en lo que sería una zona para obtención de medicamentos destilados y, frente a ella, un antiguo escritorio del siglo XVIII sobre el cual se han colocado objetos diversos vinculados a la botica, entre otros la Farmacopea Razonada, de Henry-Guibourt originaria de esta botica y firmada por el último monje boticario en 1831.
A continuación se ha instalado la mesa de trabajo; de grandes proporciones, sería la zona habitual para la elaboración de los medicamentos y por ello se han colocado aquí morteros, balanzas, medidas, pesos, y aquellos utensilios necesarios para el procesado y manipulación de plantas. Junto a la puerta de entrada, las imágenes de los Padres Feijoo y Sarmiento, benedictinos de talla nacional, símbolos del saber y erudición científica, ambos vinculados a este monasterio de Samos.

                                                                                                                                 Dr. Miguel Alvarez Soaje
 

 




[1] Escribonio Largo, médico del siglo I que llevó a cabo una de las primeras farmacopeas, en uso durante siglos, De Compositione Medicamentorum, en la que presenta un conjunto de 271 prescripciones.
[2] Janus Lacinius publicó esta obra alquímica, cuyo título completo es Pretiosa Margarita novella thesauro, ac pretiosissimo philosophorum lapide. Artis huius divinae Typus & Methodus: Collectanea ex Arnaldo, Rhaymundo, Rhasi, Alberto & Michaele Scoto. Venetiis apud Aldi Filios, 1546. Es una obra atribuida a Petrus Bonus que llevó a cabo esta recopilación de textos alquímicos de autores antiguos, entre otros, Arnaldo Vilanova, Ramón Llull o Alberto Magno.  El ejemplar existente en Samos era una primera edición de la obra que presentaba gran cantidad de xilografías.
[3] Otra obra del mismo autor, en este caso, una segunda edición de un texto alquímico similar al anterior.
[4] Guillaume Rondelet, autor de esta obra cuyo título completo es Methodus curandorum omnium morborum corporis humani, in tres libros distincta. Jacobus Mateus, París. Se trata en este caso de una edición póstuma de esta pequeña obra de uno de los principales naturalistas y médicos del renacimiento francés.
[5] La obra existente en Samos podría corresponderse con la editada en Frankfurt en 1598, cuyo título es  Opera quae extant Omnia. Ex nova interpretatione Jani-Antonii Saraceni.
[6] Obra importante en la historia científica española, pues se trata de la primera Real Farmacopea española. Es un manual sobre elaboración de medicamentos cuya edición en 1603 fue promovida por el Colegio de farmacéuticos de Valencia, siendo reeditada en 1698. El ejemplar de Samos debía corresponderse con la primera edición de la obra.
[7] Obra de Plinio el Viejo publicada bajo el título de Historia Naturalis. En este caso se trata de una edición y traducción a cargo de Jerónimo Huerta, médico y filósofo español que llevó a cabo la traducción de los 37 libros en que se divide esta obra de Plinio, publicándolos en dos tomos en 1624 y 1629 respectivamente. La obra es un tratado de zoología, botánica, medicina y mineralogía y representa la única obra clásica que se conserva sobre el arte antiguo ya que se basa en varias obras perdidas de diferentes autores clásicos. El ejemplar de Samos fue publicado en Madrid, en dos tomos in folio.
[8]De Teofrasto, discípulo de Platón y Aristóteles, nos han llegado dos obras de botánica,  Historia de las plantas, en diez tomos y Causas de la vegetación. La edición de Samos, publicada en Amsterdam en 1644 es una de las mejores que se llevaron a cabo.
[9] La Palestra crítico-médica en que se trata de introducir la verdadera Medicina y desalojar la tyranía intrusa, fue publicada por el cisterciense Antonio Josef Rodríguez, monje en el monasterio de Veruela en Zaragoza. Se trata de una obra en seis volúmenes aparecida a lo largo del siglo XVIII.
[10] Se trata de la más antigua de las farmacopeas españolas, aparecida 1739 como primer código farmacéutico obligatorio en todo el ámbito nacional, siendo publicada por el Real Colegio de Farmacia de Madrid. La edición de 1762 se corresponde con la segunda edición, también a cargo del mismo Colegio, aunque apenas aporta novedades en su contenido. Era, pues, un texto oficial impuesto por el Estado para ser seguido por médicos y boticarios.
[11] Se trataría de la primera edición de esta obra que vino a corregir, en cierta medida, a la Pharmacopoeia matritense. De la misma se hicieron cuatro ediciones, hasta 1817, edición a la que pertenece el otro ejemplar de esta farmacopea. Todas las boticas del Reino debían estar en posesión de un ejemplar de esta farmacopea, firmada por el Secretario de la Junta de Farmacia.
[12] Boerhaave (1668-1738), médico y químico holandés de gran influencia en científicos del siglo XVIII.
[13] Mateo Orfila, (1787-1853), menorquín, representa uno de los científicos españoles de mayor talla intencional a lo largo del siglo XIX. Licenciado en medicina por la Universidad de París, se dedicó al estudio de los venenos, publicando su Tratado de los venenos, en francés, en 1813. La obra, traducida al español años más tarde, representa el nacimiento de la toxicología moderna.
[14] Se trata de la traducción al español del original en francés y fue editada en 1830. El ejemplar referido, firmado por el último monje boticario de Samos, era propiedad del autor de esta comunicación y fue cedido al monasterio para ser incorporado a esta botica.
[15] Se trata de un tomo en 4º de la obra redactada por un equipo de médicos y farmacéuticos franceses. De gran interés para ser utilizado en una botica.

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